jueves, 12 de octubre de 2017

OTRA VEZ ALVARITO…

Por: Domingo Caba Ramos
                                                                                      Álvaro Arvelo, hijo.


Otra vez Alvarito Arvelo. Otra vez sus exabruptos. Otra vez sus inconductas verbales. Otra vez sus cloacales expresiones. Otra vez su engreimiento, narcisismo, prepotencia e irracionales impulsos de faraón intocable.

 Esta vez su su víctima fue Juan Pablo Duarte, nada más y nada menos que el padre de nuestra independencia. Esta vez “le cogió “con profanar la imagen, memoria y el honor del padre de la patria y fundador de la República, al llamarlo “cobarde”, “vacilante”, “depresivo”, “irresponsable” y “homosexual”. ¡INCREÍBLE! Llamarle “cobarde” e “irresponsable” al hombre que apeló a los más diversos recursos para lograr la libertad o independencia del pueblo dominicano, es lo mismo que decir “Yo, urgentemente, necesito un siquiatra” Por semejante inconducta, fue suspendido de hablar por radio y televisión durante veinte días.

 ¡POR FIN! Lástima que solo sea por veinte días y no suspendido de por vida. Este señor cuando habla produce más daños que los microbios cuando penetran al cuerpo humano. En tal virtud, se le hace un gran bien a la nación impidiéndole que abra más la boca públicamente en la emisora donde tantos daños ha causado. No dudo, como ya sucedió en el pasado, que del rebaño de irracionales coriferos emanen voces desesperadas exigiendo que le levanten la sanción a este "DIOS" de la palabra maldita.

 Los méritos de nuestro patricio parecen no tener importancia para este sombrío comunicador. Quizás si Duarte, desde el más allá, le hubiera mandado un cheque de cincuenta o cien mil pesos, sus juicios fueran otros. Porque así es Alvarito. Si no hay dinero que nutra sus bolsillos, nadie, absolutamente, para él tiene valor. Si no, pregúntenselo a nuestro gran Juan Luis Guerra, víctima también, más de una vez, de sus ataques despiadados, solo porque el architalentoso y espigado músico dominicano no le ha dado el deseo de favorecerlo con unos “chelitos”

 El periodista Álvaro Arvelo (Alvarito) es uno de los comunicadores que más daños o distorsión ha causado en el pensamiento social y lingüístico de la República Dominicana, tanto que en mi condición de educador y lingüista siempre he recomendado a los padres que no permitan que sus niños e hijos adolescentes escuchen el programa radial de comentarios en el que dicho comentarista participa todas las mañanas, pues podrían copiar su muy cloacal conducta expresiva e incorporar a su léxico los exabruptos, “malas palabras” o inmundicias verbales a que nos tiene acostumbrado el anciano , narcisista y presumido comunicador. Yo escasamente lo escucho, pues cuando sintonizo un programa de radio y/o televisión lo hago con el propósito de que me orienten, no que me desorienten.

Posiblemente se trate del comunicador dominicano de menos credibilidad. En sus juicios, por interesados, nadie cree, nadie confía. Cada palabra, cada silencio suyo parece tener un precio ($). De ahí que dependiendo de si resulta o no favorecido económicamente, ataca sin piedad y defiende con vehemencia, independientemente de que el ataque y la defensa carezcan de justificación. Y por esa razón, como sucede con la piel de los reptiles, sus juicios son cambiantes: a quien ayer criticaba con rabia o de manera implacable, hoy lo distingue con un ímpetu que raya en la pasión. Ese es el verdadero retrato de este extraño e inauténtico personaje.

 En los países con un alto nivel de analfabetismo como el nuestro, es común, sin embargo, la práctica de endiosar a todo aquel que, como Alvarito, hace gala de ser una especie de “Salomón resucitado”, contribuyendo ese endiosamiento a encumbrar aún más su ego, potenciar sus inconductas y creerse que ciertamente es un verdadero Dios a quien todos deben temer, adorar e idolatrar.

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