sábado, 29 de noviembre de 2025

COMUNICACIÓN TELEFÓNICA Y RELACIONES HUMANAS


Por : Domingo Caba Ramos


Todavía lo recuerdo. Cuando apenas iniciaba su gestión senatorial (2021), el popular cantante, Héctor Acosta, el Torito, con inocultable enfado se quejaba de que algunos ministros y otros funcionarios del incipiente gobierno de su partido, PRM, no le “cogían” o respondían sus llamadas telefónicas.  Tal situación originó que inicialmente las relaciones interpersonales entre el afamado merenguero y algunos de esos funcionarios no fueron las mejores.

Todo lo expresado en el párrafo anterior significa que nada es más sensible y difícil que crear y mantener unas armónicas o cordiales relaciones humanas a través de la comunicación telefónica. Numerosos son los factores que lo impiden: mala educación, yoísmo, ausencia de empatía, engreimiento, irrespeto y deficiente formación cívica, entre otros

 Para lograrlo, cuando se conversa vía telefónica, quizás convenga proceder teniendo siempre en cuenta, entre otras recomendaciones, las que a continuación se me ocurren :

1.      1. Cuando llame a alguien y este no responde, piense que ese alguien puede estar ocupado, durmiendo, enfermo, en un lugar sin señal o, simplemente, no puede hablar en ese momento. También puede deberse a que su teléfono esté dañado o sin carga. Suponer y afirmar, al respeto, el muy odioso e imprudente «Te llamé, pero no me cogiste la llamada», es proceder en forma ligera y no menos impresionista al construir un motivo cuya evidencia no siempre resulta posible aportarla.

2.     2. Nunca  suspenda la conversación con el interlocutor en línea, para conectarse con   la persona que de repente llama por otra línea. Es importante siempre tener en cuenta que, salvo casos de fuerza mayor, la preferencia de la comunicación telefónica le corresponde al primero que llamó, no al segundo.

3.     3. No es de buen gusto ni se corresponde con las más elementales normas de la cortesía y respeto marcar un número telefónico para iniciar un diálogo a distancia en el mismo momento en que de manera presencial usted conversa con una persona. ¿Qué va a ocurrir cuando la persona a quien llamó reciba y responda la llamada? Que la primera deberá entonces callarse, convirtiéndose así en un interlocutor secundario.   Quien yace a su frente es quien debe gozar del privilegio de su atención, no el que está en línea.

4.     4. Si usted llama a un  amigo, pariente o relacionado y alguien le responde diciéndole que no se encuentra, por favor, no insista. Tampoco exprese dudas ni mucho menos insinúe que no cree en lo que se le está diciendo. Usted no tiene pruebas para dudar o no creer, y aunque esté seguro de que el ser a quien llama realmente está presente, la delicadeza y la prudencia aconseja guardar silencio, terminar la llamada e intentar comunicarse más tarde.

5.     5. Si usted llama a un amigo, pariente o relacionado y este le responde diciéndole que «Voy a salir», «Estoy tratando un asunto…», «Tengo personas a mi lado», «En este momento no puedo hablar», «Te llamo más tarde…», etc., por favor, no insista, cállese y cierre cortésmente de inmediato. Tampoco responda de manera “seca” o proyectando una molestia reveladora de que usted no ha creído en la dificultad que se la ha dicho.

6.   6. Cuando reciba una llamada y no disponga de tiempo para hablar en ese momento, con inigualable cortesía, dígale a quien lo llamó que tan pronto como le sea posible le “devolverá la llamada”; pero por favor, llámela, no lo olvide.

7.      7. Por  más incómodo que se encuentre, nunca cierre de repente una llamada telefónica sin antes despedirse de su interlocutor. La cortesía y los buenos modales deben siempre sobreponerse en nuestras relaciones interpersonales y a cualquier incómodo estado emocional. Como dice el pueblo, «nunca le deje al otro la palabra en la boca»

8.      8. Cuando  llame y no le respondan, no permanezca con su teléfono timbrando sin límite de tiempo. Es preferible que a los tres timbrazos usted cierre y marque de nuevo. Si a los dos intentos la conversación no se logra, entonces inténtelo más tarde o pruebe con otra vía de comunicación.

9.      9. Sea empático y evite  parecer egocéntrico y ultranarcisista  presentándose extremadamente expresivo, verboso,  alegre y animado cuando usted desea hablar o quiere  que lo escuchen; pero muy lacónico, cortante, pesado, imprudente o casi mudo cuando a quien le interesa hablar no es a usted, sino al otro. Sentirse escuchado es el mejor regalo que un hablante puede recibir.

1    10. Por último, en la comunicación telefónica se recomienda proceder con sumo tacto, tomando en cuenta siempre el momento sicológico y en virtud de lo que nos dicta el sentido común. Eso permite saber a quién llamar, cuándo llamar, por qué tiempo llamar, qué responder en cada situación ,  el temperamento o perfil de la persona con la cual se habla y hasta el tono de voz del interlocutor, el cual puede traslucir depresión, desánimo, angustias,  problemas y todo lo que quite el deseo de hablar.

Permite saber que no es lo mismo el tiempo y la hora que disponemos para comunicarnos con un pariente o ser de confianza, que con otro de relación distante. Y permite, por fin, detectar la atmósfera sicológica que reina en el entorno de quien nos escucha para saber si vale la pena acortar, prolongar o suspender siempre amablemente la conversación.

¡Ay!, y lo más importante : autorevísese, y pregúntese cuál o cuáles de los defectos de la comunicación telefónica antes mencionadas lo afectan a usted en el uso cotidiano de la lengua.

