martes, 31 de diciembre de 2013

EL PREJUICIO RACIAL EN LA REPUBLICA DOMINICANA.



 Por: Domingo Caba Ramos.

(El presente ensayo fue publicado por primera vez en el periódico La Información entre el 25 de mayo y 5 de junio de 1990)

 I

“Toda forma de discriminación basada en la raza, sea ocasional o sistemáticamente practicada y destinada a individuos o grupos raciales enteros, es completamente inaceptable”

 (Juan Pablo 11).


 Según el punto de vista de historiadores, sociólogos y antropólogos dominicanos, el prejuicio racial en Santo Domingo aparece en el mismo momento en que los españoles introdujeron los negros africanos en el gobierno de Nicolás de Ovando (1502 - 1509) en condición de esclavos, para reemplazar la fuerza de trabajo indígena que para esa época estaba a punto de desaparecer. La esclavitud en la isla Española se implantó, para ser más preciso, en el año 1505. Así lo consigna Carlos Larrazábal Blanco en su libro “Los negros y la esclavitud en Santo Domingo”, al afirmar que:

“Sin embargo en 1505, muerta la reina Isabel, una embarcación arribó a la ciudad de Santo Domingo con diecisiete esclavos negros que se dedicarían al trabajo de las minas de cobre recién descubiertas. Ovando aceptó el hecho cumplido, y conociendo mejor las necesidades e intereses de la colonia resolvió pedir más esclavos con lo que dejó establecida de una manera definitiva, desde el punto de vista oficial, el sistema de la esclavitud en la Isla”. (1975, pág. 13).

 Como consecuencia de la esclavitud, el esclavo pasó a ocupar el lugar más bajo en la escala social. Ser esclavo era signo de inferioridad. Como el negro era esclavo, el negro era inferior a las demás personas. Esta idea aún la conserva el pueblo dominicano como herencia histórica de la época de la colonia, alimentada, naturalmente, por la clase dominante.

 La presencia del negro africano unida a la del indio nativo y al conquistador español es lo que va a conformar nuestra identidad nacional y definir los rasgos étnicos y culturales de nuestro territorio.Tan pronto los negros esclavos arriban a la isla se relacionan carnalmente con los amos o conquistadores y se produce así el tipo racial denominado mulato, que es la mezcla del blanco con el negro. Otras categorías raciales existentes en Santo Domingo y demás pueblos del continente americano son el mestizo, producto de la unión de indio y blanco y grifo que la mezcla de indio y negro.

Nosotros, los americanos, y como parte de estos, los dominicanos, somos mestizos, grifos o mulatos. Esto queda reforzado con la siguiente cita: “De ahí que el verdadero substrato de nuestra sociedad, en términos etnológicos, fuera y sigue siéndolo afrohispánico” (Balcácer, Juan Daniel. Revista ¡Ahora! No. 695. 1977, pág. 25).

II


«El racismo vigente hoy en el país se originó en la época colonial, pero la clase dominante lo ha mantenido y reforzado repitiendo los mismos estereotipos negativos con los que tipificaron a los negros inferiores a los blancos»

(Carlos Esteban Deive)


 Podría pensarse y hasta afirmarse que en virtud de nuestra composición afrohispánica, los dominicanos no somos racistas. Pero en realidad no sucede así. El negro siempre ha sido discriminado en Santo Domingo, y tan acentuado está el prejuicio racial en el subconsciente de los dominicanos, que hasta las personas de piel oscura rechazan y/o discriminan al negro. O, lo que es lo mismo, tienden a autodiscriminarse. En torno a este juicio, Sócrates Nolasco llegó a decir que “el negro dominicano es mentalmente blanco”. (Citado por Bruno Rosario Candelier en “Lo popular y lo culto en la poesía dominicana, 1977, pág. 272).

Mientras que para el brillante declamador e intérprete de la poesía negroide, Carlos Lebrón Saviñón, “el primer discriminador del negro es el propio negro”. Es como si al sentirse negro, en su rostro se dibujara el dolor que ese hecho le produce. Por eso canta el poeta:

 “Negra Pulula, que bien,
 que planchas la ropa ajena,
 ¡Cuándo plancharás tu cara,
 mapa de penas!” 

Nuestro sueño dorado es llegar a ser blancos y con semejante actitud, mostramos un profundo desconocimiento o no resistimos a reconocer las verdaderas raíces biológicas y culturales que nos dieron origen. Ya lo dijo poéticamente nuestro gran cantor popular, Juan Antonio Alix:

 “Todo aquel que es blanco fino,
 jamás se fija en blancura,
 y el que no es de sangre pura,
 por ser blanco pierde el tino...”

Es bien sabido que el otrora Generalísimo y dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, autor de la horrible masacre de más de quince mil haitianos ejecutada en 1937, y entre cuyos abuelos se registran el capitán español José Trujillo Monagas y la haitiana Luisa Erciná Chevalier, revivió el culto a lo hispano, bastante resquebrajado a partir de la derrota de las fuerzas anexionistas españolas (1863 - 65), y lo utilizó como uno de los instrumentos o rasgos ideológicos sustentadores de su esquema de dominación política.

La exaltación de los valores hispánicos - apunta el sociólogo Franklin Franco - fue una herencia recogida con toda fidelidad por el sistema ideológico del trujillato. Incluso desde el punto de vista personal, Trujillo intentó buscar su ascendencia hispánica, al tiempo que mantenía permanentemente una intensa campaña propagandística dirigida a mostrar al pueblo la unidad cultural entre la República y su vieja metrópolis” (Historia de las ideas políticas en la República Dominicana, págs. 121 - 122)

No es extraño, pues, que uno de los más cercanos colaboradores del tirano, el doctor Joaquín Balaguer, se expresara en parecidos términos al afirmar que “Santo Domingo es el pueblo más español de América” (La Isla al Revés, 1983, pág. 63).

 Entiende este autor, quien extrañamente niega la existencia del prejuicio racial en la República Dominicana, que “nuestro origen racial y nuestra tradición de pueblo hispánico, no nos deben impedir reconocer que la nacionalidad se halla en peligro de desintegrarse si no se emplean remedios drásticos contra la amenaza que se deriva para ella de la vecindad del pueblo haitiano”, que “el contacto con el negro ha contribuido, sin ningún género de dudas, a relajar nuestras costumbres públicas” (pág. 45), que “una gran parte de los negros que emigran a Santo Domingo (Pág. 49) son seres tarados por lacras físicas deprimentes”, transmisores de “las enfermedades más repugnantes”, así como los verdaderos causantes “de la corrupción de nuestras costumbres patriarcales” (pág. 50).

 Y no es extraño que el mismo Balaguer justificara la espantosa matanza de haitianos llevada a cabo por Trujillo argumentando que: “La República, para poder subsistir como nación española, necesita afianzar las diferencias somáticas que la separan de Haití...” (La realidad dominicana, 1947, pág. 115)

Trujillo, que no desperdició recurso alguno para demostrar al país y al mundo que por sus venas no corría sangre africana, sino exclusivamente española, jamás hizo alusión, ni mucho menos sus fieles acólitos, a las raíces haitianas que sirvieron de punto de apoyo a su árbol genealógico. Mucha razón tuvo al respecto el ya mencionado “Cantor del Yaque”, cuando en la segunda mitad del pasado siglo condenó semejante comportamiento en una de sus más famosas y conocidas décimas:

 “El blanco que tuvo abuela,
 tan prieta como el carbón,
 nunca de ella hace mención,
 aunque le peguen candela. 
Y a la tía Doña Habichuela,
 como que era blanca vieja,
 de mentarla nunca deja,
 para dar a comprender,
 que nunca puede tener,
 el negro tras de la oreja”.

 III


  •  Incremento del prejuicio racial.


 “Cuando el negro fue colocado por el colonizador en el lugar más bajo de la escala social, los prejuicios de clases que contra él se abatieron fueron fácilmente desdoblados en prejuicios raciales”. (Hugo Tolentino Dipp).


 El prejuicio racial del pueblo dominicano, que como ya apuntamos tuvo su punto de partida en la época de la colonia, parece haber cobrado su mayor fuerza a partir de la proclamación de la Independencia Nacional.

