Por : Domingo Caba Ramos.
La sinceridad, autenticidad e integridad personal, en la sociedad dominicana, se nos presentan como tres de los valores tradicionales progresivamente en vía de extinción o como parte de las luces que poco a poco van dejando de iluminar el comportamiento humano.
La lucha por la supervivencia o el “sálvese quien pueda”, nos ha transformado en verdaderos seres simuladores, cínicos, hipócritas, “mediatintas”, “fofos”, plásticos y artificiales. Y hasta la sonrisa, en ocasiones, parece grapada en el rostro de muchos de los hombres y mujeres con los cuales necesariamente tenemos que interactuar en nuestras cotidianas relaciones sociales (laborales, familiares, políticas, sindicales, culturales, etc.)
Un determinado interés genera una determinada conducta no siempre benigna, sino perversa; pero escondida tras la máscara maldita y no menos perversa de la simulación. Y como en los mundos políticos y del trabajo es donde con mayor énfasis se ponen de manifiesto las luchas de intereses, es en esos ámbitos donde fluyen las más dañinas lacras comportamentales, como fluye a la superficie del agua, el olor pestilente del cadáver que por mucho tiempo se mantuvo oculto en el fondo del océano.
Mundos en los que hay que mantenerse siempre a la defensiva e interpretando, para no sucumbir, las verdaderas intenciones que se esconden detrás de cada palabra, cada gesto, cada acción y hasta detrás de cada manifestación de cortesía. Mundos en los que aquel que no te soporta ha hecho todo lo posible por no tenerte a tu lado o excluirte de la organización en la que comparte compromisos, por delante te colma de elogios, aunque por detrás te inserte el dardo que neutraliza para siempre tus habituales movimientos.
Somos, pues, una sociedad pletórica de simuladores. Y ante cada nueva y fingida actitud, parece cobrar vigencia el contenido de un artículo que hace varios años publiqué en la prensa nacional con el título de “Sicología de los hipócritas”, y el que, por considerarlo de interés, nos permitimos transcribir a continuación:
SICOLOGÍA DE LOS HIPÓCRITAS.
“El hábito de la mentira paraliza la lengua del hipócrita cuando llega la hora de decir la verdad”
(José Ingenieros)
El diccionario de la Lengua Española define los términos hipocresía e hipócrita de la siguiente manera:
“Hipocresía: Fingimiento y apariencia de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”
“Hipócrita: Que finge o aparenta lo que no es o lo que no siente”
“La hipocresía – apunta José Ingenieros (1877 – 1925) - es el arte de amordazar la dignidad. Es el guano que fecundiza los temperamentos vulgares, permitiéndoles prosperar en la mentira: como esos árboles cuyo ramaje es más frondoso cuando crecen a inmediaciones de las ciénagas” (El hombre mediocre, pág., 1975, 83)
Sostiene Ingenieros que: “La hipocresía es más honda que la mentira. Esta puede ser accidental, aquella permanente. El hipócrita – amplía” - transforma su vida en una mentira metódicamente organizada. Hace todo lo contrario de lo que dice, toda vez que ello le reporte un beneficio inmediato” (ob. cit., pág.87)
De las ideas presindicadas se infiere que la mentira es la materia prima de los hipócritas, vale decir, el hipócrita es necesariamente mentiroso, y en virtud de esta cualidad es, sobre todo, un ser simulador, cínico, desconfiable y traicionero.
Si la hipocresía es una de las más perversas expresiones del egoísmo, los hipócritas son por naturaleza egoístas. Para ellos el yo de los demás carece de importancia. Sólo importa su propio yo. De ahí que siempre actúen movidos por sus particulares intereses, nunca inspirado en el interés colectivo.
Los hipócritas suelen tener cómplices circunstanciales, pero no amigos fieles y permanentes. Son utilitarios, oportunistas, individualistas y ambiciosos; pero fundamentalmente traicioneros. Con tal de materializar sus planes o propósitos son capaces de traicionar hasta su más íntimos amigos o más cercanos parientes.
Los centros de trabajo, sindicatos y partidos políticos están pletóricos de estos diabólicos personajes.
El hipócrita es un ser peligroso a quien hay que temer. En él todo es falsedad, engaño y apariencia. Por eso ríe cuando desea llorar y llora cuando quiere sonreír. Receta la medicina para curar el mal que él mismo ha provocado y suele desear larga vida al ser que desearía ver muerto. E l triunfo ajeno constituye su propia derrota. Por eso odia reconocer el mérito de los demás, y cuando lo hace, sus elogios resultan ser siempre falsos, irónicos y sarcásticos.
La lengua del hipócrita es mortal como el veneno de la víbora y destructora como la furia del huracán. Una palabra suya puede provocar el divorcio de dos amantes y la enemistad de dos amigos.
Estos individuos se rebajan sin saberlo. Su propia condición los transforma en entes chismosos, envidiosos, intrigantes y mediocres.
