viernes, 25 de julio de 2025

ACERCA DEL “NUEVO” NOMBRE DEL ESTADIO CIBAO Y ALGO MÁS


Por : Domingo Caba Ramos


¿Estadio «Cibao» o Estadio «Miguel Diloné»?

  En  diciembre del año 2014, el entonces presidente de la República Dominicana, Lic. Danilo Medina, emitió el decreto No. 361-14, mediante el cual al Estadio «Quisqueya» se le designó con el nombre de Estadio «Quisqueya Juan Marichal». Con esta disposición, se pretendía asignarle un nuevo nombre al histórico centro besbolístico; pero tal cambio fue solo en apariencia, por cuanto más que una nueva denominación, lo que en realidad se realizó fue una ampliación de esta, anexándole un segundo nombre al tradicionalmente existente.

Se trató de una novedosa, extraña e ilógica práctica de identidad, toda vez que en la República Dominicana no es normal la duplicidad de nombres para identificar a una institución. O se llama de una manera o de otra. En tal virtud, y en el caso que nos ocupa, el estadio capitaleño, a partir del precitado decreto, debió llamarse solo «Juan Marichal» o dejarle solamente el nombre que antes tenía, «Quisqueya»; pero jamás Estadio «Quisqueya Juan Marichal»

Lo mismo ha ocurrido recientemente con el nombre del Estadio Cibao.

«La Cámara de Diputados – se lee en este mismo diario (23/7/2025) - aprobó en segunda lectura el proyecto de ley que propone cambiar el nombre del Estadio Cibao, al que se le agregaría el nombre del legendario exjugador Miguel "Guelo" Diloné…».  Si con esta designación lo que se busca es rendirle homenaje a uno de los grandes íconos del equipo Águilas Cibaeña,  no se entiende entonces que el nombre de la región continúe formando formando parte del nombre de dicho estadio. En otras palabras, o se le sigue llamando solo Estadio «Cibao», como hasta ahora, o deberá llamársele próximamente solo «Estadio Miguel Diloné»

2.      ¿Narrativa o que…?

 En los últimos años, y como resultado indiscutible de la masificación lingüística, el término «narrativa» ha logrado ocupar un lugar protagónico en el léxico activo de los hablantes dominicanos. A cualquier forma de expresión, y especialmente a todos los discursos expositivos, en nuestro país se le llama erróneamente «narrativa»:

 

a)       «Escuché el discurso del candidato, pero su narrativa no me convenció.

b)      «Habló acerca de los efectos negativos de las drogas y su narrativa fue bastante clara.

 A propósito, conviene aclarar que solo existe narrativa cuando se narra o cuenta una historia, esto es, cuando se relatan hechos ejecutados por uno o más personajes en un tiempo y ambiente determinados. Si los elementos propios del estilo narrativo (acción –personaje – tiempo – Ambiente o lugar) no intervienen en el discurso, entonces podrá hablarse de exposición, descripción, argumentación, etc.; pero jamás de «narrativa». Merced a estas puntualizaciones, y en relación con los dos enunciados antes citados, lo adecuado hubiera sido escribir:

a ) «Escuché el discurso del candidato, pero su exposición no me convenció.
b) «Habló acerca de los efectos negativos de las drogas, y su explicación fue bastante clara.

domingo, 20 de julio de 2025

LA CANONIZACIÓN DE JOAQUÍN BALAGUER

 