Al menos eso es lo que se desprende de las declaraciones ofrecidas por muchos de los intelectuales y especialistas que han abordado tan importante asunto. “La guerra que tuvo que librar el pueblo dominicano- dice el poeta y ensayista Abelardo Vicioso - para defenderse de las constantes agresiones del ejército haitiano dejó una secuela de odios contra el país vecino, que las clases dominantes se han esforzado en prolongar hasta nuestros días”. (Vicioso, Abelardo, El freno hatero en la literatura dominicana. Primera Edición, 1983, pág. 167).

 Los propulsores de la Independencia, imbuidos por sus sentimientos patrióticos o nacionalistas, orquestaron un movimiento propagandístico de carácter antihaitiano mediante el cual se buscaba destacar los más negativos atributos del hermano país, así como las agresiones que de él recibimos, y justificar, al mismo tiempo, la intervención de países civilizados como España, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Ese nacionalismo de los llamados separatistas, Franklin Franco lo describe con las siguientes palabras:

“Ese corrompido y falso sentimiento nacionalista que traducía en el fondo un profundo prejuicio racial fue un arma verdaderamente eficaz para el desarrollo aquí del pensamiento colonialista de la oligarquía gobernante”. (Franco, Franklin J. Santo Domingo: Cultura, política e ideología, 1979. Pág. 90).

La propaganda antihaitiana utilizó la prensa y la literatura como medios eficaces y poderosos para difundir sus ideas. “Esta literatura antihaitiana - agrega Abelardo Vicioso- contribuyó a degradar la conciencia nacional, creando un prejuicio contra el pueblo vecino con profundas raíces en el dominicano, que aún resulta difícil arrancar”. (Obra Cit., págs. 169 - 170).

 Importante es subrayar que la propaganda en contra del pueblo haitiano fue obra no sólo de los intelectuales más conservadores y reaccionarios de la época, sino también de prominentes miembros de la Sociedad Trinitaria, entre los que se distinguen el poeta Félix María del Monte ( 1819 -1899 ) . A este trinitario se le atribuye haber compuesto el primer himno de guerra  dominicano que nuestra historia literaria registra con el título de “Canción dominicana” o “Himno de la Independencia” ;pero más que un himno dominicano, la referida pieza, por su contenido, más bien puede considerarse como un canto antihaitiano y prohispánico a la vez, carente por completo de un genuino sentimiento dominicanista. Este planteamiento puede justificarse analizando la primera estrofa del himno, en cuyo primer verso el autor llama españoles a los dominicanos:

 “¡Al arma, españoles!
 ¡Volad a la lid!
 ¡Tomad por divisa"!
 ¡Vencer o morir!”

 El antihaitianismo y discriminación racial en las creaciones de Félix María del Monte se perciben con mayor vigor en los siguientes versos tomados de sus “Cantos dominicanos”, en los cuales el poeta y patriota describe así a los haitianos:

“Quien tiene lazos de unión,
 con esos diablos sañudos,
 que beben sangre y desnudos,
 en pacto con Belzebú,
 bailan su horrible vudú,
 y comen muchachos crudos”.

 Todavía muchos dominicanos mantienen viva la creencia de que los haitianos son brujos, tienen pactos con el diablo y practican la antropofagia, esto es, comen niños; y todavía persiste la práctica de exhibir el sentimiento nacionalista del pueblo dominicano envuelto en el traje del antihaitianismo.

 IV


  •  El prejuicio racial en nuestros días. 


 “Negra Pulula, que bien,
 que planchas la ropa ajena.
 ¡Cuándo plancharás tu cara,
 mapa de penas!”.

 (Manuel del Cabral).



El sentimiento antihaitiano sustentado y propagado por los escritores de la Independencia fue desarrollándose paulatinamente hasta crear en el subconsciente de los dominicanos un fuerte prejuicio contra los haitianos o cualquier persona de piel negra.  Ese rechazo al negro, con mayor o menor intensidad, continúa vigente desde la época de la colonia no sólo en Santo Domingo, sino también en otros pueblos de América, como se revela en el popular poema “Angelitos negros” en el cual su autor, el poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, eleva un canto de dolor y lamento ante el pintor que no incluye al negro en su obra de arte:

 “Pintor de santos y alcoba, 
pintor sin tierra en el pecho,
 que cuando pintas tus santos,
 no te acuerdas de tu pueblo,
 que cuando pintas tus vírgenes,
 pintas angelitos bellos,
 pero nunca te acordaste,
 de pintar un ángel negro.”.

 La prueba más evidente de que en Santo Domingo existe prejuicio contra el negro, podemos encontrarla en la literatura folklórica dominicana, la cual comprende un considerable número de expresiones, refranes, coplas, décimas y sentencias que aluden ofensiva y despectivamente a los distintos rasgos del negro.

 En la imaginación colectiva, el color negro se asocia al mal, al crimen, al infortunio y al mismo diablo. Carlos Esteban Deive, domínico - español versado en asuntos étnicos, dice al respecto:

 “La relación entre el Diablo y el negro es antígua, y ya hemos señalado que aparece en la Edad Media. La imaginería religiosa medieval describe al Diablo como un negro feo, de cuernos y cola” (Revista ¡Ahora! No. 706. 1977, pág.34).

Cuando a alguien se le hace imposible materializar sus proyectos, de él o ella se afirma que tiene una suerte negra o un destino negro. Si se le presagia un porvenir negativo, comúnmente se le dice que su futuro es negro. Cuando una persona de piel morena comete un acto de travesura o reñido con las buenas costumbres, de inmediato se escucha la frase discriminatoria: "no puede negar que es prieto"

 En franca oposición al negro, el color blanco es para el común la gente sinónimo de puro, luminoso, inocente e inmaculado. Las personas de nobles sentimientos tienen el corazón blanco, pero cuando sus ideas y actitudes son malsanas y perversas, entonces suele decirse que tienen el corazón negro. Si tiene la piel oscura y se ha distinguido por su buen proceder en beneficio de los demás, se dirá enseguida que es un negro con el corazón blanco. O también es común escuchar la siguiente expresión:" Ese solamente es prieto...", que sería lo mismo decir: todas sus cualidades son apreciables; su único defecto es ser negro. Podemos constatar en los juicios precedentes que el enfrentamiento entre blancos y negros, no es más que la viva expresión de la eterna y clásica lucha entre el bien y el mal. Los blancos representan al bien, y a los negros se les pinta como los genios del mal.

 Se puede demostrar igualmente en “Yelidá”, monumental poema de carácter étnico - social compuesto por el culto poeta tamborileño Tomás Hernández Franco. (1904 - 1952).

El poema nos presenta el enfrentamiento entre dioses europeos y africanos. El tratamiento afectivo que en el texto se les da a ambos dioses, favorece siempre a los primeros en detrimento de los segundos. Los dioses blancos son inocentes, pacíficos e inofensivos y aparecen descritos con los más tiernos calificativos: Son dioses, “infantiles” y “viejecillos”, “dioses de algodón y de manzana” que “resbalan y juegan con las flores”.

 En cambio, los dioses negros aparecen como comedores de hombres, dictadores y venenosos; dioses rencoristas, rabiosos y estupradores, como Badagris que es capaz de violar “a todos los niños en el vientre de las madres dormidas”. A la luz de esta descripción algunos críticos estiman que el poeta denigra a los dioses africanos al tiempo que reivindica a los blancos noruegos. Como afirma José Alcántara Almánzar: “Del tratamiento que ambos grupos reciben se llega a la conclusión de que hay un velado racismo en “Yelidá” (Alcántara Almánzar, José. Estudios de poesía dominicana, 1979, Ed. Alfa y Omega; Pág. 147).

V


  •  Refranero negro dominicano.


 “Dórmiti mi nengre,
dórmiti ningrito,
caimito y merengue,
 merengue y caimito”

 (Emilio Ballagas)


 La paremiología dominicana contiene importantes muestras en las que se ataca y denigra a los negros. Veamos algunos de los más populares refranes:

 “El negro es comida de puercos”
 “El prieto es prieto”
 “El negro que no la hace a la entrada, la hace a la salida”
 “¡Tenía que ser un negro...!”
 “El negro es como la guinea, que siempre tira para el monte”
 “El negro no es pará”
 “El negro no es gente”
 “No puede negar que es prieto”
 “¿Negro en mi casa?… Yo”.