 

 

 

sábado, 8 de noviembre de 2025

LA CARRETILLA


(A mi amigo, don Salvador Lizardo : In Memoriam)

Por: Domingo Caba Ramos

Vista general del local del Restaurant «La Carretilla»

La historia de los pueblos se nutre de realidades. Se alimenta de las gestas o acciones de sus gentes, así como de los símbolos y manifestaciones culturales que los conforman. Merced a esto último, vale decir que cada país, provincia, municipio y sector rural, tiene un río, un árbol, un monumento, un personaje, un centro de recreación, etc. que se traduce en marca, ícono, insignia o sello de identidad de esos espacios geográficos. Símbolos emblemáticos sin cuya mención no es posible escribir la verdadera y completa infrahistoria de las comunidades.

 Es lo que sucede con «La Carretilla», el otrora, familiar y tradicional restaurant del municipio de Tamboril, el cual; aunque desde hace muchos años clausurado, su imagen todavía late en el recuerdo y en la conciencia de los tamborileños que lo utilizaron como su principal lugar de esparcimiento e intercambio comunicativo durante más de tres décadas.

Don Salvador Lizardo y su hijo Hamfford, propietario y administrador respectivamente del Restaurant «La Carretilla»

Ubicado en el mismo corazón del pueblo, frente al parque central, allí acudía la familia y ciudadanos independientes a compartir una cena, un trago, un jugo… También a escuchar la canción favorita, debatir el último tema social y reencontrarse con el amigo ausente etc. Y allí iba también la pareja de enamorados a robarse el posible primer beso prohibido e intercambiar las más apasionadas y tiernas miradas de amor.

El vínculo pueblo – restaurant o Carretilla - pueblo era tan íntimo y fraterno, que, entre la administración del negocio y una buena parte de los clientes, se establecían relaciones comerciales que rayaban casi en lo familiar. De ahí que, en más de una oportunidad, yo, acompañado de uno o más de mis parientes, llegaba allí, pedía, consumía y en cualquier momento nos marchábamos sin pagar y sin notificar nuestra retirada.

            «Tite» y «Chirrí», los populares camareros del Restaurant «La Carretilla»

 Semejante conducta no generaba preocupación en la administración del clásico e inolvidable restaurant, pues dado el vínculo y la confianza existentes, había seguridad de que en cualquier momento dicho pago se materializaría. Y merced a esos mismos vínculos y a esa misma confianza, cuando yo saldaba cuenta, esta nunca la revisaba, como se hace ahora casi con lupa, muy seguro de las altas luces éticas de los amigos propietarios y administradores del negocio.

Tales relaciones de confianza, unidas al superefectivo servicio, no solo del personal administrativo, sino también de los dos ultraefectivos y populares camareros, «Tite» y «Chirrí», desgraciadamente idos a destiempo, convirtieron al Restaurant La Caretiila en el sitio obligado utilizado por la familia y la población tamborileñas para recrear su espíritu y disfrutar así de un tranquilo y sano momento de solaz esparcimiento.

Y ya para terminar, valdría preguntarse, si las paredes interiores de «La Carretilla» pudieran hablar, ¿cuántos secretos amorosos, políticos, personales, familiares y de otra índole saldrían a flote?


viernes, 7 de noviembre de 2025

«ONIMOFOBIA» Y RELACIONES HUMANAS


Por : Domingo Caba Ramos

Etimológicamente, la voz “ónimo” es un sufijo compositivo procede del griego ‘onoma’, que significa “nombre”.  Podemos encontrarlo en palabras como seudónimo (falso nombre), topónimo (nombre de lugar), antónimo (nombre contrario), homónimo (igual nombre), etc. Y con función de prefijo también estaría presente en un vocablo que a mí se me ha ocurrido crear: «ONIMOFOBIA», el cual, si tuviera que definirlo, lo haría diciendo que es el miedo o desagrado que les produce a muchos hablantes pronunciar el nombre de una persona.

 En el español dominicano, por ejemplo, es cada vez más recurrente la práctica de no llamar a la persona por su nombre de pila o por el apodo que la identifica. Así, en el sociolecto de la juventud, notaremos cómo el joven, para referirse a otro de su misma generación, lo llamará” Loco “,” Loca “,” Manín “,” Socio “o” Monstruo “, entre otros términos.

 Y en la intercomunicación entre adultos escucharemos cómo al llamar a un hombre, hasta su más fiel amigo le dice “jefe”, “viejo”, “amigo”, “varón”, “comandante”, “caballo”, “ilustre”, "distinguido", “querido”, entre otras innominaciones

A la secretaria o empleada de servicios al cliente, le escucharemos decirle al cliente que apenas conoce: “Mi Cielo”, “Mi Amor”, “Mi vida “y otras frases cuya cursilería y artificialidad saltan a la vista.

Y, como si todo fuera poco, en un entorno donde debe primar siempre el calor humano y la cercanía afectiva como lo es un centro de terapia para niños autistas de la ciudad de Santiago, su directora, a los padres de estos, no los llama por sus nombres. Cuando se dirige a ellos los llama “Papá de Luis …”, “Papá de Juana …”. “Mamá de Ana”, “Mamá de Pedro”, etc.

Extrañamente, para esa directora, esos padres carecer de nombres propios. Todos se llaman “papá de...” o “mamá de…”.  Al escuchar esto, se me ocurrió decir con amargura evidente: “Así andan nuestros centros de instrucción…”; mas luego rectifiqué y dije: “Así anda la sociedad dominicana “. Es como si toda acción que lleve estampado   el sello de lo esencial o de lo humano, poco a poco se ha ido borrando de la agenda de nuestro diario proceder.