 Por: Domingo Caba Ramos

PRELIMINAR
Joaquín Antonio Balaguer Ricardo. Nació en el municipio de Navarrete, provincia Santiago, el 1 de septiembre de 1906, y falleció en la ciudad de Santo Domingo el día 14 de julio del 2002, casi a los noventa y seis años de edad.
A raíz de su muerte, fue tal  el alto nivel de la apología y las lisonjas o ditirambos que se emitieron para honrar su memoria , que por momentos se pensó que lo único que faltaba era  que alguien propusiera su santificación o canonización, Y, ¡oh sorpresa!, así sucedió siete años después (2009), cuando en audiencia especial, el presidente de la entonces vigente corriente política denominada Balaguerismo  Histórico le solicitó al papa Benedicto X1V la beatificación del destacado escritor y líder del Partido Reformista.
El impacto negativo que tan absurda propuesta causó en el seno de la sociedad dominicana fue de tal magnitud, que esa vez a mí se me ocurrió, en irónico estilo, escribir y publicar en el diario santiaguero La Información (6/2/2009) el artículo que debajo de estas notas se trascribe. En este apelé a la forma irónica de expresión, porque siempre he considerado que los comportamientos y procedimientos risibles, burdos, ligeros o carentes de peso, deben también tratarse de la misma manera:  risible, burlona, informal y poco seria.  He aquí el contenido del susodicho artículo:
LA CANONIZACIÓN DE JOAQUÍN BALAGUER
«Yo, con sinceridad debo confesarlo, no lo sabía.
 No sabía que en un pequeño país del mundo, “colocado en el mismo trayecto del sol”, residía un ente “altamente pensante” de “eminencia” insospechada e “inconmensurable” sapiencia llamado Alberto Gautreaux.
No sabía que en esta tierra “recrecida”, de merengues, bachatas y ron, nació, creció y reside el doctor Alberto Gautreaux, posiblemente   la más “lúcida” de las inteligencias con que cuenta actualmente la región del Caribe.
No sabía ni jamás pensé que en esta tropical y desventurada franja isleña, “donde ruedan montañas por los valles”, podrían existir personas, como el doctor Alberto Gautreaux, caracterizadas por la “eminencia” de sus ideas y la “grandiosidad” de sus pensamientos.
No sabía que contábamos en República Dominicana con el “más desarrollado” de los cerebros conocidos hasta la fecha, tanto, que el de Albert Einstein, estamos seguros, le quedaría chiquito.
No sabía, en fin, que en fecha 9/2/2009 había sido publicada en la prensa nacional la siguiente nota noticiosa:
“Santo Domingo, R.D.-El presidente de la Corriente Unitaria del Balaquerismo Histórico solicitó al Papa Benedicto XVI la beatificación del extinto líder del Partido Reformista Social Cristiano, doctor Joaquín Balaguer. El doctor Alberto Gautreaux hizo el pedido durante una audiencia que tuvo con su santidad Benedicto XVI, el pasado miércoles, cuando le entregó personalmente y por escrito dicha solicitud, por entender que el ex presidente Balaguer fue un misionero dominicano…”
No sabía o jamás sospeché que de la boca de un dominicano mentalmente cuerdo pudiera emanar algún día semejante sandez, matizada en todas sus partes por el más risible y esquizofrénico de los acentos. Ya en una oportunidad, Rafael Corporán de los Santos, pintoresco como siempre, había propuesto lo mismo, el mismo absurdo, el mismo desatino, la misma bazofia: que se canonizara al doctor Joaquín Balaguer con el nombre de “San Joaquín de Navarrete”
Lamento, sinceramente, no conocer al señor Alberto Gautreaux. Lamento no haber visto nunca a esta” gloria” del pensamiento social dominicano. Lamento que la NASA, así como las mundialmente famosas universidades de Hervard, Columbia y La Sorbona estén desaprovechando las “luminosas” ideas de este genio antillano. Un dominicano que por sus luces y estar provisto de un cerebro con tan “alta” proporción de neuronas merece que en su honor se construya un faro igual o parecido al que se erigió para honrar la memoria de Cristóbal Colón.
No sé si el Papa Benedicto XVI aprobará la solicitud de canonización de Joaquín Antonio Balaguer Ricardo. De ser así, no sé cuál sería el nombre del nuevo santo:  probablemente San Joaquín, tal vez San Balaguer, probablemente San Elito o quizás, para complacer así al viejo Corpo, sea llamado San Joaquín de Navarrete.
Lo que sí sé es que como a  toda parroquia la identifican con el nombre de un santo, en el caso hipotético de que en República Dominicana una de esas capillas lleve uno de los nombres antes mencionados, estoy seguro de que a ella acudirían los familiares de Orlando Martínez y Narciso González (Narcisazo) a ofrecer sus misas por el alma de los miles de dominicanos vilmente asesinados durante los tétricos doce años que encabezó el santo cuyo nombre identificaría la iglesia en la que esas misas serían oficiadas»
  (La Información, 13 de febrero del 2009)
(Diario libre 15 de julio 2025 )