 Resulta importante destacar que hasta los órganos del cuerpo humano adquieren connotaciones especiales dependiendo del color que tenga la persona que los posea. Mientras el blanco posee labios, el negro lo que tiene es bembes, chembas o bembas; el blanco tiene cuello, el negro cocote; los brazos del negro no son brazos, sino molleros; en su cabeza no hay pelos, sino motas o pimientas; sus pies no son más que ñames o patas.


  •  El prejuicio racial en la poesía folklórica dominicana.


 Las alusiones más degradantes, satíricas, ofensivas a los rasgos físicos, morales y espirituales del negro se pueden recoger en muestras extraídas de nuestra poesía folklórica. Son muy escasos los rasgos del negro que no son objeto de desprecio y ataque en las dos principales manifestaciones del folklore poético dominicano: la décima y la copla anónima.

Para las mentes racistas, el pelo “bueno” es propio del blanco, mientras que el “malo” pertenece al negro. Así queda expresado en la siguiente copla:

 “Ayer te mandé un pan blanco,
 y un arenque pa’ que cene,
 y no te mandé pimientas,
 porque tu cabeza tiene.”

 Tanto en nuestro país como en otros afroamericanos los labios del negro reciben el despectivo nombre de bembas o bembes. Una copla dice:

 “En la puerta de mi casa,
 hay una mata de bambú,
 donde beben mis amigos,
 no bebe un negro bembú”.

 Cuando el general Ulises Heureaux (Lilís) gobernó la República Dominicana, muchos dominicanos se apoyaron en su color negro para molestarlo y mortificarlo con términos y expresiones que se referían a su persona en forma peyorativa. De él se llegó a decir que era brujo, que se volvía galipote y que estaba “untao”, o sea, preparado para que a su organismo no penetraran las balas. En cierta ocasión una señora de la alta sociedad lo confundió maliciosamente con un “nublado”. Ni siquiera con su muerte se le dejó tranquilo, como se refleja en esta socarrona y mortificante copla:

“De los bembes de Lilís,
 sabiéndolos compartir,
 salen dos tocinos gordos,
 muy sabrosos para freír.”.

 VI

 Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba y genial exponente de la poesía negroamericana, en su famoso poema “Negro bembón”, eleva un canto de aliento al negro que rechaza airadamente la sarcástica denominación de sus labios, cuando pregunta:

“¿Por qué te pones tan bravo, 
cuando te dicen negro bembón, 
si tienes la boca santa, negro bembón?”

 En la presente copla se hace referencia a otros rasgos físicos del negro:

 “El negro pata de arepa,
 narices de berenjena,
 aunque Dios baje del cielo,
 el negro no es cosa buena.”.

 Quienes discriminan al negro no escatiman esfuerzos en desvalorizarlo, comparándolo en todos los aspectos con el blanco:

 “Los blancos huelen a polvo,
 y los indios a canela,
 y los malditos negros,
 a berrenchín de culebra.”

 ¿Para qué fue creado el negro? Tres coplas en variantes diferentes tratan de responder la pregunta. En ellas es fácil notar la relación Negro – Diablo: La primera dice:

 “El negro lo hizo Dios,
 para completar un grupo,
 y el negro salió tan bruto,
 que el diablo se lo llevó”.

 Esta segunda variante es bastante parecida a la primera:

“El negro lo mandó Dios,
 para completar un grupo,
 pero lo encontró tan bruto,
 que al diablo se lo entregó”.

 En la tercera copla se alude indirectamente a la condición de esclavo de que fue objeto el negro por parte de los conquistadores españoles:

 “El negro lo hizo Dios,
 para servirles a los blancos,
 y después que va pa viejo,
 de cuco pa los muchachos.”

 La asociación del negro con el diablo logra su más sólida expresión en la copla que dice:

 “El blanco es hijo de Dios,
 y el mulato de san Pedro,
 y al negro lo engendró el diablo,
 para tizón del infierno.” 

 Al negro, como se aprecia en las coplas que siguen, siempre se le ha querido presentar como un ser bruto, tonto, idiota y sin importancia; comparable por consiguiente, a elementos desechables o a seres irracionales de la realidad:

 “El negro y la sica de vaca,
 son dos cosas parecidas,
 que por fuera está reseca,
 y por dentro resumida”

 “El negro por justa ley,
 y por su mala conducta,
 debe andar con una tusa,
 limpiándole el rabo al buey.”

 “El negro y el mulo son,
 según se dice, parientes,
 el mulo por sus resabios,
 y el negro por creerse gente".

 La mezcla del negro con el blanco parece ser incompatible. Esto sólo puede ocurrir cuando el blanco piensa obtener del negro algún beneficio. Muestra de esta idea se extrae de la presente estrofa:

“Si ves a un blanco comiendo,
 de un negro en su compañía,
 o el blanco le debe al negro,
 o es del negro la comía”.

 El estado de inferioridad social del negro aparece plasmado o sugerido en este par de epigramas:

“Negro no se sienta en silla, 
ni tampoco en taburete,
 negro se sienta en el suelo,
 o si no hala un tolete.”

 “El negro y el sinvergüenza,
 nacieron de una barriga,
 el negro nació primero,
 con el sinvergüenza arriba.” 

VII


  •  A modo de conclusión. 


 “Si en mi alma hay flores, 
son flores morenas,
 también mis auroras,
 son auroras negras”

 (Juan Sánchez Lamouth).


 Hay quienes sostienen que en la República Dominicana no existe la discriminación racial. Los que así opinan justifican su punto de vista argumentando que el negro criollo tiene cabida en los diferentes círculos sociales que convergen en nuestro país, tales como clubes, negocios, partidos políticos, etc. Las muestras que hemos presentado, sin embargo, nos permiten refutar tal planteamiento y reafirmar nuestra tesis original: todos los dominicanos, sin importar el color de la piel, somos racistas. Heredamos un complejo étnico que por estar alojado en la zona más profunda de nuestra conciencia, ignoramos su presencia, originándose, de esa manera, la falsa creencia de que en nuestra mente y en la de los demás no existe el prejuicio contra el negro.

 Pero no sólo en Santo Domingo. En el folklore literario cubano, venezolano y colombiano se registran puyazos poéticos dirigidos directamente a la epidermis del negro:

 “Me puse a lavar un negro,
 a ver qué color cogía,
 mientras más jabón le echaba,
 más cenizo se ponía.”

 “La negra que se echa polvo,
 y viste de muselina,
 parece troncón quemado,
 cubierto por la ceniza.”

 Y también coplas como la que sigue, en la cual un cantor venezolano relata su infeliz experiencia amorosa:

“Queriendo estuve a una negra,
 un verano y un invierno,
 y me parece que estuve,
 diez años en el infierno.”

 La relación sentimental del blanco con el negro es ironizada de manera punzante por otro coplero venezolano:

 " La mujer que por locura,
 tiene un negro por amante,
 aunque el sol esté radiante,
 siempre ve la casa oscura."

 El profesor e investigador cubano José Juan Arrom reconoce, sin embargo, y nosotros compartimos sus planteos, que el tono del improperio se eleva según la proporción de las llamadas personas de color en cada región. De ahí que en aquellos países de América donde la densidad de la población negra es escasa o moderada, “el puyazo es usualmente ligero y no deja escozor”, apunta el precitado autor. Y acto seguido argumenta: “.... en cambio en Santo Domingo, que posee un alto índice de habitantes negros y ha sido dominado por gobernantes negros más de una vez, el insulto se hace caustico y deja llagas” (“Certidumbre de América”, 1971, pág. 137).

 En otras palabras, el sentimiento antinegrista está aquí más acentuado. Tan consolidado está ese prejuicio en nuestro país, que de las muestras poéticas investigadas sólo encontramos una en la que el negro es visualizado con cierto grado de defensa y simpatía:

“Negro, no te pongas bravo, 
porque te digan ladrón,
 que los blancos también roban, 
cuando tienen la ocasión.”