Conocer su verdadera identidad no siempre resulta fácil, pues aparte de actuar con gran habilidad, astucia y sagacidad, están también dotados de una increíble capacidad histriónica. Proceden como esos veteranos actores cuyos rostros parecen estar cubiertos por máscaras invisibles que les permiten ejecutar libremente sus maléficas acciones.
Más, sin embargo, conviene hacer todo lo posible para identificar en cualquier lugar a estos magos de la simulación, como única forma de no perecer devorado por sus garras mortífera.
lunes, 26 de diciembre de 2011
miércoles, 7 de diciembre de 2011
LOS ACTORES DEL TEATRO POLITICO DOMINICANO.
“Los políticos constituyen una casta especial de hombres, infeccionados de un egoísmo morboso, devorados por las más bajas pasiones que usted pueda imaginarse y que aman apasionadamente la Hacienda Pública. La verdadera calamidad del trópico, son estos señores políticos, los mosquitos, los huracanes y el paludismo”
DR. FRANCISCO MOSCOSO PUELLO. - " Cartas a Evelina " (1930)
En la República Dominicana, contrario a lo que podría creerse, no todo está perdido.
A pesar de los hechos negativos que a diario suceden, todavía conservamos “valores” importantes. A pesar de los actos de corrupción, el auge de la delincuencia, el narcotráfico y la inversión de valores que corroe los cimientos éticos de nuestra sociedad; y a pesar de que el sistema eléctrico dominicano nos regala con frecuencia hasta diez horas consecutivas de apagones, obligándonos a pagar un servicio que no consumimos, reiteramos una vez más, no todo está perdido en la República Dominicana.
En algunos renglones somos los últimos, pero en otros somos los primeros. Los ejemplos sobran: el nuestro es uno de los territorios de América que cuenta con mayor número de canales de televisión, carros de lujo, yipetas, universidades privadas, personas iletradas, orquestas bailables y hasta de enfermos del Sida.
Pero lo que es más importante: Santo Domingo es la cuna de los más brillantes actores del Nuevo Mundo. Al leer esto, posiblemente sean muchos los que se sorprendan y hasta riposten alegando que no es así. Basarán su punto de vista afirmando que aquí sólo contamos con una cantidad bastante reducida de buenos representantes de las tablas, registrados en la historia del teatro dominicano; pero ocurre que fuera de esa historia, específicamente en el escenario político nacional, es que se mueven los más famosos y auténticos actores.
Siga el rumbo de los diferentes procesos electorales y notará que el histrionismo de nuestros dirigentes políticos es impactante. Observe el comportamiento, y escuche lo que dicen los candidatos a cargos públicos y seguros estamos que usted no tardará mucho tiempo en convencerse. Los verá con su artificial sonrisa a flor de labios; pues ha de saberse que no existen en la Tierra seres más simpáticos que los políticos dominicanos cuando están en campaña electoral. Los escuchará, a todos sin excepción, ofrecer villas y castillos a las masas de votantes. Los verá en la pantalla de la televisión o retratados en los periódicos sonriéndole paternalmente al niño que descansa entre sus brazos, y en los mítines y caminatas los observará confundirse con la muchedumbre, saludando, besando y abrazando a todo el mundo.
Mas cuando culmina la escena electoral, el telón se cierra y se abre de nuevo. Esta vez notará que el escenario ha cambiado por completo. Los actores son exactamente los mismos pero ya no se mueven en las calles, sino en el poder. El cambio de conducta es evidente. Ya no sonríen. Sus rostros de repente se han tornado circunspectos como si les interesara vender una imagen de gran señor. El sudor de las personas que antes besaban y abrazaban, esta vez parece espantarles o asquearles. Y de sus bocas ahora sólo se escuchará un “dile que yo no estoy” o “ahora no puedo recibirlo"
Cuando termina el período gubernamental, el escenario cambia de nuevo, y la sonrisa, la luz de la artificial sonrisa de los actores del teatro político criollo comienza a despertar nuevas ilusiones en el ánimo de los votantes que cada cuatro años se presentan a las urnas a votar por un futuro mejor.
“Los políticos constituyen una casta especial de hombres, infeccionados de un egoísmo morboso, devorados por las más bajas pasiones que usted pueda imaginarse y que aman apasionadamente la Hacienda Pública. La verdadera calamidad del trópico, son estos señores políticos, los mosquitos, los huracanes y el paludismo”
DR. FRANCISCO MOSCOSO PUELLO. - " Cartas a Evelina " (1930)
En la República Dominicana, contrario a lo que podría creerse, no todo está perdido.
A pesar de los hechos negativos que a diario suceden, todavía conservamos “valores” importantes. A pesar de los actos de corrupción, el auge de la delincuencia, el narcotráfico y la inversión de valores que corroe los cimientos éticos de nuestra sociedad; y a pesar de que el sistema eléctrico dominicano nos regala con frecuencia hasta diez horas consecutivas de apagones, obligándonos a pagar un servicio que no consumimos, reiteramos una vez más, no todo está perdido en la República Dominicana.
En algunos renglones somos los últimos, pero en otros somos los primeros. Los ejemplos sobran: el nuestro es uno de los territorios de América que cuenta con mayor número de canales de televisión, carros de lujo, yipetas, universidades privadas, personas iletradas, orquestas bailables y hasta de enfermos del Sida.