 

 

LA CRISIS DE LA PALABRA EN LA REPÚBLICA DOMINICANA

Por : Domingo Caba Ramos

«Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras»

(Pablo Neruda)

En el año 2009, un amigo, excompañero de estudio de la primera maestría impartida en el CURSA/UASD, y exdirector de este alto centro de estudios, un buen día me motiva para que por fin sometiera a la Universidad el anteproyecto de investigación con miras a la redacción definitiva de la tesis correspondiente que por diversos motivos, y quizás también por descuido, no había presentado hasta ese momento.  Tanto entusiasmo mostró en su aparente sentida sugerencia, que hasta se puso a la disposición para ofrecerme las orientaciones que yo pudiera necesitar. En tal virtud, me solicitó que tan pronto tuviera listo el texto del precitado anteproyecto, se lo enviara para evaluarlo y notificarme así las puntualizaciones pertinentes.

 Vía correo electrónico, un año después, le envié copia del susodicho anteproyecto. Como veía que los días pasaban y no recibía respuestas, lo llamo y le pregunto si recibió el mensaje.

«-Sí, lo recibí – me contestó –. Tan pronto lo lea te llamo o te remito mis observaciones por la misma vía»

Todavía estoy esperando la llamada y las prometidas observaciones.

Sietes meses después, ya resuelto el problema, me encuentro con mi otrora condiscípulo. Un abrazo y un saludo afectuoso, pero acerca del anteproyecto de investigación: ni una sola palabra.

Otro amigo llama un viernes cualquiera y me dice:

«-Espérame mañana sábado, a las 9 a.m.  que urgentemente necesito consultarte algo»

 A pesar de que no podía esperarlo, por razones de compromisos laborales, lo hice, dado el carácter “urgente” del problema que lo afectaba. Esperé, esperé y esperé; pero mi «enllave» nunca llegó.

Al día siguiente, domingo, me encuentro con él en una de las playas de la costa norte de nuestro país. Se bañaba junto a su entonces prometida en las turbulentas y siempre frescas aguas del océano Atlántico. Tan pronto me vio, se acercó a mí, me saludó con inigualable cortesía, afecto y deferencia, y me habló de todo, menos del «plantón» que el día anterior me había dado. Ni una sola excusa, ni una sola palabra para   justificar la falta cometida.

 Al ver que no lo hizo, me vi obligado a recordarle su acto de irresponsabilidad:

«Créeme – le dije con inocultable ironía y no menos molestia - que te envidio, admiro y felicito de todo corazón. Los sinvergüenzas como tú, nunca sufren de hipertensión ni mueren del corazón…»

Casos como los antes citados se repiten diariamente, y su materialización pone de manifiesto un hecho bastante preocupante: la palabra, en República Dominicana, está muy, pero muy en crisis.

Ya pocos sienten orgullo o se interesan por cumplirla. La crisis de valores barrió con ella. Quedar bien o mal da lo mismo. Cumplir es lo mismo que incumplir. El culto a la palabra empeñada, que con tanta vehemencia nos enseñaron los mayores, hace tiempo se borró de nuestro universo mental. «Hay que salir del paso».  «Hay que allantar». «Hay que vivir la vida». «Hay que evitar la fatiga». Hay que evitar, como recomiendan los estoicos, todo lo que nos provoque intranquilidad y desasosiego. La «Ataraxia» parece ser la palabra clave de  la regla de juego de los nuevos tiempos.

 Las excusas suplen el vacío de las palabras incumplidas; pero para los incumplidores, las excusas sólo valen o encuentran espacios en los cerebros inferiores.