 Y otra copla en la que negros y blancos quedan emparejados:

 " Todo blanco es embustero,
 todo pulpero, ladrón, 
todo negro pelo liso, 
tiene muy mala intención".

 Hasta aquí, nuestras consideraciones respecto a tan polémico y debatido tema. Para terminar, nada mejor que hacerlo con los versos que se transcriben más abajo por entender que  constituyen la más genuina síntesis de todo lo planteado en el presente ensayo. En ellos, su autor, el afamado poeta Manuel del Cabral, le recuerda a un negro dominicano que:

“Cualquier cosa tuya te pone triste; 
cualquier cosa tuya, 
por ejemplo: tu espejo...”

viernes, 20 de diciembre de 2013

ENTRE LAS VOCES DEL ORFEÓN Y EL LLANTO DESESPERADO DE UN NIÑO

Entre las voces del Ofeón y el llanto desesperado de un niño.
 (Curiosa y breve crónica de un concierto anunciado)

Por: Domingo Caba Ramos.


 Como ya es su costumbre, el padre Hilario, director del Orfeón de Santiago, me llamó el jueves de la semana pasada para invitarme al concierto de navidad que un día después esa agrupación coral llevaría a cabo en el Gran Teatro del Cibao.

El espectáculo estaba programado para empezar a las 8:30p.m., sin embargo, media hora antes ya yo estaba sentado en uno de los asientos centrales de la Sala de la Restauración del referido centro cultural. Me correspondió ubicarme en medio de dos sujetos bastante singulares: a mi izquierda, un señor alto, cincuenta años talvez, elegante, impecablemente vestido y portando unas gafas que le imprimían visos de encumbrado ejecutivo. A sus pies yacía un voluminoso bulto repleto de yo no sé qué…

 A mi derecha, se encontraba sentado un señor casi setentón, moreno, de baja estatura y el cual, al parecer, padece de “incontinencia urinaria” o “prostatitis bacteriana crónica”. Solo así se justifican las veces que abandonaba su silla y salía a no sé qué, obligándome a encoger las piernas y a abrirle pasos casi de manera urgente.

En cuanto al señor de elegante porte y voluminoso bulto, vale destacar que no interrumpía ni siquiera por un segundo un misterioso monólogo (hablar solo) que muy pronto captó la atención de los vecinos de mi asiento. En ocasiones se paraba en medio del pasillo, extraía su teléfono celular y comenzaba a hablar y a gesticular como si estuviera reportando para una cadena internacional de noticias desde el mismo lugar de los hechos. Fue entonces cuando alguien me informó que dicho sujeto padecía de trastornos mentales.

 El concierto se inició aproximadamente a las nueve de la noche. Escucharlo con la concentración que un espectáculo de esa naturaleza demanda, no me resultó tarea fácil. En el área del público, se originaban los más diversos y perturbadores “ruidos” los cuales competían desarmónicamente con las cincuenta y dos voces del Orfeón que amarradas o fundidas en un todo armónico emitían desde el escenario los más acompasados y sublimes de los sonidos.

 Así, mientras tenores, barítonos, sopranos y mezzopranos interpretaban en el escenario las bellas letras de “Blanca navidad”, de Irving Berlin, en el público se escuchaba el monólogo ininterrumpido del “loco ejecutivo”.

Mientras en el escenario los líricos vocalistas del Orfeón interpretaban los magistrales versos del villancico “Navidad, luz del mundo”, de Manuel Rueda”, en el público se escuchaban los tiernos gorjeos o el famoso “tatatata…” de un bebé casi salido del vientre de la madre.

Mientras el Orfeón entonaba los históricos versos de “Noche de paz”, de Franz Gruber, dentro del público se escuchaba la voz preñada de lamento y desesperación de un niño que a todo pulmón le decía a su progenitora: “Mami, tengo hambre”.

 Mientras el Orfeón interpretaba el tradicional y no menos popular “Alabemos todos…”, dos niños tal parece que se pusieron de acuerdo para a dúo emitir un grito cuya potencia parecía quebrar las sólidas columnas del Gran Teatro.

Un niño que sea capaz de permanecer sentado y callado me encanta verlo en el Gran Teatro del Cibao y otros centros culturales; pero un bebecito, ¿qué busca en este lugar y en horas de la noche ?.

 La respuesta parece ser sencilla: existen madres que a pesar de estar recién paridas o tener un hijo pequeño, no modifican sus agendas recreativas y quieren continuar disfrutando de los espectáculos como si sus hijos fueran ya adolescentes. Olvidan esas madres que un bebé tiene su lugar adecuado: la cuna .

jueves, 5 de diciembre de 2013

DE LA HAITIANOFOBIA A LA HAITIANOFILIA



Por: Domingo Caba Ramos.


Alrededor de las relaciones dominicohaitianas, históricamente han existido dos tipos de dominicanos: los haitianofóbicos y haitianofílicos.

 Los primeros, movidos por un sentimiento racista que raya en lo patológico, odian todo lo que se refiera al pueblo haitiano. Rechazan, discriminan y odian a los nacidos en la vecina nación antillana, así como a los hijos de padres haitianos que nacieron, crecieron y siempre han vivido en la República Dominicana. Se reconocen estos por exhibir un discurso altamente “patriotero” y un “ultranacionalismo” que no sienten ni coincide con su histórico accionar casi siempre en perjuicio de la patria.

 Se reconocen igualmente porque suelen ser bastante complacientes, indiferentes, entreguistas o muy poco les importa cuando es otra nación, especialmente Estados Unidos, la que afecta los intereses de nuestro país. A la cabeza de este grupo merecen citarse el diputado Pelegrín Castillo, a su padre, el “archipatriota” Vincho Castillo y al reconocido intelectual Manuel Núñez. Si Joaquín Balaguer estuviera vivo, indiscutiblemente, encabezara la lista.

 Los segundos, por el contrario, son ciegos defensores de lo haitiano y los haitianos. Todo lo que tenga que ver con la tierra de Dessalines lo ven con los ojos de la piedad y la misericordia. Por eso justifican todo acto en que un haitiano incurra, ya sea legal o ilegal, no importa que perjudique o beneficie a la República Dominicana. Entienden que debido a la extrema pobreza que caracteriza a Haití, a sus nacionales, todo tenemos que permitírselos. Se oponen rabiosamente a las deportaciones de haitianos ilegales, como hace Estado Unidos con los dominicanos en semejante status, y hasta crean situaciones de presión para obligar a las autoridades dominicanas a que acepten la entrada de haitianos desprovistos de la documentación legal correspondiente.

Tal es el nivel de su haitianofilia o pasión por lo haitiano, que en ocasiones no sabemos por quién sienten más amor, si por su patria dominicana o por la patria haitiana. A la cabeza de este grupo, merece citarse al cura Regino Martínez, posiblemente, el más convencido haitianófilo dominicano de todos los tiempos.

Una y otra conducta son muy negativas y bastante afectan las armónicas relaciones que deberían existir entre dos naciones hermanas que comparten una misma isla. Los problemas derivados de esas relaciones deben enfrentarse orientados por los mandatos del cerebro, no del corazón, esto es, lo racional debe imponerse a lo sentimental; pues como ha de saberse, la pasión opera como un manto opaco que nos impide percibir o ver la realidad tal como es.

La polémica sentencia del Tribunal Constitucional ha contribuido a “desempolvar” como nunca a estas dos clases de apasionados dominicanos: los haitianfóbicos o antihaitianos y los haitianofílicos o ciegos defensores del pueblo haitiano.

Vale aclarar, sin embargo, que son muchos los dominicanos y no dominicanos que se han valido del anti y prohaitianismo para lucrarse y amasar fortunas. Esos ciudadanos, en lugar de luchar para que entre los dos pueblos existan cordiales relaciones, estarán siempre atentos para encender la mecha de la discordia.

jueves, 28 de noviembre de 2013

EL DICCIONARIO DEL ESPAÑOL DOMINICANO

Por : Domingo Caba Ramos.


 La Academia Dominicana de la Lengua y la Fundación Guzmán Ariza Pro - Academia de la Lengua pusieron en circulación, el jueves de la pasada semana, el Diccionario del español dominicano, considerado como “el primer diccionario académico de la República Dominicana” y la “obra más emblemática y relevante publicada por la Academia desde su fundación en 1927″.