Quizás olvidan quienes así proceden que nada le produce más placer a un ser humano que lo llamen por su nombre. Que eso crea confianza, confiere importancia, fomenta afectos y propicia productivas cercanías.  Que para quien lo lleva, escuchar su nombre constituye la más bella e impresionante de las sinfonías, como sabiamente lo entendió Dale Carnegie al decir que:

 «El nombre de una persona es para ella el sonido más dulce y más importante que puede escuchar»

 

domingo, 2 de noviembre de 2025

FUNCIÓN LINGUÍSTICA DE LOS EUFEMISMOS


Por: Domingo Caba Ramos

«Una de las manifestaciones más interesantes de la creatividad lingüística es el eufemismo. El eufemismo es una creación dinámica, fina, artística, sutil; muchas veces voluntariosa, ambiciosa, idealista; otras veces manipuladora y maquiavélica»

 (Mauro Rodríguez Estrada)

1.     1. Tabú  y eufemismo

En toda comunidad lingüística existen palabras o expresiones que, por convención social, los hablantes estigmatizan y rechazan por considerarlas políticamente incorrectas,   de mal gusto, vulgares, soeces, indecorosas, inoportunas o atentatorias al pudor, al honor, a la moral, a la decencia y a las buenas costumbres. Se trata de palabras que, en un determinado contexto sociocultural, poseen el sello de lo prohibido, razón por cual el usuario de la lengua evita utilizarlas, por entender que la realidad a la cual aluden es muy dura, cruda y desagradable. Esas palabras reciben el nombre de tabú. Crean estas, pues, un vacío léxico que suele ser llenado por otras de inofensiva connotación, lingüísticamente conocidas con el nombre de eufemismos.

Manuel Seco, en su «Gramática esencial del español» (1999), profundiza sobre el tema, al establecer que:

«Muchas veces se presenta la necesidad de dar nuevos nombres a una cosa por el deseo de no pronunciar el suyo habitual, sentido como demasiado evocador de realidades sexuales, fisiológicas o tristes, que la delicadeza o la ¨buena educación¨ prohíben mencionar crudamente. Para ello se utiliza el nombre de algo que tiene cierta semejanza o proximidad de lo designado, o un nombre cuyo sentido propio es más vago. Estos sustitutos se llaman “eufemismos, y se suelen llamar “tabús o “tabúes” las palabras sustituidas» (p.372). Tanto el eufemismo como el tabú son causas importantes del cambio semántico.

Tabú, según Fernando Lázaro Carreter, es una «Voz polinesa que, en lingüística, se utiliza para designar cualquier palabra que, por motivos religiosos, supersticiosos o de índole social, es evitada por el hablante» (Diccionario de términos filológicos, 1987:387)  

Y en relación con el eufemismo, el precitado filólogo y académico español, afirma que se trata de un «Proceso muy frecuente que conduce a evitar la palabra con que se designa algo molesto, sucio, inoportuno, etc., sustituyéndola por otra más agradable…» (Ídem, 177)

El tabú se considera la principal causa sicológica de cambio semántico. Con su empleo, el hablante persigue utilizar la palabra que se acomode más armoniosamente a la estructura fonética del discurso o se ajuste mejor al tono general de la expresión.

 Stephen Ullmann (1914 – 1976), reputado lingüista  de origen húngaro, en su muy consultado y valioso libro “Semántica” (1967: 231),  clasifica los tabúes lingüísticos en  tres grupos , más o menos diferentes, según la motivación sicológica que exista tras ellos:  tabú del  miedo, tabú del sentimiento de delicadeza y tabú de la decencia  y decoro.

a)   Tabú del miedo. Se basa en un temor de naturaleza reverencial que entrañan los seres que poseen poderes sobrenaturales. Desautoriza este tabú el uso de ciertos términos que tienen que ver, entre otros, con temas religiosos o políticos. Los judíos, por miedo, no podían mencionar el nombre de Dios. De ahí que crearan los eufemismos de Señor, Ser Supremo. También Diablo ha sido sustituido por otros nombres, tales como Enemigo Malo, Pájaro Malo, Satanás…

b)   Tabú de la delicadeza. Elude referirse directamente a asuntos que evocan realidades consideradas molestas o desagradables. Ejemplos : “parir” ( dar a luz),estar preñada” (estar encita, en estado…),morir” (cerrar los ojos)

 

Tabú de la decencia. Tiene que ver con la actitud que se ha adoptado con respecto a las tres grandes esferas por este afectadas: el sexo, ciertas partes del cuerpo y determinadas funciones fisiológicas. Está ligado, pues, a todo lo relacionado con la vida sexual: “orinar”, “defecar” (hacer pipí, hacer pupú, ir al baño…)sostener relaciones sexuales” (hacer el amor).

Sigmund Freud, citado por el propio Ullmann, destaca la naturaleza prohibitiva del tabú al establecer que: «Para nosotros el significado del tabú se ramifica en dos direcciones opuestas. Por un lado significa para nosotros sagrado y consagrado; pero por otra parte significa misterioso, peligroso, prohibido e inmundo…» (Ob. Cit. 231)

 2Sentido profundo de los eufemismos

Según el Diccionario de la Real Academia Española, un eufemismo es una «manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta o franca expresión sería dura o malsonante» Dicho vocablo procede del griego eu = bien, bonito, y femí= hablar.

 Se trata de voces o expresiones que no denotan el significado tal y cual, por considerar que la realidad a la cual aluden es muy dura, desagradable o cruel; por lo tanto el significado se suaviza a través de connotaciones más aceptables socialmente. Voces y expresiones utilizadas para sustituir a todas aquellas palabras (tabú) que la comunidad de hablantes   considera ofensivas, obscenas, groseras, de mal gusto o que hieren la dignidad de la persona.