Pero lo que es más importante: Santo Domingo es la cuna de los más brillantes actores del Nuevo Mundo. Al leer esto, posiblemente sean muchos los que se sorprendan y hasta riposten alegando que no es así. Basarán su punto de vista afirmando que aquí sólo contamos con una cantidad bastante reducida de buenos representantes de las tablas, registrados en la historia del teatro dominicano; pero ocurre que fuera de esa historia, específicamente en el escenario político nacional, es que se mueven los más famosos y auténticos actores.
Siga el rumbo de los diferentes procesos electorales y notará que el histrionismo de nuestros dirigentes políticos es impactante. Observe el comportamiento, y escuche lo que dicen los candidatos a cargos públicos y seguros estamos que usted no tardará mucho tiempo en convencerse. Los verá con su artificial sonrisa a flor de labios; pues ha de saberse que no existen en la Tierra seres más simpáticos que los políticos dominicanos cuando están en campaña electoral. Los escuchará, a todos sin excepción, ofrecer villas y castillos a las masas de votantes. Los verá en la pantalla de la televisión o retratados en los periódicos sonriéndole paternalmente al niño que descansa entre sus brazos, y en los mítines y caminatas los observará confundirse con la muchedumbre, saludando, besando y abrazando a todo el mundo.
Mas cuando culmina la escena electoral, el telón se cierra y se abre de nuevo. Esta vez notará que el escenario ha cambiado por completo. Los actores son exactamente los mismos pero ya no se mueven en las calles, sino en el poder. El cambio de conducta es evidente. Ya no sonríen. Sus rostros de repente se han tornado circunspectos como si les interesara vender una imagen de gran señor. El sudor de las personas que antes besaban y abrazaban, esta vez parece espantarles o asquearles. Y de sus bocas ahora sólo se escuchará un “dile que yo no estoy” o “ahora no puedo recibirlo"
Cuando termina el período gubernamental, el escenario cambia de nuevo, y la sonrisa, la luz de la artificial sonrisa de los actores del teatro político criollo comienza a despertar nuevas ilusiones en el ánimo de los votantes que cada cuatro años se presentan a las urnas a votar por un futuro mejor.
domingo, 4 de diciembre de 2011
TRANSFUGISMO, OPORTUNISMO Y CRISIS DE IDEOLOGIA EN LA REPUBLICA DOMINICANA.
En los procesos electorales se ponen de moda frases y palabras que en su sentido profundo describen o definen las intenciones de los actores que intervienen en dichas contiendas . Algunas de esas expresiones pueden ser creadas en el momento: “Comesolos”, “llegó Papá”, “esa pela va…”, “e’pa fuera que van…”, etc.
Otras, ya formaban parte de nuestro repertorio lingüístico; pero escasamente empleadas en nuestra diaria conversación. Este es el caso del término “tránsfuga”, el cual, según el Diccionario de la Real Academia (1970, Pág. 1286), soporta los significados de:
1) «Persona que pasa huyendo de una parte a otra»
2) « Persona que pasa de un partido a otro»
El trasnfuguismo, conforme a los conceptos precedentes, no constituye de por sí un comportamiento socialmente condenable. Es normal que una persona, por razones diversas, cambie de partido político en un determinado momento. Esto quiere decir, que cuando ese paso se lleva a cabo por convicción, sólidos principios o impulsado por la patriótica intención de defender los mejores intereses en bien de la nación, vale la pena ser tránsfuga; pero si por el contario el cambio se origina con el propósito de adquirir dinero, poder u otro beneficio personal, entonces sí debemos condenar el transfuguismo y considerar a los tránsfugas como seres peligrosos, despreciables, oportunistas y carentes por completo de ideología, principios y sentimientos patrióticos.
El transfuguismo representa la más auténtica expresión del oportunismo, concebido este, por el ya citado lexicón, como el “Sistema político que prescinde en cierto modo de los principios fundamentales, tomando las circunstancias de tiempo y lugar…” (pág. 945)
De ahí que como la serpiente que estudia cuidadosamente a su presa para no fallar cuando ejecute sobre ella su salto mortal, el tránsfuga verdadero, cuando cambia, siempre elige el partido con mayores posibilidades de triunfo, o, lo que es lo mismo, el paso lo da siempre “pensando en lo mío” Es por esa razón que el bachatero u otro artista que ayer le cantaba emocionado al candidato del PLD, hoy le cante a Hipólito Mejía y viceversa.
Nunca como en el pasado proceso comicial, el transfuguismo se nos había presentado con tanta fuerza e igual grado de desfachatez. Tanto, que posiblemente fue la del 2008 la más prostibularia de las campañas polticas que históricamente se han desarrollado en la Republica Dominicana. Nunca la desvergüenza había estado tan presente en la conducta política de los dominicanos.
Pero no sólo ahora.