 Con el rigor lingüístico, metodológico y lexicográfico con la cual fue elaborada, es la primera vez que se publica una obra de esta naturaleza en la República Dominicana. Debido a esa rigurosidad científica, el Diccionario del español dominicano habrá de convertirse en un referente obligado y necesario para la realización aquí de nuevas investigaciones y producción de nuevas obras de carácter lexicográfico.

Conformado por ochocientas páginas, el diccionario registra un número aproximado de 11.000 entradas, 22.000 acepciones y 8.000 ejemplos. Incluye el léxico del español dominicano de los siglos XX y XXI, vale decir, registra el léxico vigente y frecuente en la actualidad, así como el que está en desuso o en vías de desaparecer por razones generacionales, sociales y cambios en la realidad cultural de la sociedad dominicana.

 Al decir del director de la Academia, doctor Bruno Rosario Candelier, el diccionario se diferencia de las demás publicaciones por ser el primer trabajo colegiado que aspira a recoger y definir, conforme a los más recientes avances de la lexicografía, todas las voces distintivas del español que han hablado y hablan los dominicanos. Aclara que se trata de “una obra descriptiva, no normativa; aparece un léxico usual de los hablantes dominicanos, independientemente de su apego a las normas lingüísticas y académicas”.

 Innegablemente que el diccionario constituye un aporte lingüístico bastante significativo, por cuanto se traduce en un instrumento idóneo para el estudio y conocimiento del habla dominicana. Posee esta obra una extraordinaria importancia lingüística y cultural, toda vez que su contenido, además de ponernos en contacto con la identidad cultural de los dominicanos, nos presenta un fiel retrato de la realidad léxica de nuestro país.

Un proyecto lingüístico cuya idea había sido gestada hace ya muchos años, logra finalmente materializarse gracias no solo al esfuerzo mancomunado de la Academia Dominicana de la Lengua y de la Fundación Guzmán Ariza pro- Academia Dominicana de la Lengua, sino también al trabajo del equipo de colaboradores que de manera tenaz laboró durante cuatro años y, fundamentalmente, gracias a la sabia, competente e incansable coordinación de la lexicógrafa y miembro correspondiente de dicha institución , María José Rincón.

 En mi condición de Miembro Colaborador de la Academia Dominicana de la Lengua, formé parte del equipo lexicográfico que trabajó para que hoy tan importante y trascendental obra sea una realidad. Y como sé de su calidad e importancia, entiendo que el Diccionario del español dominicano debe permanecer como material de lectura y consulta en el librero de todo dominicano que se interese por todo lo concerniente a nuestra realidad lingüística y cultural.

viernes, 22 de noviembre de 2013

EL ESTUDIANTE DOMINICANO : AUTÉNTICA EXPRESIÓN DE LA POSMODERNIDAD


 Por: Domingo Caba Ramos.

 “El hombre Light carece de referentes, tiene un vacío moral y no es feliz, aun teniendo materialmente casi todo”.

 (ENRIQUE ROJAS)

 A partir del siglo XX el mundo comenzó a vivir o dio inicio a un nuevo proceso histórico identificado por filósofos, sociólogos, sicólogos y otros pensadores con el nombre de posmodernidad. Y entre las características sociosicológicas que tipifican este período valen citarse las siguientes:

 • Las personas sólo quieren vivir o se interesan por el presente. El pasado y el futuro carecen de importancia.
 • Constante búsqueda de lo inmediato.
 • Proceso de pérdida de la personalidad individual.
 • Culto al cuerpo y a la liberación personal.
 • Disfrute desenfrenado de los placeres que presenta la vida.
 • Desaparición de todo tipo de idealismos. 
• Desaparición de la valoración del esfuerzo. 
• Pérdida de la fe en la razón y la ciencia y, contradictoriamente, culto a la tecnología. 
• Culto a lo fácil y rechazo a todo lo que implique sacrificio. 
• Pérdida progresiva de los valores.
 • Individualismo o pérdida progresiva de la solidaridad y la sensibilidad social.
 • Emerge con toda su fuerza el “Hombre Light”.
 • Pérdida de la ambición personal de autosuperación.
 • Enriquecimiento rápido y sin esfuerzos.

 Es en ese contexto en el que necesariamente debemos situar a muchos de los estudiantes dominicanos que cursan estudios en los diferentes niveles de enseñanza, si en realidad deseamos comprender o descubrir las reales razones que lo llevan a comportarse de manera apática e irresponsabilidad frente a sus compromisos académicos.

 Para la mayoría de nuestros estudiantes, pensar parece ser un pecado mortal. Por eso olvidan o no realizan los ejercicios, investigaciones y tareas asignadas. Por eso todo lo copian o bajan de la Internet. El famoso “copia y pega”, que tantos daños ha producido en el mundo estudiantil, campea por sus fueros. Y la “lecturofobia” se constituye en uno de los males que más afecta su desarrollo.

 Analizar, comparar y asociar ideas para extraer conclusiones constituyen procesos del pensamiento lógico que brillan por su ausencia en las prácticas cotidianas de nuestros estudiantes universitarios. Como también escasean o se han convertido en verdaderos mitos procesos como la conceptualización, la producción de conocimientos y la generación de ideas.

 La red de Internet, en ese sentido, ha constituido para ellos la mejor tabla de salvación. Gracias a esta, los trabajos de investigación de no pocos alumnos de los niveles medio y superior generalmente se reducen a la conjugación de los cuatro verbos mágicos: “Copiar, pegar, imprimir y entregar”.

 Lo antes expresado explica las bajas calificaciones que obtienen muchos estudiantes cuando en los exámenes se les pide que expliquen, comparen, establezcan diferencias, etc. Y también explica por qué esos mismos estudiantes, durante las clases cotidianas, no son capaces de explicar un tema determinado si no se les permite leer su contenido en el texto correspondiente.

 Y lo que es más preocupante aún: el orgullo de ser el mejor del curso parece haberse extinguido o desaparecido por completo de su universo mental. A la mayoría le basta con aprobar al “ras” la asignatura, pero muy pocos hacen lo posible para lograr este limitado y académico propósito. La “ telefomanía o “bibimanía”, la “feibumanía”, la “twittermanía”, la tecnología mal empleada y el “jangueo” sin límites consumen la mayor parte de su tiempo, y se traducen en actividades que en orden de prioridad están primero o se imponen a cualquier tipo de compromiso académico.

 Así son, con sus naturales excepciones, nuestros estudiantes: fiel y auténtica expresión de una posmodernidad que les aconseja “no matarse mucho”, “cogerlo suave”, “disfrutar el presente”, no agradecer ni valorar los esfuerzos o múltiples sacrificios en que incurren los padres para costearles sus estudios. Expresión de una postmodernidad que les aconseja, simple y sencillamente: “VIVIR LA VIDA…”

jueves, 7 de noviembre de 2013

CAPSULAS LEXICOSEMÁNTICAS.


  Por: Domingo Caba Ramos.

 1. DEBER Y DEBER DE… 

 Cuando deber forma una perífrasis, es decir, se une a otro verbo perdiendo el significado para expresar obligación o duda: debes ir / deben de ser las ocho, puede hacerlo de dos maneras:

 1. Deber + infinitivo
  2. Deber de + infinitivo. 

En el primer caso, la perífrasis expresa obligación.

 Debes estudiar más.
 Deberíamos salir ya. 
Debéis fumar menos. 

 En el segundo caso la perífrasis expresa suposición.

 Deben de ser las tres.
 Deben de haber llegado ya.
 Debe de haber perdido el tren.

 Como se puede apreciar, cada una de estas construcciones posee un significado distinto, razón por la cual no se pueden emplear de manera arbitraria, expresando incorrectamente:

 1. El gobierno debe de resolver el problema de los apagones. ( Mejor : El gobierno debe resolver el problema de los apagones) 

2. El delincuente debe ser uno de los tantos deportados que han llegado a nuestro país en los últimos años. ( Mejor : El delincuente debe de ser uno de los tantos deportados que han llegado a nuestro país en los últimos años) 

 2. REANUDAR Y REINICIAR. 

 Son muchos los hablantes o usuarios de nuestra lengua que consideran que los verbos reanudar y reiniciar significan lo mismo. Nada más apartado de la realidad. Tales formas verbales no son sinónimas. Una y otra entrañan distintos valores significativos.