Cada día que amanece comenzamos a operar como si estuviéramos dirigido por un ser invisible que durante todo el día nos repite: «Si puedes cumplir con tus palabras, hazlo. De lo contrario, no te mueras por eso…»

«Todo está en la palabra», escribió Pablo Neruda. Pero eso sería así en los tiempos del laureado chileno, poeta y Premio Nóbel de Literatura.

Hoy, en los tiempos de la globalización, postmodernos y del Hombre Light, el planteo nerudiano parece letras muertas.  O tal vez tuvo parcialmente razón el brillante bardo, por cuanto como parte de ese «Todo…» que a su decir concentra la palabra, está todo lo negativo.

 Diario Libre : 11/7/2025

 

 

 

viernes, 4 de julio de 2025

AL MAESTRO SIN CARIÑO


 Por: Domingo Caba Ramos.
(A mis hermanos Pedro, Gernalda y Basilio Caba Ramos)


(Publicado en la prensa nacional en fecha 26 junio, 2025)

Como repite mi exalumno y hoy destacado académico, Juan Francisco Zapata (Pancho), formo parte de una “dinastía magisterial” conformada por los hermanos a quienes está dedicado el presente artículo. Dinastía a la que me integré como cuarto y último miembro, y a la cabeza de la cual se encuentra mi hermano Pedro, competente y consagrado maestro (ya pensionado),el cual fue el ejemplo a seguir en nuestra tortuosa, pero placentera trayectoria docente.

Fue Pedro el primero en inculcarnos la idea de que un buen maestro tiene que desempeñar sus delicadas funciones con entrega y responsabilidad, planificar siempre las clases que imparte, leer e investigar mucho para mantenerse actualizado y, como lo recomendaba Gabriela Mistral, enseñar siempre «con la actitud, el gesto y la palabra»

Nos enseñó que independientemente del trato nada motivador que recibe, no existen razones para que el maestro se comporte de manera irresponsable en el ejercicio de sus funciones. Y nos enseñó también, que no es verdad que el maestro es un “apóstol”, como política y maliciosamente han querido presentarlo los sustentadores del status quo, con el deliberado propósito de invalidar cualquier tipo de lucha reivindicativa. Y que de ser así, entonces estaríamos frente a frente a un apóstol que se enferma, que compra ropa y comida, que paga alquiler de casa, que debe incurrir en gastos para satisfacer las necesidades de sus hijos, que necesita divertirse o recrear su espíritu, etc. En fin, un apóstol afectado por las mismas necesidades y problemas que sufren los demás, y que, por esa razón, está en el deber de reclamar sus derechos en pos de una vida mejor.

Yo creo en el maestro que abraza con pasión el noble oficio que ejerce; pero yo también creo que ese servidor debe tener resueltas sus condiciones materiales de existencia, como afirmaba Carlos Marx. Porque como muy sabiamente dijo en una ocasión el presidente de la General Motors : “ Ningún empleado podrá trabajar con calidad ni mucho menos identificarse con la empresa si está desmotivado, no devenga un salario justo, ni disfruta de una plan de incentivos que le permitan resolver sus existenciales y  fundamentales problemas” 

El próximo lunes, 30 de junio, se celebra en nuestro país el “Día del maestro”. El día del ser que ejerce el más noble y digno de los oficios del universo. Este día, ténganlo por seguro, en nuestros medios de comunicación no habrá gran despliegue publicitario, como ocurre en otras fechas, ni  en la prensa nacional se leerán enjundiosos editoriales o apasionados artículos exaltando el trabajo de este abnegado servidor.

Y es que no obstante la importancia de la labor que realiza, al maestro dominicano casi nadie lo incentiva, motiva o reconoce su trabajo. Nadie parece entender que solo él es capaz de borrar las tinieblas de la ignorancia y abrir las puertas del conocimiento. Al contrario, como “recompensa”, extrañamente, lo único que recibe es crítica e interesados cuestionamientos, realidad que lo convierte en el gran vilipendiado, denigrado o menospreciado. Como bien se registra en las letras de la canción:

El cura cree que es ateo,
 y el alcalde comunista.
  y el cabo jefe de puesto,
dice que es un anarquista…” 


 La sociedad sólo le pide, pero muy poco le da, empezando por quien más debería concederle : el Estado Dominicano. “Te pago como a un obrero, pero debes enseñar como un científico…”, parece ser la máxima sociopedagógica dominicana. Por esa razón, cuando el gobierno decide favorecer al maestro con un aumento salarial, aparentemente sustancial, son muchos los dominicanos que tal incremento les repugna y hasta “migraña” parece producirles.

