Por : Domingo Caba Ramos
«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces» Mateo 7 : 15
TB Josehua
El famoso «profeta» TB Joshua, sale de su natal Nigeria, donde las enfermedades y la extrema pobreza campean por sus fueros, a curar enfermos de manera milagrosa en países mucho más desarrollados que el suyo. El culto a este «nuevo Jesucristo», el espectáculo que se montó en nuestro país con motivo de su presencia, siempre con el apoyo del gobierno, así como la ciega fe de que con solo recibir un toque o suave bofetada de este falso profeta, cualquier enfermedad se puede curar, lleva a pensar que a pesar de la modernidad que nos brinda la Internet, el atraso científico y cultural del pueblo dominicano es tal que parece que todavía no hemos superado el oscurantismo propio de la Edad Media. Somos pues, un país archiatrasado, matizado por indiscutibles rasgos medievales.
Cuando de un país se dice que es subdesarrollado, casi siempre se piensa en un país pobre y con extremas limitaciones económicas. Pero no. No existe peor subdesarrollo que el mental. Y en ese aspecto, los dominicanos, aunque se crea lo contrario, ocupamos un lugar preferencial... Y en esa posición nos mantendremos, mientras continuemos prestigiando creencias y prácticas distanciadas por completo del rigor de la ciencia. Prácticas cada una de las cuales se inscriben en el plano de la fe, las creencias, las impresiones, las cábalas y las supersticiones.
En otras palabras, mientras sigamos creyendo que basta con que un hombre toque nuestro cuerpo para que un cáncer, una hernia discal o una discapacidad desaparezcan como por arte de magia, los dominicanos, en el tiempo, estaremos viviendo en la Edad Media o en la época precolombina. Lo mismo sucede con aquellos que aún creen que el «mal de ojo» existe o que la disípela y el dolor de muela se curan con « ensalmos»
Valdría preguntarse al respecto:
¿Por qué el presidente Medina, en la audiencia que le concedió a este «médico milagroso», no aprovechó para solicitarle que fuera a los centros oncológicos y de rehabilitación, así como a todos los hospitales del país a manosear enfermos, de manera que estos, ya sanos, abandonaran sus camas y se marcharan de inmediato a sus respectivos hogares? De haber procedido así, el gobierno se hubiera ahorrado unos buenos millones.
África, vale reiterarlo, es la cuna de la pobreza y las enfermedades infectocontagiosas. Esto quiere decir, que si en realidad existe una zona que de manera urgente requiere la intervención de la mano divina para resolver sus problemas de salud, esa zona es Nigeria y demás países del continente africano. Sin embargo, el endiosado y polémico profeta prefiere dejar atrás esos problemas de su mundo natal para marcharse a otro, América, a eliminar las enfermedades que en su lar nativo se mantienen intactas y en crecimiento.
Lo lamentable de todo es que un presidente de la República, que debería ser el principal interesado y responsable del desarrollo científico y tecnológico de la nación bajo su mando, apadrine las actividades anticientíficas practicadas y promovidas por «vivos» y farsantes que apoyados en tales actividades han logrado amasar sólidas fortunas. Merced a este juicio, extraño no resulta que el señor TB Joshua, según la revista Forbes, esté en la actualidad considerado como uno de los misioneros más ricos del mundo.
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