Los tránsfugas siempre han existido en nuestro país. Baste sólo recordar la conducta asumida por el célebre Tomas Bobadilla, hombre hábil y sumamente astuto, quien durante el período de la ocupación haitiana ( 1822-1844 ) colaboró con el gobierno haitiano, nunca creyó en el proyecto de independencia concebido por Juan Pablo Duarte, ni este y los demás trinitarios, despectivamente llamados por él llamado “ jóvenes ilusos e inexpertos”, podrían materializarlo ; pero cuando vio que la independencia era un hecho, o que las condiciones para su proclamación se habían creado, se sumó al proceso independentista, y una vez proclamada la República le cupo el honor de presidir la Junta Central Gubernativa, cargo que por méritos ganados debió corresponderle a Duarte, designado, irónicamente, como simple vocal del referido gobierno provisional.
Fue Bobadilla, como bien lo define Rufino Martínez, “un político de oficio y palaciego que estuvo con todo el mundo y no estuvo con nadie”
También podemos encontrar la misma conducta en nuestro laureado poeta popular Juan Antonio Alix, el cual hizo del oportunismo político su principal medio de existencia.
Fiel seguidor del general Ulises Heureaux (Lilis), en mayo de 1897, asi le cantaba el genial bardo a su líder cuando este ejercía el cargo de presidente de la República:
«Y más que nadie Santiago,
debe obsequiar lo mejor,
al Gran Pacificador,
y hacerle un bonito halago,
pues nunca será bien pago,
por nuestro pueblo querido,
todo el bien que ha recibido
de Lilis, el grande hombre,
que loado sea su nombre,
y por siempre bendecido…»
El 26 de julio de 1899, el tirano cae en Moca abatido por las balas redentoras de Mon Cáceres y otros valientes mocanos. Muerto Heureaux, cinco meses después fue sustituido en el cargo por Juan Isidro Jiménez. Juan A. Alix, olvidando los encendidos elogios que en vida le había tributado al primero, lo remata con unos versos en los que a su vez alaba la gestión encabezada por el nuevo mandatario:
« En la puerta de la iglesia,
dicen que sale Lilís,
preguntándole al que pasa,
cómo se encuentra el país,
y una vieja que lo vio,
le dijo a ese condenado:
el país que tú has matado,
que en tus manos se arruinó,
un buen gobierno encontró,
que toda la gente aprecia,
al que nadie hoy desprecia,
como a tu maldito mando,
que por eso estas penando,
en la puerta de la iglesia»
Ese arribismo conductual, el llamado Cantor del Yaque intentó justificarlo en unos versos que, al decir de Joaquín Balaguer, “todavía hoy podrían ser citados como modelo de cinismo”. Versos, agrego yo, que además de recitarlos todas las mañanas, son muchos los políticos del patio que deberían reproducirlos, enmarcarlos y exhibirlos con orgullo en las salas de sus casas u oficinas. En ellos aclara nuestro genial y muy citado decimero:
«Como Alix Antonio Juan,
gana la vida cantando,
en nada se anda fijando,
para conseguir el pan,
lo que más que decir podrán,
es que ayer cantó a un tirano,
y hoy le canta al ciudadano,
Jiménez, noble caudillo,
patriota probo y sencillo,
prez del pueblo quisqueyano
yo le canto al Padre Eterno
les canto a Dios y a sus santos,
a los demonios y a cuantos
habitan en el infierno»
En nuestro país nos encontramos con personas que han militado en casi todos los partidos políticos mayoritarios. ¿Quiénes son esas personas?
Los amables lectores tienen, al respecto, la última palabra.
En los procesos electorales se ponen de moda frases y palabras que en su sentido profundo describen o definen las intenciones de los actores que intervienen en dichas contiendas . Algunas de esas expresiones pueden ser creadas en el momento: “Comesolos”, “llegó Papá”, “esa pela va…”, “e’pa fuera que van…”, etc.
Otras, ya formaban parte de nuestro repertorio lingüístico; pero escasamente empleadas en nuestra diaria conversación. Este es el caso del término “tránsfuga”, el cual, según el Diccionario de la Real Academia (1970, Pág. 1286), soporta los significados de:
1) «Persona que pasa huyendo de una parte a otra»
2) « Persona que pasa de un partido a otro»
El trasnfuguismo, conforme a los conceptos precedentes, no constituye de por sí un comportamiento socialmente condenable. Es normal que una persona, por razones diversas, cambie de partido político en un determinado momento. Esto quiere decir, que cuando ese paso se lleva a cabo por convicción, sólidos principios o impulsado por la patriótica intención de defender los mejores intereses en bien de la nación, vale la pena ser tránsfuga; pero si por el contario el cambio se origina con el propósito de adquirir dinero, poder u otro beneficio personal, entonces sí debemos condenar el transfuguismo y considerar a los tránsfugas como seres peligrosos, despreciables, oportunistas y carentes por completo de ideología, principios y sentimientos patrióticos.
