domingo, 22 de noviembre de 2009
EL PREJUICIO RACIAL EN LA REPUBLICA DOMINICANA
(Tercera y última parte)
“Si en mi alma hay flores,
son flores morenas,
también mis auroras,
son auroras negras”
( JUAN SANCHEZ LAMOUTH )
1. Refranero negro dominicano.
La paremiología dominicana contiene importantes muestras en las que se ataca y denigra a los negros.
Veamos algunos de los más populares refranes:
“El negro es comida de puercos”
“El prieto es prieto”
“El negro que no la hace a la entrada, la hace a la salida”
“¡Tenía que ser un negro...!”
“El negro es como la guinea, que siempre tira para el monte”
“El negro no es pará”
“Los negros no son gente”
“No puede negar que es prieto”
“¿Negro en mi casa?… yo”
Resulta importante destacar que hasta los órganos del cuerpo humano adquieren connotaciones especiales dependiendo del color que tenga la persona que los posea. Mientras el blanco posee labios, el negro lo que tiene es bembes, chembas o bembas; el blanco tiene cuello, el negro cocote; los brazos del negro no son brazos, sino molleros; en su cabeza no hay pelos, sino motas o pimientas; sus pies no son más que ñames o patas.
11. El prejuicio racial en la poesía folklórica dominicana
Las alusiones más degradantes, satíricas, ofensivas a los rasgos físicos, morales y espirituales del negro se pueden recoger en muestras extraídas de nuestra poesía folklórica .
Son muy escasos los rasgos del negro que no son objeto de desprecio y ataque en las dos principales manifestaciones del folklore poético dominicano : la décima y la copla anónima.
Para las mentes racistas, el pelo “bueno” es propio del blanco, mientras que el “malo” pertenece al negro. Así queda expresado en la siguiente copla:
“Ayer te mandé un pan blanco
y un arenque pa’ que cene
y no te mandé pimientas
porque tu cabeza tiene.”
Tanto en nuestro país como en otros afroamericanos los labios del negro reciben el despectivo nombre de bembas o bembes. Una copla dice:
“En la puerta de mi casa
hay una mata de bambú
donde beben mis amigos
no bebe un negro bembú”
Cuando el general Ulises Heureaux (Lilís) gobernó la República Dominicana, muchos dominicanos se apoyaron en su color negro para molestarlo y mortificarlo con términos y expresiones que se referían a su persona en forma peyorativa.
De él se llegó a decir que era brujo, que se volvía galipote y que estaba “untao”, o sea, preparado para que a su organismo no penetraran las balas. En cierta ocasión una señora de la alta sociedad lo confundió maliciosamente con un “nublado”.
Ni squiera con su muerte se le dejó tranquilo, como se refleja en esta socarrona y mortificante copla:
“De los bembes de Lilís
sabiéndolos compartir
salen dos tocinos gordos
muy sabrosos para freír.”
Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba y genial exponente de la poesía negroamericana, en su famoso poema “Negro bembón”, eleva un canto de aliento al negro que rechaza airadamente la sarcástica denominación de sus labios, cuando pregunta:
“¿Por qué te pones tan bravo,
cuando te dicen negro bembón,
si tienes la boca santa,
negro bembón?”
En la presente copla se hace referencia a otros rasgos físicos del negro:
“El negro pata de arepa
narices de berenjena
aunque Dios baje del cielo
el negro no es cosa buena.”
Quienes discriminan al negro no escatiman esfuerzos en desvalorizarlo, comparándolo en todos los aspectos con el blanco:
“Los blancos huelen a polvo
y los indios a canela
y los malditos negros
a berrenchín de culebra.”
¿Para qué fue creado el negro? Tres coplas en variantes diferentes tratan de responder la pregunta. En ellas es fácil notar la relación Negro - Diablo.
La primera dice:
“El negro lo hizo Dios
para completar un grupo
y el negro salió tan bruto
que el diablo se lo llevó”
Esta segunda variante es bastante parecida a la primera:
“El negro lo mandó Dios
para completar un grupo
pero lo encontró tan bruto
que al diablo se lo entregó”.
En la tercera copla se alude indirectamente a la condición de esclavo de que fue objeto el negro por parte de los conquistadores españoles:
“El negro lo hizo Dios
para servirles a los blancos
y depués que va pa viejo
de cuco pa los muchachos.”
La asociación del negro con el diablo logra su más sólida expresión en la copla que dice:
“El blanco es hijo de Dios
y el mulato de san Pedro
y al negro lo engendró el diablo
para tizón del infierno.”
