jueves, 7 de mayo de 2015

¡HASTA LUEGO, DOCTOR!

(In Memoriam)

 Por Domingo Caba Ramos.
                                                                               Dr. Víctor Estrella Rodríguez

 Médico, pintor, poeta, escritor, narrador, articulista, filántropo y uno de los más consagrados gestores culturales de la ciudad de Santiago, el doctor Víctor Estrella (1942-2015) falleció en el mediodía de ayer, víctima de un fulminante paro cardíaco.

Aparte de sus prendas artísticas e intelectuales, en el plano humano, del doctor Estrella hay que decir que fue un ser humano sumamente noble, íntegro, sensible, humilde y solidario. En su columna GOTA CEREBRAL, publicada todos los jueves en este periódico, abordaba los más diversos temas relacionados con la literatura, la ciencia, el arte y la cultura.

Fue miembro directivo de las principales instituciones culturales de Santiago (Casa de Arte, Alianza Cibaeña, Ateneo Amantes de la Luz) y miembro fundador de diversos talleres literarios. En el pasado reciente fue reconocido por el Ministerio de Cultura como Valor Cultural Dominicano.

 La muerte lo sorprendió cuando todavía era mucho lo que podía aportar a nuestra sociedad, y el tema de la muerte no le fue indiferente o estuvo muy presente en sus versos, como bien se aprecia en los poemas que se trascriben a continuación. En el primero de ellos, VOY DE PRISA, el poeta parece presagiar o anunciar la muerte que de repente lo expulsaría para siempre del mundo de los vivos:

VOY DE PRISA

 Voy de prisa,
 no me detengas, 
la vida se agota;
 aunque escriba poemas
 y cante desentonado 
una canción, 
estoy vestido
 de muerte. 

Voy de prisa, 
tengo que repartir mis sentimientos;
 cada palabra 
es un capítulo
 y aunque escriba
 poemas y ría a la vida,
 voy vestido
 de muerte.

 Voy de prisa,
 no me entretengas;
 no tengo tiempo
 para perder la vida
 y aunque hable tonterías
 no puedo detenerme. 

Voy de prisa,
 se me agota la existencia
 y tengo que hacer mucho más, 
porque sin vida 
no puedo escribir
 acerca de la muerte. 

Voy de prisa,
 no me llames, 
que la vida 
se me deshace 
en una rutina
 y voy vestido de muerte
 a escribir un poema 
que llevo latente 
en el corazón.

 Voy de prisa, 
no me demores, 
que la vida se me escapa
 y voy vestido de muerte
 a escribirle al amor.

DESNUDO

 La suerte fue que nací desnudo,
 vine al mundo sin mochila, 
sin maleta ni cartera.

 Anduve vestido y calzado
 desde niño
 y salté en un grito 
tomando leche Klim
 y espero no sé qué
 en la contingencia 
de infantiles olvidos.

La suerte fue que no caminé
 con los pies torcidos,
 me salvé de una terrible
 enteritis, 
cuando apenas respiraba lento
 y parecía muerto o dormido.

 Crecí, me hice joven, adulto, 
maduro, envejecido... 
y ya voy para muerto, 
pero estoy conforme, 
porque tuve la suerte de nacer desnudo
 y no soy presumido. 

Escuché las marchantas,
 los cascos de los caballos del “coche”, 
el botellero, la carretilla, 
la campana del camión de la basura 
la voz de “Pan de Gente”, 
uno más del folklore
 de mi pueblo, mi barrio, 
y mis sueños que no olvido.

 La suerte fue que nací desnudo, 
sin camisa y sin dientes 
y voy a morir no sé cuándo;
 pero es posible que cuando muera 
me lleven vestido a la tumba
 y me lleve conmigo
 la historia de un niño 
que se hizo joven, adulto
 y maduro...
 y cursó la existencia 
 como otro sueño perdido.

 La suerte fue que nací desnudo
 y desnudo quiero irme de este mundo.

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