Para Mauro Rodríguez Estrada (1934/2007), autor de un diccionario de eufemismos, parte esencial de su libro «Creatividad Lingüística» (1998:11), «El eufemismo es la metáfora que estimula, sublima, eleva, ennoblece, aunque también puede usarse para disimular, ocultar, distorsionar. Detrás de las palabras elusivas se esboza a menudo una cierta cobardía, un temor inconfesado a enfrentar y afrontar las duras realidades»

Se trata, como bien amplía el reputado humanista, sicólogo y filólogo mexicano antes citado, de una «manifestación espontánea del siquismo que tiende a sobrevaluar las cosas que aprecia y a maquillar las que teme o detesta; y que instintivamente capta el poder de las etiquetas verbales» (p.12)

Esas «cosas» o elenco de palabras que se maquillan, detestan y etiquetan y que, por ende, los hablantes  las sustituyen por expresiones o perífrasis eufemísticas que suavicen o disfracen su contenido, generalmente se refieren  a la religión, al sexo, muerte, prostitución, marginación social o política, etc. )

Conforme a los juicios precedentes, se infiere, pues, que la función del eufemismo, como creación lingüística, consiste en disfrazar, dulcificar, enmascarar, suavizar, sublimizar, decorar, atenuar y maquillar la realidad. Pero no solo eso. En diversos ámbitos, tales como el político, periodístico y administrativo, el eufemismo se emplea para ocultar, manipular, confundir y distorsionar dicha realidad. De ahí que son muchos los líderes políticos, funcionarios, empresarios y presidentes de la República que se valen de esa forma de expresión para de manera maquiavélica confundir a la masa.

«Dentro del discurso político – escribe al respecto Rodríguez Estrada – el eufemismo sirve no solo maquillar y disimular la realidad, sino también distorsionarla y crear la ilusión de una situación favorable, donde la clase en el poder cumple y maneja todo a la perfección» (ídem, p.14)

Por esta y otras razones ya expuestas, los eufemismos, entre otras finalidades, se emplean en el uso cotidiano de la lengua, como bien se aprecia en los ejemplos que se citan a continuación, acompañados, entre paréntesis, de los tabúes que reemplazan:

a)     Para evadir asuntos evocadores de situaciones tristes o desagradables: «Invidente» (ciego) «Interno» (preso) «Discapacitado» (inválido, lisiado, tullido) «Enfermo mental» (loco) «Sobrepeso» (gordo) «Interrupción del embarazo» (aborto) «Centros penitenciarios» (cárceles) «Residuos sólidos» (basuras) «Sustancias prohibidas» (drogas) «Disfunción eréctil» (impotencia) «Última morada» (tumba)

b)     Para dignificar la personalidad : «Trabajadora sexual» ( prostituta ) «Trabajadora doméstica» ( sirvienta ) «Adulto mayor» ( anciano ) «Maestro» ( músico de cuestionable prestigio)  «Encartado»             ( procesado, acusado ) «Drogodependiente» (drogadicto ) «Contento» (borracho) «Poco agraciado» (feo) «Pasadito de copas» (borracho) «Alumbrar» (parir)

c)     Para sustituir  expresiones que aluden al sexo o entrañan prejuicios: «Tercera edad» (viejo) «Acostarse con…» (Sostener relaciones sexuales) «Persona de color» ( persona de color negro) «Persona de edad» ( vieja) «Regla o período» (menstruación) «Pompis, trasero» ( culo, nalgas ) «Encinta, en Estado» ( preñada) «Ir al baño» ( orinar, cagar, mear) «Hacer el amor» ( sostener relaciones sexuales) «Dar a luz» (parir )  «Naturaleza» ( ´pene ) «Su parte» ( órgano sexual) «Casa de citas» (prostíbulo) «Dar del cuerpo» ( defecar, cagar)

3.     3. Otras expresiones eufemísticas

·        «País en vías de desarrollo» (país pobre)

·         «Mercado paralelo» (mercado negro)

·         «Revisión de los precios» (aumento de precios)

·         «Reducción de personal» (despido masivo de empleados)

·         «Incidente» (pleito)

·         «Aguas negras» (aguas con mierda y orines)

·        «Ajuste de precios» (aumento de precios)

·         «Delicado» (muy enfermo)

·        «Irregularidades debilidades administrativas» (robar)

Algunos eufemismos se nos presentan envueltos en el manto de los diminutivos:

·        «Te invito a tomarnos unos traguitos…»

·         «Mi padre está delicadito de salud»

·        «Mi madre solo tiene un dolorcito…»

·        «Le compraré una ropita a mi niña»

El deseo de atenuar, suavizar o restarle sello negativo a la realidad ha generado la deshumanizada práctica de llamarle «clientes» a los pacientes.

4.     4. Eufemismo y disfemismo

Finalmente, conviene diferenciar o no confundir el eufemismo y el disfemismo.  El segundo es lo contrario del primero.  Tanto uno como el otro se sitúa en el ámbito de la connotación; pero mientras el eufemismo supone un procedimiento de sustitución de la expresión desagradable e inoportuna, por la agradable y decorosa, el disfemismo, por el contrario, consiste en utilizar expresiones peyorativas para degradar o desvirtuar de manera irónica y sarcástica a personas, cosas, hechos, etcétera. Mientras el eufemismo eleva, el disfemismo rebaja.  Es lo que sucede, esto último, cuando hablamos de: «Vestir santos» (permanecer soltera o nunca casarse) « Colgar los tenis» (morir) «Trapos» ( ropa vieja o de mala calidad» o cuando llamamos «Cosa» a una persona.

 (Publicado en Diario Libre en fecha 30/10/2025)

 

 

 


 

DE JUAN ANTONIO ALIX A HUCHI LORA

 2 DE 2

Por: Domingo Caba Ramos



(Palabras de presentación del libro Las décimas de Huchi Lora 11 (2/8/2018). Ateneo Amantes de la Luz, Santiago de los Caballeros)

3. Huchi Lora y sus décimas

Huchi Lora, cibaeño como Juan Antonio Alix y Luis María Camejo, se nos presenta como un fecundo continuador de la línea poética o vertiente lírica de sus fecundos antecesores. Poseedor de una fina sensibilidad estética y un talento fuera de lo común para la versificación, sus versos, en términos comparativos, semejan los latigazos críticos de Alix y los mismos puyazos epigramáticos de Camejo.  Versos que ponen de manifiesto la sensibilidad sociocultural y el espíritu contestario que siempre ha caracterizado a este inquieto aeda santiaguero. Versos, en fin, que recrean o regocijan por la forma como están elaborados; pero que en ocasiones hincan, hieren o producen llagas debido al crítico mensaje que late en su estructura conceptual.

