domingo, 30 de julio de 2017

«¿POR QUÉ SIEMPRE LA ESCRITURA DE SUS DOS APELLIDOS ?»

 Por: Domingo Caba Ramos
                                                                                    Domingo Caba Quezada

 La pregunta me la hizo una curiosa alumna en la universidad, hace apenas una semana, al notar que en mis artículos, y hasta en el material de apoyo que preparo para las clases,  me autoidentifico, escribiendo siempre, después del nombre, mis dos apellidos:  Caba Ramos.

« -La razón es muy sencilla: – le respondí amablemente. Escribí siempre mis dos apellidos constituye para mí la más tierna y amorosa forma de visibilizar, mantener viva la imagen o destacar la presencia del ser protagonista o artífice de mi formación humana y profesional. Del ser sin cuyo esfuerzo, motivación y seguimiento hoy yo no estuviera en esta universidad impartiéndoles esta clase. Ese ser es mi siempre recordada madre (Q.E.P.D)»

 «-¿Y qué pasó con su padre, pues noto que apenas lo menciona?» - preguntó de nuevo la estudiante, sumamente interesada y con su curiosidad cada vez más encendida, como si tratara de aprovechar al máximo el momento o la confesión del  profesor  no  muy dado a emitir juicios o hablar  en el aula de nada que tengan que ver con su mundo íntimo.

«- Mi padre, según lo que me contaron sus hermanos, amigos, cuñados y mi propia madre, fue un activo comerciante, un ser extraordinario, un  excelente ser humano en todo el sentido de la palabra. Un ser íntegro, responsable, trabajador, muy respetado por todos y, lo que es más importante, extremadamente honesto, que en todo momento aspiró lo mejor para sus hijos. Mas el destino, a veces traicionero, me impidió conocerlo, dormirme en sus brazos o ser arrullado por la música emanada de sus besos: el asma acabó con su vida en un julio como este, tres meses antes de yo nacer. 
                                                                           Librada Ramos Vda. Caba

Fue entonces cuando mi madre cogió el timón del barco familiar, y cual heroína sin nombre, se dispuso a materializar todos los sueños que el esposo muerto a destiempo había concebido en pos del bienestar de unos retoños, seis en total, ninguno de los cuales había desbordado los límites de la niñez. Por eso entiendo que la memoria de mi progenitora tiene que estar viva y latente en mi segundo apellido (Ramos), como orgullosamente llevo viva en el primero (Caba) la memoria de mi padre»

 «-Gracias, maestro, por su respuesta» – me respondió un tanto compungida, al mismo tiempo en que una lágrima solitaria se deslizaba por su frágil y diminuta anatomía.

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