El transfuguismo representa la más auténtica expresión del oportunismo, concebido este, por el ya citado lexicón, como el “Sistema político que prescinde en cierto modo de los principios fundamentales, tomando las circunstancias de tiempo y lugar…” (pág. 945)
De ahí que como la serpiente que estudia cuidadosamente a su presa para no fallar cuando ejecute sobre ella su salto mortal, el tránsfuga verdadero, cuando cambia, siempre elige el partido con mayores posibilidades de triunfo, o, lo que es lo mismo, el paso lo da siempre “pensando en lo mío” Es por esa razón que el bachatero u otro artista que ayer le cantaba emocionado al candidato del PLD, hoy le cante a Hipólito Mejía y viceversa.
Nunca como en el pasado proceso comicial, el transfuguismo se nos había presentado con tanta fuerza e igual grado de desfachatez. Tanto, que posiblemente fue la del 2008 la más prostibularia de las campañas polticas que históricamente se han desarrollado en la Republica Dominicana. Nunca la desvergüenza había estado tan presente en la conducta política de los dominicanos.
Pero no sólo ahora.
Los tránsfugas siempre han existido en nuestro país. Baste sólo recordar la conducta asumida por el célebre Tomas Bobadilla, hombre hábil y sumamente astuto, quien durante el período de la ocupación haitiana ( 1822-1844 ) colaboró con el gobierno haitiano, nunca creyó en el proyecto de independencia concebido por Juan Pablo Duarte, ni este y los demás trinitarios, despectivamente llamados por él llamado “ jóvenes ilusos e inexpertos”, podrían materializarlo ; pero cuando vio que la independencia era un hecho, o que las condiciones para su proclamación se habían creado, se sumó al proceso independentista, y una vez proclamada la República le cupo el honor de presidir la Junta Central Gubernativa, cargo que por méritos ganados debió corresponderle a Duarte, designado, irónicamente, como simple vocal del referido gobierno provisional.
Fue Bobadilla, como bien lo define Rufino Martínez, “un político de oficio y palaciego que estuvo con todo el mundo y no estuvo con nadie”
También podemos encontrar la misma conducta en nuestro laureado poeta popular Juan Antonio Alix, el cual hizo del oportunismo político su principal medio de existencia.
Fiel seguidor del general Ulises Heureaux (Lilis), en mayo de 1897, asi le cantaba el genial bardo a su líder cuando este ejercía el cargo de presidente de la República:
«Y más que nadie Santiago,
debe obsequiar lo mejor,
al Gran Pacificador,
y hacerle un bonito halago,
pues nunca será bien pago,
por nuestro pueblo querido,
todo el bien que ha recibido
de Lilis, el grande hombre,
que loado sea su nombre,
y por siempre bendecido…»
El 26 de julio de 1899, el tirano cae en Moca abatido por las balas redentoras de Mon Cáceres y otros valientes mocanos. Muerto Heureaux, cinco meses después fue sustituido en el cargo por Juan Isidro Jiménez. Juan A. Alix, olvidando los encendidos elogios que en vida le había tributado al primero, lo remata con unos versos en los que a su vez alaba la gestión encabezada por el nuevo mandatario:
« En la puerta de la iglesia,
dicen que sale Lilís,
preguntándole al que pasa,
cómo se encuentra el país,
y una vieja que lo vio,
le dijo a ese condenado:
el país que tú has matado,
que en tus manos se arruinó,
un buen gobierno encontró,
que toda la gente aprecia,
al que nadie hoy desprecia,
como a tu maldito mando,
que por eso estas penando,
en la puerta de la iglesia»
Ese arribismo conductual, el llamado Cantor del Yaque intentó justificarlo en unos versos que, al decir de Joaquín Balaguer, “todavía hoy podrían ser citados como modelo de cinismo”. Versos, agrego yo, que además de recitarlos todas las mañanas, son muchos los políticos del patio que deberían reproducirlos, enmarcarlos y exhibirlos con orgullo en las salas de sus casas u oficinas. En ellos aclara nuestro genial y muy citado decimero:
«Como Alix Antonio Juan,
gana la vida cantando,
en nada se anda fijando,
para conseguir el pan,
lo que más que decir podrán,
es que ayer cantó a un tirano,
y hoy le canta al ciudadano,
Jiménez, noble caudillo,
patriota probo y sencillo,
prez del pueblo quisqueyano
yo le canto al Padre Eterno
les canto a Dios y a sus santos,
a los demonios y a cuantos
habitan en el infierno»
En nuestro país nos encontramos con personas que han militado en casi todos los partidos políticos mayoritarios. ¿Quiénes son esas personas?
Los amables lectores tienen, al respecto, la última palabra.
viernes, 4 de noviembre de 2011
JONRONES, DENOMINACIONES Y EL ESTILO PINTORESCO DE LOS CRONISTAS DEPORTIVOS.
Por : Domingo Caba Ramos
Para el abogado, profesor y periodista español José Luis Martínez Albertos, “la crónica deportiva tiene en mi país cierta tradición esteticista; mientras que fuera de aquí se cultiva un estilo “más bien populachero” (Redacción Periodística, 1974).