 Reiniciar debe emplearse para aludir al hecho de volver a principio de una actividad suspendida. Reanudar, por el contrario, es la forma recomendada para referirse a algo que vuelve a ponerse en marcha a partir del punto en que se suspendió. Merced a estos conceptos se infiere que para reiniciar algo es necesario volver al principio. De ahí que se reanuda, no se reinicia, el juego momentáneamente suspendido por causa de la lluvia, vale decir, se arranca desde el punto en que se interrumpió.

 Ahora bien, si la lluvia no para y el juego hay que suspenderlo en forma definitiva, cuando todavía no había sido declarado oficial, el mismo habrá de reiniciarse, no reanudarse, en una nueva fecha. En tal caso, dicho juego deberá comenzar desde el principio, y no desde el punto en que fue suspendido.

 3.  VEREDICTO FINAL.

 En la prensa, tanto nacional como internacional, es común encontrarse con el uso frecuente de la construcción léxica veredicto final. Al usarse esta, ciertamente, se incurre en caso de pleonasmo o redundancia, toda vez que el término veredicto es en sí mismo un dictamen o fallo final emitido por juez, jurado o autoridad competente. Por ser así, el solo uso de veredicto basta para garantizar el justo sentido de lo expresado. El adjetivo final sobra, nada agrega, no hace falta.

jueves, 31 de octubre de 2013

LA EXPRESIVIDAD DE LOS DOMINICANOS

 Por: Domingo Caba Ramos.

 Es increíble la exagerada expresividad del dominicano. Pienso que talvez no existe en el mundo otro ser más parlanchín y comunicativo que los nacidos en esta tierra.

 Es sorprendente cuan imposible se le hace al dominicano promedio mantenerse en silencio cuando no debe hablar. De ahí que nunca calle, siempre está hablando o articulando palabras. Nunca le da “vacaciones a la lengua”. Por eso todo lo informa, todo lo comunica , todo lo pregunta, no importa lo íntimo que sea el mensaje de que se trate.

 Y es por eso que cuando se nos interroga sobre cualquier asunto, nuestras respuestas generalmente trascienden el contenido de la interrogación, contestando mucho más de lo que se nos ha solicitado. Y en tal virtud, en los casos en que solo debemos responder con una palabra, con un sí o con un no, agregamos datos adicionales que se convierten casi en un verdadero reportaje periodístico.

 ¿Cuántos hijos tienes? – le pregunté al alguien una vez, en una entrevista de trabajo.

 La respuesta fue toda una verdadera autobiografía:

 “Tengo cinco hijos, tres varones y dos hembras. Las hembras ya se casaron, la más vieja tiene un niño y la otra está embarazada. Los varones no se han casado, están estudiando…”

 Yo tuve que esperar pacientemente a que su biográfica perorata terminara.

 Así somos los dominicanos : sumamente expresivos, extremadamente parlanchines.

 Móntese en una guagua del transporte público o vaya a un centro de belleza, y de seguro que usted, amigo lector, sin proponérselo, se enterará de las más sorprendentes, inimaginables y confidenciales informaciones.

viernes, 18 de octubre de 2013

EL HAITIANITO AVENTURERO

Por: Domingo Caba Ramos.


Me encontré con él el pasado lunes en la mañana. Con su cajita de limpiar zapatos en la mano derecha y una ingenua y tierna sonrisa amarrada a su rostro infantil, Júnior Yan se desplazaba “a pasitos lentos” por la calle principal de una de las urbanizaciones (Reparto del Este) que forman parte de la Ciudad Corazón. Justamente pasó frente a mi casa en el momento en que me disponía marcharme a cumplir con mis compromisos laborales. Tan pronto me vio, no tardó en formularme la pregunta de rigor:

 -¿“Tu querer limpiar zapatos…”?.

 Sin pensarlo mucho le respondí que sí, más por conversar con él que por lustrar unos zapatos que no requerían tal limpieza .Y empezamos a hablar.

 Hijo de Franklin Yan, chofer y propietario de una guagua (minibús) del transporte público en Puerto Príncipe, Haití, Júnior Yan, de 12 años de edad, logró reunir dos mil quinientos pesos, y sin decirle nada a su padre, se lo entregó a uno de los delincuentes dedicados al tráfico ilegal de haitianos, el cual encaramó al infante en un viejo autobús y lo depositó en el kilómetro siete y medio, carretera Santiago Licey, donde reside actualmente en condiciones infrahumanas.

 Viajó acompañado del compatriota que lo “sonsacó” para que emigraran a la República Dominicana con el argumento de que en este país se gana mucho dinero. Hoy Júnior vive en la casa del amigo seductor, quien, al igual que él, es limpiabotas. La esposa de este humilla y trata mal al niño. Por eso Júnior tiene que comprar su comida, así como lavar y planchar su ropa. Y para conseguir dinero, diariamente se traslada a pie a la ciudad de Santiago para ver si haya a quien limpiarle un par de zapatos.

 Como salió escondido de su padre, este no sabe qué ha sido o dónde se encuentra su hijo.

 Cuando abandonó a Haití, Junior cursaba el tercer año de básica. Además de creole dice que habla francés y un poco de inglés. Que quiere regresar a su patria para continuar sus estudios, ya que aquí está sufriendo mucho, y que no ha podido hacerlo porque le faltan mil quinientos pesos. Se trata este caso de uno de los tantos que conforman el triste drama para muchos, y rentable negocio para unos pocos, de la inmigración haitiana.

 Limpios mis zapatos, le pagué al pequeño limpiabotas el doble del costo de su lustradora faena. Con su cajita en la mano derecha y sin abandonar su infantil y tierna sonrisa, Junior, el haitianito aventurero, se marchó siempre “a pasitos lentos”, y muy pronto su imagen, no era más que un punto negro perdido en la distancia.

 (Publicado en la prensa nacional en noviembre 2011)

ORTOGRAFÍA DE LA VOCES PREFIJADAS

 Por : Domingo Caba Ramos.

 Los prefijos deben escribirse unidos a la palabra que acompañan.

 En la Ortografía de la lengua española ( 2010) , por primera vez, se ofrecen normas explícitas sobre la escritura de las voces o expresiones prefijadas.

 Los prefijos son elementos afijos carentes de autonomía que se unen por delante a una palabra o base léxica, a la que agregan diversos valores significativos, originándose así una nueva palabra. Esas nuevas palabras que se forman reciben el nombre de voces prefijadas: superdotado, reconectar, internacional, exnovio, desapartar... Son prefijos en estos ejemplos: super, re, inter, ex y des.

 Las normas que reglamentan el uso correcto de las voces prefijadas, según la nueva Ortografía de la lengua española, son las siguientes:

 1. Sin guion ni espacio separador.

 Constituyen los prefijos, unidades morfológicas y prosódicas y, por ello, salvo casos excepcionales, incluyendo el prefijo ex, deben escribirse unidos a la palabra o base léxica que acompañan cuando esta es univerbal, es decir, cuando está constituida por una sola palabra (‘ultramar’, ‘submarino’, ‘vicepresidente’, ‘antinarcóticos’, ‘exoficial’, ‘exmarido’…) 

 En virtud de lo antes expresado, se consideran inapropiadas las palabras en las que el prefijo aparece unido con un guion (vice-presidente, sub - marino) o separado por un espacio en blanco (vice presidente, ex oficial).

 En el caso de los prefijos que se unen a la palabra sin guion separador, existe la posibilidad ,y se recomienda, reducir a una sola las dos vocales iguales contiguas que resultan de unir un prefijo terminado en vocal a una palabra que empieza también por esa misma vocal. Al respecto, la nueva Ortografía establece que:

 “En aquellos casos en que de forma generalizada y en todos los niveles del habla, se articula una vocal simple, es frecuente y admisible la reducción gráfica de las dos vocales a una sola” (OLE,p. 164).