 Estamos conscientes de que tan adversa actitud podría estar alimentada por la práctica irregular de muchos profesores que no han sabido comportarse a la altura de su investidura; pero que debido a la ausencia de un científico programa de supervisión docente, desafortunadamente se mantienen activos provocando más daños que beneficios dentro del sistema educativo.

 Un sistema injusto, inhumano, sectario, politizado y altamente contaminado ideológicamente. Un sistema que muy poco ha hecho para premiar y retener a sus mejores talentos, y que no ha sido capaz de establecer categorizaciones importantes técnicamente estructuradas en virtud de las competencias y desempeño de cada quien, evitando así que todos los docentes sean “medidos con la misma vara” o valorados de la misma forma.

 Un sistema, en fin, en cuya base se reproducen las irregularidades cometidas en la cúspide por  las autoridades que lo administran, las cuales consumen más tiempo defendiendo rabiosamente los intereses del partido en el poder que diseñando planes y programas orientados a desarrollar y modernizar la enseñanza pública. Autoridades que no propician las condiciones materiales y espirituales requeridas para que en nuestras escuelas el maestro se sienta motivado a ejercer su trabajo con alegría y entusiasmo.

 Para los maestros de verdad. Para ese maestro sin cariño, activo o pensionado, que en medio de tan desmotivador y adverso panorama laboral es y ha sido capaz de ejercer con responsabilidad el delicado oficio que la sociedad puso en sus manos, vayan nuestro más sentido y sincero reconocimiento en su «Día»


EN TORNO A LAS FALLAS EN LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA ESPAÑOLA


Por: Domingo Caba Ramos

«El lenguaje funciona básicamente como un sistema de comunicación, por eso se habla de su carácter social. El lenguaje como todo lenguaje (pictórico, musical, gestual) es un código sobre el que se fundamenta el proceso comunicativo. Gracias a él, un sujeto puede codificar (frasear, poner en forma lingüística, verbalizar) el pensamiento que quiere comunicar, y también, gracias a él, el receptor, el que escucha el mensaje emitido, puede descodificarlo, es decir, entender lo que se le ha dicho…»

(Humberto López Morales)

Es mucho lo que se ha escrito acerca de las deficiencias que muestran los estudiantes y profesionales dominicanos en el uso de la lengua. Tales fallas, las cuales parecen incrementarse cada día que pasa,  se ponen de manifiesto tanto en su expresión oral como escrita. Para percibirlas basta leer los trabajos que redactan nuestros estudiantes y las crónicas    que publican los diarios dominicanos, o escuchar a muchos profesionales y comentaristas de radio y televisión.

¿A qué se deben tales fallas? ¿Por qué hoy se perciben mucho más que en el pasado?

 Pienso que entre las principales causas que originan tan preocupantes problemas merecen citarse las siguientes:

1.     1. Ausencia de un científico sistema de supervisión docente. Para las autoridades educativas, todos los profesores son iguales.

2.     2. Una gran cantidad de maestros de lengua española y literatura no cuentan con la debida competencia, pasión y cultura general requeridas para impartir tan importantes asignaturas.

3.     3. Los maestros muestran poco interés por la lectura y la investigación y, merced a ese desinterés, tampoco fomentan tales prácticas en sus alumnos.

4.     4.Escasa participación del maestro en eventos formativos extralaborales (charlas, coloquios, cursos, talleres, etc.)  o en cuantas actividades contribuyan a renovar o actualizar sus conocimientos.

5.     5. El maestro   ya no muestra la pasión que antes sentía por el estudio y enseñanza de la lengua española y la literatura.

6.     6.Existen centros educativos en los que la lengua española y la literatura son impartidas por profesores especializados en áreas del saber que nada tienen que ver con esas dos disciplinas.