Yo no sé si llamar “populachero” o pintoresco al estilo cultivado por los cronistas deportivos de la República Dominicana; pero lo cierto es que estos periodistas parecen disfrutar de algún tipo de licencia para jugar a lo popular con el léxico, creando de esa manera las más extrañas terminologías o las más insólitas construcciones. En tal virtud vemos cómo unos titulares se apartan por completo de la natural transparencia que debe caracterizar a todo texto periodístico para expresar en el más jocoso y ambiguo de los acentos:
“Escogido baila el sua, sua, con las Estrellas”; “Los Azucareros despluman a las Águilas”; “Licey clava garras al León”; “Licey corta trote a Potros”; “Potros del noroeste patean Leones del Escogido”’ “Los Toros del Este amansan a Leones del Escogido”; “Ahora en el valle de la muerte las Águilas parecen ciguitas..."
Pero es en el momento de denominar el jonrón cuando la creación léxica de nuestros cronistas adquiere su mayor esencia pintoresca. Veamos sólo algunos ejemplos extraídos de la prensa nacional, publicados en el período 1998-2009:
“Sosa se convirtió en el jugador de color que más tetrabases ha sumado en una temperada”
• “El martes pasado, McGwire pegó su palo de vuelta entera 62”
• “Por lo regular, un bateador de poder necesitaría dos temporadas para arribar a la cantidad de leñazos por encima de la cerca que ha coleccionado Sammy Sosa”
• “Sosa lleva un total de 19 películas completas frente a los cuatro clubes que le faltan”
• “McGwire lanzó cuatro bambinazos en siete turnos, llegando a los 51 tablazos”,
• “El histórico aldabonazo del jugador nativo de Macorís mandó la bola hacia la tribuna del jardín izquierdo...”
• “Señaló que el estelar patrullero nativo de San Pedro de Macorís, desde que llegó a 50 estacazos de cuatro esquinas...”
• “Many Ramírez conectó dos cohetazos...”
• “Many Ramírez volvió a conectar dos batazos de vueltas completas...”
• “¡Tremendo majaguazo el que acaba de conectar Fernando Tatis!”
• “Moisés participó en 115 encuentros y fletó nueve batazos de cuatro bases”
• “En 1994 el estelar pelotero dominicano alcanzó los veinte jonrones en una estación de grandes ligas al despachar 22 vuelacercas”
• “Después, en 1995, una vez más Moisés redujo su capacidad de juego, sin embargo, esto no fue un obstáculo para descargar 14 tablazos de vuelta entera”
• “Posteriormente, en 1996, el talentoso jugador del patio volvió a superar las docenas de cuadrangulares en una temporada, en esta oportunidad descargó 21 rompecercas”
• “El Panqué de Haina registró un estratosférico promedio de bateo de 327 y 31 veces se fue para la calle con sus palos largos”
• “Foster en 1952 voló la verja 52 veces”
• “Moisés Alou es otro criollo con posibilidades de unirse a un buen grupo de latinos que conseguirán la cuatro decena de batazos de circuito corrido”
• “Mays y Foster tuvieron temporadas de 52 películas de vuelta completa”
• “McGwire durante su carrera ha coleccionado 457 tablazos de cuatro esquinas en la Gran Carpa...”
¡Sorprendente verdad!
Hasta hace poco, yo creía que el batazo que lograba sacar la bola por encima de la verja del estadio se llamaba simple y llanamente jonrón o cuadrangular; pero los cronistas deportivos me han enseñado que un jonrón es mucho más que eso. Me han enseñado que un jonrón es :
Un "tetrabases", un "palo de vuelta entera", un "leñazo por encima de la cerca", una "película completa", un "tablazo", un "aldabonazo", un "estacazo de cuatro esquinas", un "batazo de vuelta completa", un "cohetazo", un "batazo de cuatro bases", un "vuelacercas", un "tablazo de vuelta entera", un "rompecercas", un "batazo de cuatro esquinas", un "batazo de circuito corrido", un "tablazo de cuatro esquinas " un "palo largo" y , como diría don Papi Pimentel, un jonrón es también un "majaguazo"
Yo no sé si llamar “populachero” o pintoresco al estilo cultivado por los cronistas deportivos de la República Dominicana; pero lo cierto es que estos periodistas parecen disfrutar de algún tipo de licencia para jugar a lo popular con el léxico, creando de esa manera las más extrañas terminologías o las más insólitas construcciones. En tal virtud vemos cómo unos titulares se apartan por completo de la natural transparencia que debe caracterizar a todo texto periodístico para expresar en el más jocoso y ambiguo de los acentos:
“Escogido baila el sua, sua, con las Estrellas”; “Los Azucareros despluman a las Águilas”; “Licey clava garras al León”; “Licey corta trote a Potros”; “Potros del noroeste patean Leones del Escogido”’ “Los Toros del Este amansan a Leones del Escogido”; “Ahora en el valle de la muerte las Águilas parecen ciguitas..."
