Por: Domingo Caba Ramos
Don Juan Collado
Un día de estos, mientras desempolvaba y organizaba mis libros, dentro de uno de ellos encontré un breve poema manuscrito, « Hay un alma que llora», fechado en Jánico (1934) y firmado por Juan Collado.
Confieso que mi sorpresa fue inmensa, por cuanto desconocía por completo la faceta literaria de este distinguido educador. Sin embargo, no me extrañó. Sabido es que el maestro dominicano del siglo XIX y primeros años del XX se caracterizó por su apego a la lectura, por su gran sensibilidad artístico – literaria, así como por su apreciación y cultivo de las más altas manifestaciones del espíritu.
¿Quién fue Juan Collado?
Don Juan Antonio Collado fue un consagrado y respetado maestro, nacido en Santo Tomás de Jánico, provincia Santiago, el 7 abril de 1900. Aquí, con apenas veinte años, inició una fructífera carrera docente que terminó en Tamboril, hacia donde fue trasladado en 1942 como director de la Escuela Primaria e Intermedia “Prof. Sergio Hernández”, en su momento, el más importante centro educativo de este municipio. En esta comunidad, estableció residencia definitiva, desarrolló una ingente labor socioeducativa y supo ganarse el cariño y respeto de todos los tamborileños.
Contrajo nupcias con la también distinguida y apreciada maestra, Fredesvinda Halls (doña Fredé), y de esa relación nacieron sus hijas, destacadas abogadas ambas : Icelsa y Alba Nery Collado Halls, esta última expresidenta de la Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación del Departamento Judicial de Santiago, en cuyo desempeño dio siempre muestras de responsabilidad, honestidad y competencia.
Diferente a la educativa, de la faceta poética de este ilustre maestro casi nada se conoce. Lo poco que de él se sabe al respecto se debe a informaciones aportadas por sus más cercanos parientes. Una buena parte de sus versos aún se conservan en cuadernillos, a la espera de que un buen día vean la luz pública. No conozco tales composiciones, pero el poema que nos ocupa, «Hay un alma que llora», lo devela como un poeta de fino estro y elevada sensibilidad.
Un poema de corte romántico o en cuyos versos (versos de juventud) late la expresión del sentimiento íntimo o personal, la desesperanza, la angustia metafísica , el desengaño, el quebramiento del ánimo y, en fin, las reminiscencias propias del romanticismo literario que en la cultura dominicana aún se percibían y ejercían notable influencia durante la primera mitad del siglo XX. Los mismos rasgos que se aprecian en la obra poética de un contemporáneo suyo como lo fue el cubano José Ángel Buesa (1910-1982). Veamos su contenido:
HAY UN ALMA QUE LLORA
«Hay un alma que llora,
con angustia doliente,
la desgracia infinita,
de un amor que se fue…
Hay un alma que implora,
con la fe del creyente,
y, en afanes se agita,
en espera, ¿de qué?
---------o--------
¡Ah! el alma está triste,
está enferma y muy sola,
pues huyó su esperanza,
a lejanas regiones,
y, para ella no existe,
ni el rumor de la ola,
de una dulce bonanza,
en sus negras visiones»
Juan Ant. Collado
Jánico, abril de 1934
jueves, 12 de enero de 2017
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1 comentario:
De los poemas de mi abuelo, recuerdo uno dedicado a Tamboril, aunque no alcanzo a recordar el título.
"Al pie de la norteña cordillera,
plena de sol, radiante de belleza,
se recuesta la Villa romancera,
ofreciendo cultura y gentileza.
Del valle prodigioso de La Vega,
es punto culminante, centro rico,
región maravillosa veraniega,
Como nunca jamás ojos han visto.
Sus valientes e hidalgos caballeros,
amantes del trabajo y la cultura,
son firmes y templados , cuál acero,
si la patria reclama su bravura.
¡ Qué decir de sus vírgenes hermosas !,
todas llenas de encantos y de gracia,
son lindas como trovas armoniosas
y émulas de penelopes y aspacias.
Y, cuando hay que llegar al sacrificio
de salvar el honor de la bandera,
cada Tamborileño es el patricio
de la villa gloriosa y romancera."
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