Al negro siempre se le ha querido presentar como un ser bruto, tonto, idiota y sin importancia; comparable por consiguiente, a elementos desechables o a seres irracionales de la realidad:
“El negro y la sica de vaca
son dos cosas parecidas
que por fuera está reseca
y por dentro resumida”
“El negro por justa ley
y por su mala conducta
debe andar con una tusa
limpiándole el rabo al buey.”
“El negro y el mulo son
según se dice, parientes
el mulo por sus resabios
y el negro por creerse gente"
La mezcla del negro con el blanco parece ser incompatible. Esto sólo puede ocurrir cuando el blanco piensa obtener del negro algún beneficio. Muestra de esta idea se extrae de la presente copla:
“Si ves a un blanco comiendo
de un negro en su compañía
o el blanco le debe al negro
o es del negro la comía”
El estado de inferioridad social del negro aparece plasmado o sugerido en este par de epigramas:
“Negro no se sienta en silla,
ni tampoco en taburete
negro se sienta en el suelo
o si no hala un tolete.”
“El negro y el sinvergüenza
nacieron de una barriga
el negro nació primero
con el sinvergüenza arriba.”
Hay quienes sostienen que en la República Dominicana no existe la discriminación racial. Los que así opinan justifican su punto de vista argumentando que el negro criollo tiene cabida en los diferentes círculos sociales que convergen en nuestro país, tales como clubes, negocios, partidos políticos, etc.
Las muestras que hemos presentado, sin embargo, nos permiten refutar tal planteamiento y reafirmar nuestra tesis original: todos los dominicanos, sin importar el color de la piel, somos racistas. Heredamos un complejo étnico que por estar alojado en la zona más profunda de nuestra conciencia, ignoramos su presencia, originándose, de esa manera, la falsa creencia de que en nuestra mente y en la de los demás no existe el prejuicio contra el negro.
Pero no sólo en Santo Domingo. En el folklore literario cubano, venezolano y colombiano se registran puyazos poéticos dirigidos directamente a la epidermis del negro:
“Me puse a lavar un negro
a ver qué color cogía
mientras más jabón le echaba
más cenizo se ponía.”
“La negra que se echa polvo
y viste de muselina
parece troncón quemado
cubierto por la ceniza.”
Y también coplas como la que sigue, en la cual un cantor venezolano relata su infeliz experiencia amorosa:
“Queriendo estuve a una negra
un verano y un invierno
y me parece que estuve
diez años en el infierno.”
La relación sentimental del blanco con el negro es ironizada de manera punzante por otro coplero venezolano :
" La mujer que por locura,
tiene un negro por amante,
aunque el sol esté radiante,
siempre ve la casa oscura."
El profesor e investigador cubano José Juan Arrom reconoce, sin embargo, y nosotros compartimos sus planteos, que el tono del improperio se eleva según la proporción de las llamadas personas de color en cada región. De ahí que en aquellos países de América donde la densidad de la población negra es escasa o moderada, “el puyazo es usualmente ligero y no deja escozor”, apunta el precitado autor.
Y acto seguido argumenta: “.... en cambio en Santo Domingo, que posee un alto índice de habitantes negros y ha sido dominado por gobernantes negros más de una vez, el insulto se hace caustico y deja llagas” (“Certidumbre de América”, 1971, pág. 137).
En otras palabras, el sentimiento antinegrista está aquí más acentuado.Tan consolidado está ese prejuicio en nuestro país, que de las muestras poéticas investigadas sólo encontramos una en la que el negro es visualizado con cierto grado de defensa y simpatía:
“Negro, no te pongas bravo,
porque te digan ladrón,
que los blancos también roban,
cuando tienen la ocasión.”
Y otra copla en la que negros y blancos quedan emparejados :
" Todo blanco es embustero,
todo pulpero, ladrón,
todo negro pelo liso ,
tiene muy mala intención"
Hasta aquí, nuestras consideraciones respecto a tan polémico y debatido tema.
Para terminar, nada mejor que hacerlo con los versos que se transcriben más abajo por entender que los mismos constituyen la más genuina síntesis de todo lo planteado en el presente ensayo. En ellos, su autor, el afamado poeta Manuel del Cabral, le recuerda a un negro dominicano que:
“Cualquier cosa tuya
te pone triste;
cualquier cosa tuya,
por ejemplo: tu espejo...”
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