Pero es en el momento de denominar el jonrón cuando la creación léxica de nuestros cronistas adquiere su mayor esencia pintoresca. Veamos sólo algunos ejemplos extraídos de la prensa nacional, publicados en el período 1998-2009:
“Sosa se convirtió en el jugador de color que más tetrabases ha sumado en una temperada”
• “El martes pasado, McGwire pegó su palo de vuelta entera 62”
• “Por lo regular, un bateador de poder necesitaría dos temporadas para arribar a la cantidad de leñazos por encima de la cerca que ha coleccionado Sammy Sosa”
• “Sosa lleva un total de 19 películas completas frente a los cuatro clubes que le faltan”
• “McGwire lanzó cuatro bambinazos en siete turnos, llegando a los 51 tablazos”,
• “El histórico aldabonazo del jugador nativo de Macorís mandó la bola hacia la tribuna del jardín izquierdo...”
• “Señaló que el estelar patrullero nativo de San Pedro de Macorís, desde que llegó a 50 estacazos de cuatro esquinas...”
• “Many Ramírez conectó dos cohetazos...”
• “Many Ramírez volvió a conectar dos batazos de vueltas completas...”
• “¡Tremendo majaguazo el que acaba de conectar Fernando Tatis!”
• “Moisés participó en 115 encuentros y fletó nueve batazos de cuatro bases”
• “En 1994 el estelar pelotero dominicano alcanzó los veinte jonrones en una estación de grandes ligas al despachar 22 vuelacercas”
• “Después, en 1995, una vez más Moisés redujo su capacidad de juego, sin embargo, esto no fue un obstáculo para descargar 14 tablazos de vuelta entera”
• “Posteriormente, en 1996, el talentoso jugador del patio volvió a superar las docenas de cuadrangulares en una temporada, en esta oportunidad descargó 21 rompecercas”
• “El Panqué de Haina registró un estratosférico promedio de bateo de 327 y 31 veces se fue para la calle con sus palos largos”
• “Foster en 1952 voló la verja 52 veces”
• “Moisés Alou es otro criollo con posibilidades de unirse a un buen grupo de latinos que conseguirán la cuatro decena de batazos de circuito corrido”
• “Mays y Foster tuvieron temporadas de 52 películas de vuelta completa”
• “McGwire durante su carrera ha coleccionado 457 tablazos de cuatro esquinas en la Gran Carpa...”
¡Sorprendente verdad!
Hasta hace poco, yo creía que el batazo que lograba sacar la bola por encima de la verja del estadio se llamaba simple y llanamente jonrón o cuadrangular; pero los cronistas deportivos me han enseñado que un jonrón es mucho más que eso. Me han enseñado que un jonrón es :
Un "tetrabases", un "palo de vuelta entera", un "leñazo por encima de la cerca", una "película completa", un "tablazo", un "aldabonazo", un "estacazo de cuatro esquinas", un "batazo de vuelta completa", un "cohetazo", un "batazo de cuatro bases", un "vuelacercas", un "tablazo de vuelta entera", un "rompecercas", un "batazo de cuatro esquinas", un "batazo de circuito corrido", un "tablazo de cuatro esquinas " un "palo largo" y , como diría don Papi Pimentel, un jonrón es también un "majaguazo"
jueves, 20 de octubre de 2011
TAMBORIL, SU NUEVO PARQUE Y LAS VUELTAS ANTIGUAS.
La alcaldía del municipio de Tamboril inauguró en agosto recién pasado la remodelación del parque central de esta localidad, el parque “Doña Trina de Moya”, posiblemente uno de los más hermosos de la región del Cibao.
Eso quiere decir que los tamborileños, muy particularmente los ausentes radicados en los Estados Unidos que en el presente mes han regresado para disfrutar las fiestas patronales que a en su pueblo celebran, están estrenando, más que una reconstrucción, un nuevo parque.
Aunque parezca extraño, construir una obra de esa naturaleza, casi siempre resulta más fácil que preservar, no solo sus instalaciones o imagen física, sino también la tranquilidad e imagen moral que esperan los ciudadanos. Y es más difícil esto último por cuanto implica la adopción de drásticas medidas contra aquellos que en su espacio actúen de manera indecorosa y con espíritu destructivo. Así se lo manifesté el día de acto inaugural a mi amigo, exalumno y hoy alcalde, Anyolino Germosén; pero no solo las autoridades del ayuntamiento deben velar por el mantenimiento y buena imagen del parque cuyo nombre honra la memoria de la autora de las letras del “Himno a las madres”
Esa es una tarea de todos porque todos con el pago de sus impuestos hicieron posible la construcción de la obra, y a todos, por tanto, esa obra les pertenece.