Merced a la idea preconsignada , Huchi Lora ha dado muestras fehacientes de ser   el verdadero responsable de que la décima no haya sucumbido o emitido su último suspiro en la República Dominicana; pues sabido es que  luego de la desaparición física de Alix y Camejo ,  si bien en los últimos tiempos se han realizado en el país uno que otro concurso de décima y surgido, a propósito,   talentosos cultivadores de esta tradicional estrofa,  su repercusión nacional puede considerarse como muy tímida . Ningún otro decimero de importancia, aparte de Huchi, ha logrado imponer su nombre en el mundo cultural dominicano. Solo él ha mantenido el fervor y persistencia en el cultivo de una forma estrófica que tanto en España como en la República Dominicana y en otros pueblos de Hispanoamérica ha merecido la atención para fines de creación, no solo de poetas populares, sino también de consagrados representantes de la poesía culta.

Y es que contrario a falsa idea que se tiene de que la décima es cosa de campesinos o de poetas carentes de rango literario, desde los lejanos años del Mester de Clerecía, décimas escribieron en España poetas cultos del calibre del Marquez de Santillana, Miguel de Unamuno, Luis de Góngora, Francisco Quevedo, Fray Luis de León, Lope de Vega y otros connotados representantes del llamado Siglo de Oro. Décimas escribieron en Cuba José Martí, Emilio Ballagas y Nicolás Guillen. Décimas escribió en Chile la destacada cantautora y folklorista Violeta Parra. Y décimas escribieron en nuestro país poetas de la estatura literaria de Félix María del Monte, Nicolás Ureña de Mendoza, Rubén Suro, José Joaquín Pérez y Salomé Ureña.

Puede decirse que Huchi ha tomado a la décima de la mano y no la ha dejado marchar. Ha mantenido su vigencia o presencia no solo en los libros, sino también en la televisión, donde al final de cada comentario cierra, a modo de resumen, con una espinela que posiblemente sea más esperada por la teleaudiencia, que el comentario mismo.

«Aquí, en República Dominicana – afirma Luis Beiro al respeto en su ya citado ensayo Panorama de la décima – un solo hombre, entre los profesionales del país, ha mantenido su fervor hacia esta estrofa y la ha convertido en vehículo de comunicación diaria con las masas. Él, partiendo del periodismo y de un lenguaje directo, sin complejidades formales, ha trascendido su mensaje, sus puntos de vista en la vida nacional, con más amplitud y nivel de credibilidad que muchos políticos e intelectuales» (1992:30)

De Huchi vale destacar que por encima de todo es periodista, un veterano y polifacético comunicador que, aparte de la décima, en su dilatada carrera profesional han sido diversas las vías o formas de expresión que este fecundo cultor del verso popular ha utilizado para desarrollar su oficio.

 En otras palabras, además de reportero, redactor, fundador y director de varios periódicos, tanto impresos como digitales, Huchi es caricaturista, autor de guiones cinematográficos, de un texto infantil y de dos libros de décimas. El primero de esos fue publicado en 1992 con el título de «Las décimas de Huchi Lora 1». Contiene este volumen ochenta y dos composiciones, algunas de las cuales se repiten en el tomo que ya vio la luz pública en febrero del presente año (2018), y que esta vez se pone en circulación aquí, en este prestigioso y centenario escenario del Ateneo Amantes de la Luz. Nos referimos a «Las décimas de Huchi Lora 2»

Tanto las décimas de un tomo como del otro, como ya se dijo, fueron compuestas por el autor para cerrar sus acostumbrados comentarios en diferentes programas de la televisión dominicana.

El primero reúne composiciones enmarcada en el período 1990 – 92. Las décimas que conforman el segundo volumen, cincuenta y cinco en total, con excepción de las cinco primeras y dos de las que aparecen al final del texto, pertenecientes a la década del noventa, se enmarcan en el período 2003 – 2018.

Como bien se lee en la página de presentación del volumen que nos ocupa:

«Lora nos presenta las crónicas de los sucesos más relevantes del acontecer nacional de los últimos años bajo la forma de décimas, en las cuales desborda la chispa, el buen humor, la ironía y la gracia que caracterizan su estilo de quien puede considerarse como el decimero más ingenioso, reconocido y diestro de los últimos tiempos»

En iguales o parecidos términos se expresa el afamado escritor y crítico literario, Bruno Rosario Candelier, acerca de Juan Antonio Alix, en su libro Lumbre de la mocanidad (2018):

«Juan Antonio Alix, el principal vocero de la poesía popularizante, y el de mayor eco y acepción popular con una obra escrita con el lenguaje típico del Cibao, nos sirve de ejemplificación.  Sus décimas reflejan el derrotero de la política criolla y los vaivenes de la vida nacional…» (p.33).  Y más adelante, en la página que sigue, el autor amplía el concepto al afirmar que: «El sentido del humor y la actitud sarcástica de su versificación afloran en la poesía de Alix con tono jocoso y burlesco, elementos que el lector habituado a la lírica popular disfruta en el lenguaje de la poesía tradicional…» (p.34)

En Las décimas de Huchi Lora 2, aparecen referidos, en humorístico, satírico y sarcástico acento, muchos de los sucesos más importantes ocurridos en la República Dominicana durante el periodo ya señalado (2003/2018). Y al aludir a ellos, como el buen cronista y agudo crítico que es, el eco epigramático unido al buen sentido del humor no podían faltar. Títulos como: Oración a la luz de una vela» (1995), «El presidente en campaña» (2003), «Bajaderos constitucionales» (2009), «Con la bandera en el pecho» (2011), «Un chele pa´rriba» (2011), «Amarillofobia» (2011), «El tiburón podrido» (2015), «Con cuaito, aimao y bebío» (2016), «Nuria y Alicia» (2017), «Aquí falta mucha gente» (2017) y «Nuestra honorable justicia» (2017), entre otras, ponen de manifiesto esa tendencia.

