domingo, 17 de septiembre de 2017

EL LIDERAZGO COMO EJE DEL ÉXITO DE LA ORGANIZACIÓN

Por : Domingo Caba Ramos
 Una buena parte de mi vida laboral, tanto en el ámbito docente como industrial, me la pasé dirigiendo personas. En tal virtud, recuerdo que cuando ejercía como encargado de recursos humanos en un prestigioso grupo empresarial de Santiago, en una de las habituales reuniones de trabajo, un director de departamento me preguntó: "¿Qué se requiere, a su juicio, para que una empresa o grupo marche en forma exitosa?"

 « Una empresa o grupo se desarrolla exitosamente – le contesté:

 1. Cuando en la misma brilla por su ausencia el chisme, el individualismo, el protagonismo y el conflicto insustancial.

 2. Cuando reina la armonía, la camaradería, la solidaridad, la colaboración y la integración constructiva.

 3. Cuando las acciones o responsabilidades individuales siempre están enfocadas hacia el logro de un propósito común»

Y le amplié mi respuesta diciéndole, más o menos lo siguiente:

 «Todos los tratadistas en la materia coinciden al afirmar que solo mediante el trabajo en equipo una organización puede alcanzar sus metas, y que para el logro de estas, todos los miembros del equipo deben operar concentrado siempre en el objetivo común que se persigue, dejar de lado las posturas individualistas, la buscadera de culpables, la búsqueda del éxito personal, los reproches no constructivos, así como las burlas, las discriminaciones y los desprecios desmotivadores.

 Plantean igualmente los especialistas que los retos o propósitos de una organización solo es posible convertirlos en realidad uniendo las fuerzas de los miembros que la conforman con la sabia dirección de un líder que los conduzca.

Una empresa, siempre lo he sostenido, camina como caminan las personas que la dirigen. El liderazgo constituye, pues, uno de los factores más importantes para el logro de un buen trabajo en equipo y, por ende, para el éxito general de la empresa.

Un buen líder motiva, inspira, genera compromisos, provoca que los integrantes del grupo trabajen con agrado, asuman una actitud laboral positiva y se empoderen de sus obligaciones. Solo un líder auténtico es capaz de abandonar el yo protagónico, crear un ambiente positivo de trabajo y propiciar una edificante atmósfera laboral.

Un líder verdadero, en fin,  eleva la moral de los miembros del equipo, haciendo que estos se sientan respetados, apoyados, valorados y, lo que es más importante, identificados con la empresa»

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