 Para que esta simplificación vocálica se considere adecuada o admisible, es necesario que se cumplan las siguientes condiciones:

 a) Que se haya generalizado en la expresión oral, es decir, que al hablar, de las dos vocales, solo una se pronuncie: contraatacar ; contratacar; portaaviones ; portaviones; antiimperialista ; antimperialista; microorganismo ; microrganismo, etc. En estos ejemplos, las formas en negritas y subrayadas se consideran correctas.

 b) Que el nuevo término no coincida con otro ya existente de distinto significado. En el verbo ‘reemitir’ (‘volver a emitir’), por ejemplo, la doble vocal debe mantenerse, pues simplificarla equivaldría a formar un verbo diferente: ‘remitir’ (‘enviar’)

 c) Que la vocal por la que comienza la palabra base no sea en sí misma un prefijo. Por eso deben conservarse las dos vocales o no se admite su reducción en voces como ‘semiilegal’ y ‘ultraamoral’ ,puesto que en ellas las palabras base , ilegal y amoral empiezan por las vocales i y a respectivamente.

d) Las voces con el prefijo co- seguidas de o- suelen mantener las dos vocales: cooperativa, coordenada, coorganizar, coordinación, etc.; pero en aquellas en que la reducción vocálica es general en la pronunciación, no serían censurables las vocales o letras simplificadas, como bien se aprecia en las palabras que a continuación aparecen subrayadas y en negritas: cooperar ; coperar; coordinación ; cordinación (OLE, 2010, p. 171).

 2. Unidos con guion.

 Los prefijos se unen con guion a la palabra base cuando la siguiente comience por mayúscula o sea un número (anti-ONU, anti-Fidel Catro, pro-Estados Unidos, sub-21, super-8.

3. Separados por un espacio en blanco. 

 Los prefijos se escriben necesariamente separados por un espacio en blanco de la base a la que afectan cuando esta es pluriverbal, es decir, cuando está constituida por varias palabras que tienen un significado unitario (‘ex alto cargo’, ‘vice primer ministro’, ‘anti pena de muerte’)

domingo, 6 de octubre de 2013

ORTOGRAFÍA PARA ESTUDIANTES

 (Prólogo al libro «Ortografía para estudiantes», del prof. Edwin Paniagua)

 Por: Domingo Caba Ramos.



 “… la ortografía representa el pilar fundamental de la unidad de la lengua. Mientras los demás planos lingüísticos (fonología, morfología, sintaxis y léxico) se hallan sujetos a los parámetros de variación, la ortografía es un código uniforme en el que todas las variables se diluyen…”

 (Ortografía de la lengua española, 2010, XL).

 La Ortografía es la disciplina lingüística que se ocupa de describir y explicar las normas que regulan la correcta escritura de la lengua. Regula la Ortografía el modo correcto de escribir, es decir, el buen uso de los signos gráficos dentro de la palabra.

 Esa regulación apunta hacia el logro de un magno propósito: la unidad de la lengua. De no existir un código ortográfico, compuesto por reglas claras y precisas que rijan el uso del idioma, inevitable resultaría la fragmentación de este, por cuanto en cada comunidad lingüística se establecerían normas sectoriales y se escribiría atendiendo a sus particularidades fonéticas. Y si cada miembro de una comunidad de hablantes escribiera según su propio criterio articulatorio, la lengua escrita se convertiría en un verdadero caos comunicativo. De ahí que se haya escrito con sobradas razones que «… la ortografía representa el pilar de la unidad de la lengua».

 Con el propósito de preservar esa unidad y reforzar el dominio del código escrito de la lengua, se han escrito numerosos y valiosos manuales de ortografía, entre ellos, este que el profesor Edwin Paniagua pone en manos de los estudiantes.

Los problemas ortográficos siempre han existido, existen y existirán a través del tiempo. Borra este juicio la falsa creencia de que la solución de tales problemas se origina, inicia y termina en los niveles básicos y medio del proceso educativo, y que, por esa razón, al ascender al nivel superior, los estudiantes nada o muy poco tienen que aprender; pero nada más distanciado de la realidad.

Está más que comprobado que nuestros estudiantes universitarios y, peor aún, los profesionales egresados de los centros de estudios superiores, conservan notables deficiencias en el manejo del código gráfico de la lengua española, como muy bien se puede apreciar en la nota que un ingeniero industrial me remitió vía correo electrónico cuando ambos desempañábamos puestos directivos en un prestigioso grupo empresarial de la ciudad de Santiago de los Caballeros. El texto de la breve nota decía así:

« La reunión se llebara a cabo a la sinco de la tarde en el salon de conferencia y en ella trataremos asunto muy inportante para la compañía y para todo los empleado…»

 ¿Qué significa eso?

 Que si las fallas ortográficas son continuas y permanentes, el aprendizaje y la enseñanza para superarlas deben ser también procesos continuos y permanentes. Consciente, talvez, de esa realidad, el texto del profesor Paniagua no ha sido concebido para estudiantes de un grado específico, sino para los que cursan estudios en todos los niveles de enseñanza. De ahí su título: Ortografía para estudiantes. O, lo que es lo mismo, esta Ortografía para estudiantes bien puede ser utilizada por el alumno que se sienta en el pupitre del nivel básico, en la butaca del nivel medio o en la silla de la universidad.

Como bien lo afirma el afamado lingüista y maestro puertorriqueño, doctor Humberto López Morales:

« Al enseñar Ortografía se corre el riesgo de quedarse en formulaciones teóricas. Siempre es una tentación para todo autor el ofrecer un elaborado corpus de doctrina, olvidando o relegando la praxis a una mínima expresión…», vale decir, que la teoría no debe imponerse a la práctica.

 El profesor Paniagua también parece haber asimilado bastante bien esta otra lección, toda vez que la lectura es uno de los recursos didácticas que emplea al tratar cada tema, esto es, apela a textos cuyo contenido guarda estrecha relación con cada tema tratado. Ese enfoque integrador también le imprime dinamismo al proceso enseñanza – aprendizaje de la Ortografía.

 Es importante precisar que en estos tiempos posmodernos, caracterizados por el facilismo y la vida acelerada, constituye un gran reto enseñar ortografía Tiempos en los que los particularismos ortográficos parecen competir con el criterio académico. Tiempos en los que la red de Internet con su chateo y conversaciones rápidas ha establecido sus propios códigos ortográficos. Tiempos, en fin, en los que nuestros jóvenes prefieren escribir bn, en lugar de bien; xq, en vez de porque; llovien2, por lloviendo; cole, en vez de colegio; uni, en vez de universidad y 100pre, en lugar de siempre.

 Sin embargo, conviene hacer el esfuerzo por aprender y adquirir un adecuado dominio de la ortografía, por tratarse esta de un instrumento de capital importancia para el enriquecimiento de la composición y la redacción. Porque su dominio es fundamental para la exacta formulación escrita de nuestros pensamientos. Porque su aprendizaje, aparte de conceder prestigio, favorece el análisis, comprensión y fluidez de las ideas. Porque el dominio ortográfico repercute, necesariamente, de manera positiva en el dominio de los aspectos léxico, semántico, sintáctico y morfológico de la lengua.

Por último, vale también precisar que en el proceso enseñanza – aprendizaje de la Ortografía, la principal responsabilidad descansa en el alumno que aprende y no en el maestro que enseña, esto es, se aprende ortografía cuando se desea aprender ortografía. De lo contrario, las mejores intenciones y todos los esfuerzos que pueda realizar aquel que enseña quedan sepultados en el nicho de la inoperancia y el desinterés.

 Ojalá que el estudiante a cuyas manos llegue esta importante y didáctica Ortografía para estudiantes quiera o desee verdaderamente aprender ortografía. De suceder así, el éxito estudiantil y, más tarde el profesional, le sonreirá.

 SANTIAGO DE LOS CABALLEROS.
 4 de mayo del 2013.

martes, 1 de octubre de 2013

EN TORNO AL LIBRO "PARTE DE MI VIDA", DE RAMÓN ANTONIO VERAS.

Por: Domingo Caba Ramos.

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 II. Valor didáctico del libro. 