En su «Oración a la luz de una vela» (1995), el poeta, con el más irónico y mordaz acento emite un grito de desesperación en contra de los constantes apagones que en 1995, como siempre, golpeaban al pueblo dominicano:

«Señor de la eternidad,
líbranos de este calvario,
que al país entero, a diario,
lo sume en la oscuridad,
sálvanos ya, por piedad,
de estos crueles apagones,
que en calles y callejones,
nos viven dando esta pela,
nos tienen atentos velas,
a lámparas y velones»

Así como en su archicitada composición «Corroboro, corroboro (1884), Alix critica ácremente la incompetencia académica de los legisladores de entonces, lo mismo hace Huchi, haciendo uso, como aquel,  de las particularidades del habla cibaeña,  con un diputado del Partido Revolucionario Moderno (PRM) que en el 2013 sorprendió al auditorio presente en la sala de sesiones con un callejero discurso en el que se le ocurrió decir, entre otras nimiedades, que en su yipeta andaba “con cuaito, aimao y bebío…” . Así, utilizando como título esta misma expresión, poetiza el inspirado decimero y veterano periodista:

«Ya nuestra partidocracia,
no jalla que ma inventai,
bucando hacei fracasai,
a eta endeble democracia,
vea uté la última gracia,
ma bien el último lío,
que un diputao elgío,
ta haciendo la propaganda,
de que en su yipeta anda,
“cuaito, aimao y bebío”.

Hoy, cuando é tan necesaria,
una buena oposición,
que haga con fueiza y razón,
su saboi parlamentaria,
saita una mente precaria,
sin prigilio y sin sentío,
diciendo que anda prendío,
y uno dice “Vamos a vei,
¿y qué oposición va a hacei,
con cuaito, aimao y bebío…”»

En el año 2012, antes de ser electo, el expresidente Danilo Medina declaró que jamás se le ocurría reelegirse, por cuanto  eso equivaldría a “comerse un tiburón podrido”. Cuatro años después, ya en el poder, promovió la reforma constitucional con miras a continuar al frente de la presidencia de la República.  En una décima, El tiburón podrido (2015), cuyos versos aparecen preñados de picardía, Huchi recrea el caso de la manera siguiente:

«Danilo había advertido,
que para repostularse,
antes había que tragarse,
todo un tiburón podrido,
hoy parece que ha cumplido,
su atinada predicción,
y sabe la población,
por el vaho del eructo,
que a través de su conducto,
está oliendo a tiburón…»

Los juicios críticos que conforman la casi totalidad de las décimas de Lora van dirigidos no solo a uno, sino a todos los gobiernos que hemos tenido a partir de 1990. Ninguna administración se les escapa a sus incisivos cuestionamientos. Eso pone de manifiesto el carácter imparcial o desapasionado de sus poéticos comentarios. Y eso, indiscutiblemente, le imprime credibilidad al autor que los emite, en un medio comunicacional, el dominicano, donde las palabras y los silencios se compran y se venden como cualquier mercancía de mercado.

De manera, pues, que casos como en intento de reelección presidencial en los diferentes períodos, el caso Odebrech, la fobia a los colores amarillo y verde, debido al impacto de la lucha por el 4% para la educación, del movimiento de la marcha verde y otros aspectos más del diario acontecer dominicano están en esta singular obra del inspirado versificador nativo de esta ciudad (Santiago). Merced a este planteo, es de justicia afirmar que así como se ha dicho que no es posible escribir la historia dominicana de principio del siglo XIX y final del XX sin consultar las décimas de Juan Antonio Alix, tampoco será posible escribir la historia nacional de fin del siglo XX y principio del XXI, sin consultar las décimas de Huchi Lora.

En relación con el libro que con estas últimas palabras culmino su presentación Las décimas de Huchi Lora 2, debo finalmente afirmar lo mismo que escribiera Agustín Aybar en el prólogo al texto Puyas de la Jabilla, del ya varias veces antes citado epigramista Luis María Camejo:

«En este libro hay para todos. Está escrito con tinta de humanidad, de colectividad. Su gracejo, su ironía, hechos ritmos en el verso, alcanzan y alegran al más alto y al más bajo, porque su autor deja muy oculto el amargor de hiel de su sátira entre el dulzor de su privilegiada fuente de buen humor…»

 

 (Publicado en Diario Libre en fecha 24/10/2025)

 

 

 

 

 

 

 

DE JUAN ANTONIO ALIX A HUCHI LORA

1 de 2

Por: Domingo Caba Ramos


(Palabras de presentación del libro Las décimas de Huchi Lora 11 (2/8/2018). Ateneo Amantes de la Luz, Santiago de los Caballeros)

Cuando Carlos Manuel Estrella, presidente del Ateneo Amantes de la Luz, me comunicó su deseo de que yo presentara el libro que en esta noche nos convoca, Las décimas de Huchi Lora 11, sin pensarlo mucho, le contesté que sí. Y así, afirmativamente, le respondí, por tres razones:

Primero, porque a una centenaria institución cultural del prestigio histórico de este Ateneo, no se le dice que no. Segundo, porque a un amigo que se aprecia, admira y respeta, como Carlos, tampoco se le dice que no. Y tercero, porque un comunicador de la trayectoria e integridad profesional de Huchi Lora, verdadero símbolo del periodismo nacional, igualmente no podemos decirle no y, por ser así, merece que le brindemos el apoyo y colaboración a cuantos proyectos se le ocurra; más si ese proyecto es, como el que en esta ocasión me honro en presentar, de naturaleza bibliográfica.

¿Por qué hablo de símbolo del periodismo?