7.     7.La labor del maestro no es debidamente incentivada (aunque a la luz de algunos «aumenticos» de sueldos, parezca y se crea lo contrario). Esta ausencia de motivación le impide al docente ejercer con entrega y entusiasmo su delicado trabajo.

8.     8. El maestro no se interesa, como en tiempos pasados, en marcar las diferencias mediante la pronunciación y escritura correctas de las palabras.

9.     9. En términos de la calidad de la enseñanza, se aprecia que no existe relación entre el título docente que exhibe el profesor y la labor que realiza.

E10. El maestro no solo carece de hábitos de lectura, sino también de escritura. En tal virtud, es normal que no incentive una y otra práctica en los estudiantes.

111. El quehacer académico no forma parte de las prioridades del joven posmoderno y, particularmente, de los   estudiantes dominicanos. Los intereses de la mayoría de estos se resumen en cinco centros de interés, en los que el «internet» y el placer desenfrenado parecen ocupar los primeros lugares. A todo lo que no forme parte de esos centros, se le prestará atención si sobra tiempo. Por esa razón, ya los estudiantes, con sus naturales excepciones, no realizan las tareas asignadas, no estudian las lecciones diarias en la casa, muy poco estudian cuando tienen exámenes y poco o nada también les importa aprobar o no una asignatura. Y de sus juveniles conciencias se ha borrado el orgullo de ser el mejor.

112. Los estudiantes que estudian la Carrera de Educación: Mención Letras, contrario a lo que antes sucedía, eligen esta, al igual que la especialidad, no por porque les apasione, sino porque quizás carecen de los recursos económicos o competencias requeridas para estudiar otras. O porque tal vez alguien alguna vez les dijo que era la más fácil de estudiar, como así me respondieron, en una ocasión, quince estudiantes, de veinte que en una encuesta que al respecto se me ocurrió realizar.  Sus deficiencias e incompetencia para asimilar el contenido programático, así lo ponen de manifiesto. Deficiencias que luego multiplicarán en el aula.

1  13. Contrario a la realidad de tiempos pasados, se aprecia una elevada incompetencia o débil formación en muchos de los profesores formadores de maestros en el área de Letras, tanto en grado como en posgrado. Así nos encontramos con docentes impartiendo clases en cursos de maestrías, que sobre el área en que ejercen no han realizado una sola investigación ni publicado un solo artículo en la prensa nacional.

114, La politización de la escuela dominicana ha alcanzado niveles desproporcionados en todos los períodos de gobiernos que hemos tenido desde 1996 hasta fecha. Es por ello que, para nombrar un maestro como técnico o dirigente en el sector público de la educación, prima el criterio político por encima de la formación docente. Si realizó campaña en favor del partido en el poder, se le designará, aunque carezca de las competencias requeridas para orientar, supervisar y acompañar. El mismo criterio rige para los ascensos y reconocimientos del personal docente.

115. Los medios de comunicación, especialmente la radio y la televisión, han ejercido una influencia bastante negativa en el uso de la lengua.  A través de estos se habla como si se estuviera en la esquina del barrio o en la gradería del estadio.

En fin, los juicios antes expuestos ponen de manifiesto claramente que los únicos culpables de los males que afectan la enseñanza dominicana en general y de Lengua y la Literatura en particular, no son los profesores, como de manera impresionista, maliciosa y no menos con intención política se ha querido fijar la idea en la conciencia de los dominicanos. Además del maestro, culpables son de esas fallas: los estudiantes, los padres de familia, el Estado, el sistema educativo, los medios de comunicación, la sociedad en su conjunto y todos los organismos e instituciones (poderes educativos) que ejercen influencias educativas en el individuo.

 (Publicado en Diario Libre, 13/6/2025)

 

 

 

 

 

 

 

 

 


¿TÚ SABES QUIÉN SOY YO?

 Por: Domingo Caba Ramos


«¿Tú sabes quién soy yo…?»

Posiblemente sea la más repudiable, necia y repugnante de las preguntas que un hablante tenga que escuchar.