 El libro Parte de mi vida, conviene repetirlo, vale no solo como memoria y autobiografía, sino también como código de conducta. Y vale como esto último, por cuanto en su sentido profundo entraña múltiples enseñanzas. Esto significa que más allá del interés meramente informativo, del deseo de comunicar a sus descendientes detalles importantes acerca de lo que fue su “vida material y espiritual en la niñez…”, el doctor Veras, consciente o inconscientemente, quiso transmitirles o dejarles a sus “hijos, nietos y nietas” una lección de vida que los guíe por las rutas de la grandeza espiritual y los aparte de los antivalores que en forma progresiva se multiplican y ganan espacio en este mundo posmoderno.

 ¿Cuáles son esas enseñanzas?

 El primer mensaje que se extrae de la lectura del texto es que independientemente de lo mucho que en el presente nos haya favorecido la fama, nuestro pasado de humildad, pobreza y limitaciones, nunca debemos ocultarlo. Así parece entenderlo el autor de Parte de mi vida, cuando sin complejos ni prejuicios describe la paupérrima situación en la que se desarrolló su niñez, y confiesa, en tal virtud, que fue limpiabotas, canillita, mensajero, aguatero, aprendiz de mecánica y bacheador de calles. Y sin vergüenza, prejuicios ni complejos igualmente confiesa que en el hogar de sus años infantiles no existían más ajuares que «una tinaja, cuatro catres, una pequeña cama, dos o tres sillas de guano y cinco o seis platos, algunas cucharas, mosquiteros y sábanas…»

 Pero no solo eso. 

Negro Veras, además de pretender que sus “hijos, nietos y nietas” se enteren de los episodios más relevantes que rodearon la niñez del padre y el abuelo, desea que sus vástagos aprendan y tengan muy presente:

 a) Que el ser humano debe ser franco y sincero, y que la simulación la mentira deben siempre evitarse: « La franqueza – afirma - ha sido una línea de comportamiento en mi vida… La simulación no tiene espacio en mí. Al fingimiento lo veo como algo insoportablemente artificial. Detesto el aparentar porque la apariencia no me cuadra…» (pág. 30)

b) No se debe discutir ni tratar de convencer a quien no está preparado para aceptar la verdad absoluta.

 c) No es posible botar los alimentos que sobran en la mesa, mientras existan otros que los puedan disfrutar : « Todo excedente de la ración alimenticia, generalmente termina siendo distribuido entre familiares, amigos y conocidos» ( pág.41)

 d) Solo a través del trabajo y los estudios la persona puede desarrollarse material y espiritualmente: « Yo vivía convencido de que estudiando y trabajando podía llegar a cambiar la vida material y espiritual mía y de mi familia…» ( pág. 45)

 e) La pobreza no necesariamente implica suciedad : « La pobreza no entraña suciedad, una no se corresponde ni acompaña a la otra» (pág.45)

f) La puntualidad es un atributo: «… detesto que me hagan esperar más allá de la hora acordada… (pág. 58), «Mi deseo es que mis nietos y nietas hagan de la puntualidad un atributo de su vida…» (pág. 59)

 g) Al ser que nos trajo al mundo, la madre, debemos siempre amarlo, respetarlo y reconocer la abnegación, entrega y grandes sacrificios que este es capaz de realizar en pos del bienestar general de sus hijos: « Todo ser humano con sensibilidad  sabe lo que significa una madre. Pero para nosotros, nuestra madre además del cariño de madre que le tenemos, también la adoramos como nuestra madre y nuestro padre» ( pág.68)

 h) Hay que fomentar la práctica de ahorro y no aferrarse al dinero u otros bienes materiales: « A mis nietos y nietas les digo que vean el dinero como una mercancía más, que no se aferren a nada material…» (pág. 72)

 i) No debemos ser conformistas ni resentidos.

 j) Debemos ser transparentes en nuestros actos.

k) Los padres deben ser los mejores amigos de sus hijos: « Mis hijos saben que han tenido y tienen en mí a su mejor amigo…» (Pág. 109)

 l) Hay que ser constante y perseverante : «El mundo es de los que luchan contra la adversidad» ( pág.117) Estos son solo algunas de las ideas que se traducen en la más constructiva enseñanza, no solo para los hijos, nietos y nietas del doctor Veras, sino para todo quien lea su muy valioso texto.

 III. “Áspero”, “malas pulgas”, “quisquilloso”, “poco tierno” y “malo de lavar…”

 El doctor Negro Veras, afirman jocosamente sus más cercanos y queridos amigos, es “áspero”, “quisquilloso”, “malo de lavar” y “malas pulgas” lo acompañan.

 Saber si las anteriores cualidades se corresponden con la realidad, pienso que carece de importancia y trascendencia. Lo que sí importa, es saber que este digno ciudadano ha sabido prestigiar la teoría con la práctica , defender durante toda su vida  los mejores intereses de sus país y mostrar una ejemplar conducta social y familiar que lo han llevado a ganarse el respeto y aprecio de todo el pueblo dominicano.

sábado, 21 de septiembre de 2013

TODO EN UN MINUTO

Por : Domingo Caba Ramos.



 Martes 24 de julio del 2007. Hora: 12:30pm. Los rayos del sol, más ardiente que nunca, descendían en forma vertical, convirtiendo a la Ciudad Corazón (Santiago de los Caballeros) en un verdadero horno.

 Al llegar a la intersección de las avenidas 27 de febrero y Estrella Sadhalá, espero durante un minuto hasta que el semáforo cambie de rojo a verde. Apenas me había detenido, cuando escucho que alguien toca insistentemente la puerta izquierda de mi carro. Bajo el cristal, y mis ojos chocan de frente con la rodante plaza comercial que allí diariamente opera. Un mercado ambulante en donde todo parece ofertarse.

 - “Llévate dos aguacates de estos – se escuchó una voz.

 - Son muy buenos…” – insistió.

 - ” ¿No desea gafas de sol para la playa…? – interrumpió otra”

 - “Tengo tarjetas de llamadas, ¿quiere una…?” – informó y preguntó una tercera.

 En medio de semejante asedio, veo que un objeto, lanzado no sé de dónde, se acerca amenazando con destruir el vidrio delantero del verde vehículo en cuyo interior permanezco. Parece una piedra. Me agacho. Pronto me doy cuenta que no se trata de lo que yo había pensado, sino del sucio lienzo usado por los limpiavidrios que nunca solicitan autorización para realizar su lustradora labor.



No me había repuesto del susto cuando veo que frente a mí, recostados en el vehículo, se encuentran dos jóvenes: una de coqueta, insinuante y erótica mirada provista de un transparente envase pletórico de tarjetas de llamadas, y otro casi “metiéndome por los ojos” una maceta de limoncillos.

 Despacho a los persistentes ofertantes y acto seguido subo el cristal. De nuevo otra persona toca sin detenerse la puerta derecha. Se trata de un señor, aparentemente ciego, quien llevado de las manos de un niño tiende la suya para que yo deposite en ella una limosna.

 Entrego al “invidente” la única moneda que me queda. No se había marchado este aún, cuando al voltear la cara veo que un joven de corpulenta anatomía y cara de mal amigo se aproxima en forma desesperada portando un filoso machete.

 -“Hasta aquí llegó mi vida – me dije.

 Simulo no verlo. Pienso en un posible atraco. El hombre se aproxima cada vez más . Un policía también se acerca. Esto me da seguridad. Bajo el cristal y el otro sube el machete. Mis nervios comienzan a descontrolarse. En ese momento tengo por seguro de que al día siguiente todos leerán en la prensa nacional el siguiente titular: “ATRACAN PROFESOR A PLENA LUZ DEL DIA”.

 Pero, a pesar de tan nefasto presagio, me visto de valor y atiendo al hombre del machete:

 - “Este es un buen machetico para la casa. Cómpramelo”- me dice, sin mediar palabras, con acento lastimero e insospechada cortesía.

 La luz roja del semáforo desaparece y reaparece la verde. Mi vehículo comienza de nuevo a desplazarse. Los miembros de la plaza rodante quedan atrás. Los miro a través del espejo retrovisor. Una sonrisa incierta se dibuja en mis labios, y pienso que lo contado ocurrió en horas. Reacciono y entiendo que no fue así.

 El hecho relatado sucedió sólo en un minuto.