Por : Domingo Caba Ramos
« ¡Hosanna! Nicol María,
¡Salve! mi niña adorada,
con pétalos de guirnalda,
yo te espero este gran día...»
(Domingo C. Ramos: Del poema «¡Salve! mi bella Nicol», 1/8/2013)
En ocasiones, en el momento menos esperado, se me acerca y con su infantil y tierna voz me dice: «Papi te quelo mucho» Todo mi cuerpo tiembla.
En otra ocasión, cuando me acompaña en el carro, en cualquier momento se para en el asiento trasero, me abraza, me besa y otra vez se escucha su amoroso y tierno: «Papi te quelo mucho» Es entonces cuando debo concentrarme para no perder el control y chocar mi vehículo. La emoción me descontrola.
Y en más de una oportunidad, al ella notar que me preparo para salir de la casa, busca un peine y me dice: «Papi siéntate, para peinarte» Y comienza a pasar el peine por mi cabeza. Cuando cree que terminó su estilística labor, entonces me dice: «Ya papi…», con la satisfacción plasmada en su angelical rostro. Y yo, entonces, le hago creer que realmente me peinó, la beso, la abrazo y le doy las gracias.
Un día como hoy, hace cinco años, nació ella, una flor a la que cinco pétalos le han nacido.
Un día como hoy, para alegría y regocijo de su padre, nació ella, mi pequeño manojito de ternura.
Un día como hoy, 1 de agosto, nació Nicol, la más auténtica expresión de mi otro yo.
Un día como hoy, nació Nicol María: una flor que llora y un diamante que respira.
miércoles, 1 de agosto de 2018
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