«¿Tú sabes quién soy yo…?»

Se trata de una pregunta que suelen formular los seres mediocres y acomplejados cuando tienen como propósito intimidar, humillar, imponer, amenazar, aplastar, avasallar…

«¿Tú sabes quién soy yo…?»

Es la pregunta clásica y habitual de los seres presumidos, arrogantes, prepotentes… y para los cuales la humildad no es ni siquiera un sueño.

«¿Tú sabes quién soy yo…?»

Así preguntan los seres carentes de grandeza mental y espiritual cuando en la estructura social entienden que poseen poder político y económico o cuando están vinculados familiarmente a quienes detentan ese poder.

«¿Tú sabes quién soy yo…?»

Se trata de una interrogación de maldito acento, vigente o de moda solo en sociedades de inconfundibles tintes aldeanos, atrasadas, carentes de institucionalidad, donde impera el tráfico de influencias y en la que el poder de los hombres parece estar por encima del mandato de la ley.

«¿Tú sabes quién soy yo…?»

Pregunta que aquel que se autoconcibe como una especie de semidiós en la tierra, solo la formula cuando entiende que su interlocutor es un indigno representante de la chusma, algo así como un “mojón”, según fue calificado recientemente un agente de la AMET, una basura, esto es, una persona sin clase, abolengo o prestigio social.

«¿Tú sabes quién soy yo…?»

Es la pregunta clásica y habitual que los mediocres o individuos de mentes estrechas emplean como arma intimidante cuando amparados en el poder que tienen o creen poseer intentan generar privilegios o todos tipos de favoritismos; aunque para tal fin haya que trasgredir el ordenamiento legal establecido.

«¿Tú sabes quién soy yo…?»

Más que interrogativo, la odiosa pregunta entraña un profundo sentido imperativo, una advertencia, por cuanto se trata de que el otro sepa aquello de que: «Yo soy un ser mesiánico, poderoso, especie de Jesucristo resucitado, razón por la cual tú debes escucharme, obedecerme y respetarme»

«¿Tú sabes quién soy yo…?»

Es la pregunta que aún se les escucha a quienes al parecer olvidan que la autoridad, cuando se ejerce basada en la humildad, la justicia y la prudencia, además de fortalecerse cada día más, genera respeto, identidad y simpatía. A los que al parecer también olvidaron que la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art.7) establece que todos los seres humanos son iguales ante la ley.

(Publicado en Diario Libre 13 junio, 2025)

 


 

  

 

 

 

  

 

LA CALUMNIA Y SUS LETALES EFECTOS

 

Por: Domingo Caba Ramos.

Según el brillante orador y pensador romano, Marcos Tulio Cicerón:

 «Nada hay tan veloz como la calumnia; ninguna cosa más fácil de lanzar, más fácil de aceptar, ni más rápida en extenderse »

 Y yo digo:

La calumnia, "hermana gemela de la envidia", es el arma de los mediocres, el argumento de los perversos, la verdad de los degenerados, el parto perturbador de las lenguas letales.

El diccionario de la Real Academia Española (RAE), de su lado,  define el término, estableciendo que calumnia es una:

1. «Acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño»

2. « Imputación de un delito hecha a sabiendas de su falsedad»

 

Independientemente de la naturaleza falaz de la calumnia, hay que admitir que el calumniador logra, en términos parciales, su propósito, por cuanto si bien podría parecer carente de credibilidad,  siembra las dudas en el sujeto perceptor del mensaje calumnioso propalado. Opera, pues, como esas heridas aparentemente inofensivas o sin importancia: se sanan, pero queda la cicatriz.

Pablo Neruda, en su breve, pero muy aleccionador poema «La calumnia », la describe como sigue:

«Puede una gota de lodo,
sobre un diamante caer;
puede también de este modo,
su fulgor oscurecer,
pero aunque el diamante todo,
se encuentre de fango lleno,
el valor que lo hace bueno,
no perderá ni un instante,
y ha de ser siempre diamante,
por más que lo manche el cieno »


(Publicado en Diario Libre, junio 5,2025