 Sencillamente, por su larga trayectoria y alta competencia mostrada en el ejercicio de su trabajo, y porque en medio de las tentaciones y debilidades que bordean el oficio que por más de cincuenta años ha desempeñado, Huchi ha sabido mantenerse firme, con la frente en alto, sin sucumbir bajo el peso letal de los antivalores que de manera progresiva erosionan y amenazan con desmoronar  los cimientos que les sirven de zapata a los más sanos y nobles valores de la sociedad dominicana en general y de la comunicación social en particular.

1.      La décima: Origen

Antes de referirme al tema que nos convoca esta noche, «Las décimas de Huchi Lora 11», quizás convenga realizar un brevísimo recorrido por el fabuloso mundo de esa forma de expresión poética que unos llaman décima y otros espinela.

La décima, en el género de la poesía popular, es la estrofa de mayor complejidad estructural, comparable solo con el soneto, la estrofa por excelencia de la poesía culta.  Esa complejidad se debe no solo a que sus versos tienen que ser todos octosílabos y la rima consonante, sino por la naturaleza misma como dichos versos se combinan: primero con el cuarto y el quinto, segundo con el tercero, sexto y séptimo con el décimo y octavo con el noveno (abbaaccddc)

No se puede dudar que cuando la vanguardia literaria irrumpió en Europa y luego en América, en los años iniciales del siglo XX, abogando por la libertad expresiva, promoviendo el verso libre y oponiéndole a todo tipo de reglamentación en la expresión poética, fueran la décima y el soneto sus dos blancos de ataques favoritos.

Los orígenes de la décima se remontan a los lejanos y finales años del siglo XVI. Nace en España, y su paternidad se le atribuye al músico y trovador, además de sacerdote y novelista del Siglo de Oro, Vicente Martínez Espinel (1550-1664). De ahí que a la décima, en honor a su creador, también se le conozca con el nombre de “espinela”.

En la historia de la literatura universal, Espinel aparece registrado como el poeta que por primera vez incluye en un libro, «Diversas rimas» (1591), composiciones escritas en décima. Es a partir de este año cuando esta estrofa se populariza con la rima que hoy se conoce. Espinel no solo fue el inventor de esta forma estrófica, sino también su gran difusor. Y fue él quien fijó la rima y demás elementos que conforman su estructura.

Tan pronto surgió, la décima se convirtió en una de las estrofas de mayor aceptación en el ámbito español y, cuando da el salto al continente americano (final del siglo XVI), fue la preferida por los poetas, cantores o trovadores del llamado Nuevo Mundo, a pesar de que junto a ella llegaron los romances, diversos cantares del folklor español, y otras manifestaciones de la cultura hispánica.  Su acogida y cultivo alcanzó en esta zona mayores niveles en países como Cuba, Chile, Argentina, México, Colombia, Venezuela, Perú, Panamá, Ecuador, Puerto Rico, Nicaragua, Uruguay y República Dominicana; pero fue en este último territorio o parte española de la isla de Santo Domingo, donde el verso popular en general y la décima en particular, desde los mismos primeros años de la colonia, parecen haber prendido o calado más en el gusto y aceptación de la gente.

Se cree que tal afición pudo haberse debido a la influencia que ejercieron importantes poetas y escritores peninsulares (Tirso de Molina, Juan de Castellanos, Lázaro Bejarano, Eugenio Salazar de Alarcón…) que, provisional o definitivamente, residieron en la isla hasta muy avanzado el siglo XVII.

A Bejarano, por ejemplo, se le atribuye la autoría de unos versos satíricos en donde censura a los principales personajes que intervinieron en el gobierno y en la vida social de Santo Domingo durante los años en que aquí moraron. Esos versos, según Emilio Rodríguez Demorizi (Poesía popular dominicana, 1998:14) «pueden considerarse, pues, como las primeras manifestaciones conocidas de la poesía popular en Santo Domingo». En algunos de ellos, como los que figuran en el poema «El purgatorio del amor», su autor, con maligna y crítica intención, alude directamente al presidente de la Real Audiencia, don Alonso Maldonado:

«También vide a Maldonado,
licenciado y presidente,
a la sombra de una fuente,
descuidado del cuidado,
que el rey le dio a su gente»

Por esa razón, en su Panorama histórico de la literatura dominicana (segundo tomo), afirma Max Henríquez Ureña lo siguiente:

«La musa popular, que desde los primeros tiempos de la colonia se encargó de hacer comentarios rimado de sucesos locales o la sátira contra encumbrados personajes, encontró, al ser proclamada la independencia, nuevos y frecuentes motivos de inspiración en la guerra ininterrumpida contra los haitianos y en las alternativas de la vida política dominicana» (1966: 296)

 Y con no menos razón, el poeta y crítico dominicocubano, Luis Beiro, en su muy documentado ensayo Panorama de la décima (1990:31) escribe que: «El pueblo dominicano a lo largo de su historia se apropió de la décima y la utilizó como la parte más comunicativa para expresar su sentimiento nacionalista, su nostalgia, su fe religiosa y motivos jocosos...»

Y yo, a las palabras de Beiro, les agregaría:  la décima, históricamente, ha sido utilizada por los dominicanos para expresar sus amores y desamores, sus penas y alegrías, sus disgustos, esperanzas, sus resabios y frustraciones. Para expresar todo esto, en fin, en el acento siempre rítmico, musical o cadencioso y pletórico de gracias y humor de sus versos. Esta estrofa permite penetrar en el alma nacional, conocer los elementos de la sabiduría popular y reaccionar contra los desajustes sociales y las debilidades de las clases gobernantes.

2.      Expansión de la décima

Bejarano, como ya se estableció, sentó las bases del verso popular en Santo Domingo. A partir de él, en diferentes puntos del país, villas, campos y ciudades; pero especialmente en la zona rural, surgieron numerosos cantores populares, muchos de los cuales eran completamente iletrados; pero dotados de un talento natural y un dominio asombroso del arte de la versificación, así como del repentismo o la improvisación. De algunos de ellos, como fue el caso de Mesomónica, se llegó a decir que “casi hablaba en versos”.  Poetas que vestían el verso con sus múltiples sonoridades y humor característicos para expresar sus sentires, quejas, amores e impulsos internos a través de las dos manifestaciones por excelencia del folklor poético dominicano: la décima y la copla anónima.

