viernes, 13 de noviembre de 2009

EN LA CALMA ALDEANA:(Cinco Sonetos para un solo sentimiento)
Por : Domingo Caba Ramos.



“Yo fui tamborileño en París, en Nueva York, en Centroamérica y en Santiago.”
Tomás Hernández Franco ( * )

En 1921 publicó Tomás Hernández Franco* (Abr. 1904 - Sept. 1952) su primer libro de versos: Rezos Bohemios, uno de cuyos capítulos, “En la Calma Aldeana, está dedicado o inspirado en esa “aldea ilusionada de sus cantos”, (Tamboril), de que nos habla el poeta vegano J. Furcy Pichardo en el prólogo de la obra.

Dicho capítulo está compuesto por cinco sonetos de profundo fervor tamborileño, constituidos a su vez, como lo expresa el ya citado prologuista, por “versos felices de concepción y ejecución”; en los que el poeta pinta “la vida o el sueño de su aldea gentilísima y romántica, o dormida tras el idílico evangélico de amor de todas sus mujeres, bajo la planta de la luna, siempre en el recodo fresco de sus lomas, junto al arroyo inolvidable, al pie del robledal hablador incorregible de seducción y de quimera..”

Son cincos sonetos en los que el Tamboril de principio de siglo aparece fielmente retratado. Son cinco sonetos para un solo sentimiento.

Estos son sus títulos: “media noche”, “Tristeza del domingo”. “En la vaga penumbra”, “La aldea está triste” y “En la paz del crepúsculo”. Y esto son sus versos:

MEDIA NOCHE

Es muy puro el encanto de esta noche de luna;
la aldea se ha dormido bajo un cielo de plata,
y un arroyo murmura, como un canto de cuna,
monorrítmicamente su perenne sonata...
Los robles también duermen, como gigantes buenos,
bajo el celeste amparo de esta noche tan clara,
¡taciturnos, sombríos, sufridos y serenos,
son como los vencidos de una epopeya rara!
Todo es paz en la aldea. El viejo campanario,
sobre su cruz sostiene un búho funerario,
como un perverso emblema de horror y brujería...
... Hierático y solemne, el búho no ha sentido,
a un rayo de la luna en él se ha detenido,
mientras reza el rosario de su misantropía...

TRISTEZA DEL DOMINGO

Tristeza del domingo. La gris melancolía,
que padece el paisaje, ha llenado la tarde...
¡los mismos ruiseñores mataron su alegría,
por no aplacar la angustia de esta vida cobarde ¡

...Florece en mí el fastidio que me infunde lo igual,
...todo es igual, lo mismo... el arroyo que ríe...
el viento que murmura por entre el robledal,
y hasta el color rojizo que la tarde deslíe!...

No hay una nota alegre en la tarde aldeana:
el sol se va ocultando tras la sierra lejana,
mientras leo un soneto del divino Musset...

Y decora esta tarde la silueta exquisita,
que veo en la lejanía de una mujer bonita,
leyendo a la Invernizio a Carlota Braemé,

EN LA VAGA PENUMBRA

En la semi - inconsciencia de esta vida aldeana,
cuando caen de la noche los primeros crespones,
vibra pausadamente la voz de una campana,
como un eco gigante de muchas oraciones....

Hay beatitud sencilla en la rústica escena:
florecen “Padre Nuestros” en labios temblorosos,
y alguna novia triste desahoga su pena,
rezando por el novio, con los ojos llorosos...

Se ha extinguido en la noche la voz de la campana,
ya las gentes no tienen la ingenuidad cristiana,

que les diera un momento la oración vesperal.

En tanto yo me alejo por la penumbra,
admirando a la luna que el panorama alumbra,
y en busca del encanto de una charla trivial...

LA  ALDEA ESTÁ TRISTE.            

La aldea está muy triste desde que tú te has ido,
le falta tu alegría, le falta tu belleza...
¡y hasta mis propios versos por ti se han conmovido,

al contar esta pura y aldeana tristeza!

Pasaste como un sueño de rara fantasía,
y triunfó la elegancia de tu azul gentileza,
¡y era franca tu risa de una eterna armonía,
como si fuese risa de una infantil princesa!

...¿Te acuerdas del arroyo que siempre gluglutea,
cual si contase un cuento pasional a la aldea,
envuelto en el misterio de un divino secreto?...

Así van mis estrofas contándote la pena,
que yo he aprisionado con la ideal cadena,
de catorce eslabones de este mismo soneto!

EN LA PAZ DEL CREPUSCULO

El crepúsculo vierte su divina tristeza,
en el bello paisaje. Una franja grisácea,
es un río que canta, con su eterna pereza,
arrullando la muerte de la tarde violácea...

Al sembrar el ocaso sus oros en la tarde,
que plena de paisaje castamente moría,
brotó lejos el ritmo de algún rezo cobarde
ungido con el Ángelus y con Avemaría...

El crepúsculo tiene languideces humanas,
y semeja el incendio de ciudades lejanas,
que el alma ha soñado visitar algún día,

Para allá, entre ruinas, sepultar su secreto,
atado con los versos del póstumo soneto,
mientras muere la tarde con su roja agonía!

( * ) - Tomás Rafael Hernández Franco
. Poeta, cuentista, ensayista, orador, periodista y diplomático. Nació en el municipio de Tamboril, Santiago, República Dominicana, el 29 de abril de 1904 y murió en la ciudad de Santo Domingo el día 1 de septiembre de 1952. Poeta destacado, compuso uno de los textos capitales del siglo XX, en la República Dominicana : el poema " Yelidá", su obra maestra.

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