Una gran cantidad de esos trovadores se comportaron como verdaderos cronistas de sus tiempos, por cuanto en sus versos era muy común que apareciera relatado el último acontecimiento ocurrido en la comunidad. Como la espinela que sigue, de inconfundible tono humorístico y sabor epigramático, en la que su autor, don Alfredo Ramos, brillante bardo popular ya fallecido, nativo de la sección Monte Adentro, Santiago de los Caballeros, destaca la gran sagacidad mostrada por los ladrones al realizar sus pillas acciones:

                       

«A un señor por desventura,
lo mataron sin piedad,
para con facilidad,
robarle la dentadura,
pues como el ladrón procura,
trabajar curiosamente,
en un acto sorprendente,
según lo menciona el caso,
le dieron cuatro balazos,
y le llevaron los dientes.»

Los nombres de la mayoría de esos vates populares, unos apenas trascendieron y otros fueron sepultados para siempre en el nicho del anonimato. Solo algunos, gracias al peso de su ingenio y trascendente calidad de sus versos, lograron perpetuarse en las páginas de la literatura dominicana. Entre estos ocupan un lugar de primerísima importancia Mesomónica, Manuel Mónica o el Maestro Mónica y el llamado Cantor del Yaque, Juan Antonio Alix (1833-1918), considerados ambos por Rodríguez Demorizi como «Los más altos y caracterizados representativos de nuestra poesía popular de antaño…»

A esa pareja de brillantes bardos, vale agregar el nombre del santiaguero Luis Camejo, «el cantor popular por antonomasia», como bien lo bautizó Agustín Aybar, y quien a pesar de que ha sido considerado como el más grande epigramista dominicano de todos los tiempos, continúa siendo el gran desconocido y posiblemente más olvidado de todos nuestros grandes cantores.

A Mesomónica (siglo XVIII), Rodríguez Demorizi lo describe como un «genial improvisador», «mejor repentista» y «figura singular del folklore dominicano». No sabía leer ni escribir y asimiló la cultura del ambiente o se instruía asistiendo como oyente a las cátedras que se impartían en la antigua Universidad Santo Tomas de Aquino, actual UASD. Gran parte de sus versos, de los pocos que se pudieron reunir, aludían a diferentes aspectos de la vida capitaleña, pero muy especialmente a la situación o estado existencial en que se encontraban en un determinado momento, como bien se aprecia en una de sus más celebradas espinelas:

«Aristóteles decía, 
filósofo muy profundo, 
que en la redondez del mundo,  
no se da cosa vacía,
miente su filosofía, 
según lo que a mí me pasa,
él no sentara tal basa, 
y lo contrario dijera, 
si hoy el medio día viera, 
las cazuelas de mi casa»

En cuanto a Juan Antonio Alix (1833-1918), «el más fecundo de nuestros juglares» y, al decir de Joaquín Balaguer, «el más regocijado de nuestros ingenios y el poeta que con mayor fidelidad ha traducido en versos las peculiaridades y matices característicos de la sicología dominicana», si bien su poesía alude a los más diversos tópicos de la sociedad dominicana, son sus décimas de crítica social, y de indiscutible tono epigramático, lo que más se destaca en su abundante producción. De él puede afirmarse que la vida dominicana de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX corre por sus versos.

La crítica de Alix es aguda, incisiva, punzante; pero expresada con gracias o salero, manteniendo en todo momento el tono humorístico y sin abandonar la forma de expresión típica del habla cibaeña. Y así, mientras en una décima censura a los legisladores que no cuenta con la instrucción requerida para desempeña el puesto que la sociedad puso en sus manos:

«-Dime, querido Vidal,
tú que eres medio letrado,
para ser buen diputado,
a un Congreso Nacional
¿debe ser hombre leal,
de inteligencia y decoro?
No sea penguinche, Teodoro,
que para un congreso ir,
no hay más que saber decir,
corroboro, corroboro»

En otra   satiriza fuertemente la conducta oportunista e inescrupulosa de quienes pretenden lograr todo sin incurrir en sacrificio o aprovechándose del esfuerzo de los demás:

«Dice don Martín Garata,
persona de alto rango,
que le gusta mucho el mango,
porque es una fruta grata,
pero treparse en la mata,
y verse en los cogollitos,
y en aprietos infinitos...,
como eso es tan peligroso,
él encuentra más sabroso,
coger los mangos bajitos
»

Como se puede apreciar, cada verso de Papa Toño, como afectivamente también lo llamaban, era como una especie de latigazo dejado caer en el costado de un sistema social y político que no siempre funcionaba del todo bien.

Al igual que Juan Antonio Alix, Luis Camejo, utilizó el verso popular para referir y satirizar los más disímiles eventos de la vida santiaguera de su tiempo. Sus versos, no siempre expresados en décimas, eran verdaderos puyazos o saetas verbales dirigidas con gracias y maestría inigualables al cuerpo de sus víctimas.  Por eso no ha de extrañar que su único libro de versos publicado se titule Puyas de la jabilla (1936). En una de esas “puyas”, el genial epigramista cuenta la forma de como una mujer intentó pagarle parte de los honorarios al abogado que le brindó sus servicios profesionales:

«Dos gallinas, de honorarios,
le prometió a su abogado,
la hermosa y linda Rosario,
por su divorcio intentado,
y al llevarle al licenciado,
una sola, en vez de dos,
él, seguido reclamó,
diciendo: me falta una,
y ella contestó: ninguna,
porque la otra soy yo»

(Continuará…)

 Publicado en Diario Libre en fecha 17/10/2025)