Hablar del parque de Tamboril, es recordar, necesariamente, las clásicas vueltas, que impulsadas por la llama de la pasión, ejecutaban los jóvenes en parejas, románticos giros , producto de los cuales posiblemente sean muchos los matrimonios que hoy por ahí se encuentren y los mortales, talvez sin apellidos, que por las calles de la Pajiza Aldea deambulen . Por eso en relación con el parque y las hoy desusadas vueltas, hace dos años escribí yo en este mismo diario lo siguiente:
“Dicho parque cubrió todo una época de ensueños, romanticismo, armonía y sana convivencia municipal. Una época en la que la familia tamborileña se concentraba allí, tarde y noche, especialmente los fines de semana, para airearse con la fresca brisa que se desprendía de la copa de los árboles, o deleitarse con los acordes ejecutados por la banda de música, brillantemente dirigida por el maestro Hussaíno Germosén, en las entonces famosas y hoy desafortunadamente desaparecidas retretas dominicales. Una época en la que parejas de jóvenes enamorados, con sus manos entrelazadas, se sentaban en los bancos del parque a intercambiar las más sugerentes, amorosas y románticas de las miradas, o procedían a darle a este vueltas y vueltas que en ocasiones parecían interminables “(23/8/2009)
Y afirmaba más adelante:
“Hoy, el parque de Tamboril ya no es el mismo. Su esencia recreativo – familiar hace tiempo se perdió. La globalización y la posmodernidad arrasaron con ella. Se trata, el de Tamboril, un parque concebido y por mucho tiempo utilizado para el sano esparcimiento ; pero en donde hoy se oye de todo, se ve de todo, se hace de todo , se consume de todo y se acepta todo, especialmente después de la media noche…)
Las vueltas al parque, otrora costumbre típica de los tamborileños, es hoy cosas del pasado. La postmodernidad con su aceleramiento, desprecio a las tradiciones y carencia de arrebatos románticos barrió con ellas; pero el pueblo, sin embargo, ha vuelto a visitar a su parque, ha recobrado su confianza. Esperamos que esa confianza se mantenga y que con el concurso de todos, el parque de Tamboril vuelva a parecerse a lo que antes fue : un lugar de sano esparcimiento espiritual.
La alcaldía del municipio de Tamboril inauguró en agosto recién pasado la remodelación del parque central de esta localidad, el parque “Doña Trina de Moya”, posiblemente uno de los más hermosos de la región del Cibao.
Eso quiere decir que los tamborileños, muy particularmente los ausentes radicados en los Estados Unidos que en el presente mes han regresado para disfrutar las fiestas patronales que a en su pueblo celebran, están estrenando, más que una reconstrucción, un nuevo parque.
Aunque parezca extraño, construir una obra de esa naturaleza, casi siempre resulta más fácil que preservar, no solo sus instalaciones o imagen física, sino también la tranquilidad e imagen moral que esperan los ciudadanos. Y es más difícil esto último por cuanto implica la adopción de drásticas medidas contra aquellos que en su espacio actúen de manera indecorosa y con espíritu destructivo. Así se lo manifesté el día de acto inaugural a mi amigo, exalumno y hoy alcalde, Anyolino Germosén; pero no solo las autoridades del ayuntamiento deben velar por el mantenimiento y buena imagen del parque cuyo nombre honra la memoria de la autora de las letras del “Himno a las madres”
Esa es una tarea de todos porque todos con el pago de sus impuestos hicieron posible la construcción de la obra, y a todos, por tanto, esa obra les pertenece.
Hablar del parque de Tamboril, es recordar, necesariamente, las clásicas vueltas, que impulsadas por la llama de la pasión, ejecutaban los jóvenes en parejas, románticos giros , producto de los cuales posiblemente sean muchos los matrimonios que hoy por ahí se encuentren y los mortales, talvez sin apellidos, que por las calles de la Pajiza Aldea deambulen . Por eso en relación con el parque y las hoy desusadas vueltas, hace dos años escribí yo en este mismo diario lo siguiente:
“Dicho parque cubrió todo una época de ensueños, romanticismo, armonía y sana convivencia municipal. Una época en la que la familia tamborileña se concentraba allí, tarde y noche, especialmente los fines de semana, para airearse con la fresca brisa que se desprendía de la copa de los árboles, o deleitarse con los acordes ejecutados por la banda de música, brillantemente dirigida por el maestro Hussaíno Germosén, en las entonces famosas y hoy desafortunadamente desaparecidas retretas dominicales. Una época en la que parejas de jóvenes enamorados, con sus manos entrelazadas, se sentaban en los bancos del parque a intercambiar las más sugerentes, amorosas y románticas de las miradas, o procedían a darle a este vueltas y vueltas que en ocasiones parecían interminables “(23/8/2009)
Y afirmaba más adelante:
“Hoy, el parque de Tamboril ya no es el mismo. Su esencia recreativo – familiar hace tiempo se perdió. La globalización y la posmodernidad arrasaron con ella. Se trata, el de Tamboril, un parque concebido y por mucho tiempo utilizado para el sano esparcimiento ; pero en donde hoy se oye de todo, se ve de todo, se hace de todo , se consume de todo y se acepta todo, especialmente después de la media noche…)
Las vueltas al parque, otrora costumbre típica de los tamborileños, es hoy cosas del pasado. La postmodernidad con su aceleramiento, desprecio a las tradiciones y carencia de arrebatos románticos barrió con ellas; pero el pueblo, sin embargo, ha vuelto a visitar a su parque, ha recobrado su confianza. Esperamos que esa confianza se mantenga y que con el concurso de todos, el parque de Tamboril vuelva a parecerse a lo que antes fue : un lugar de sano esparcimiento espiritual.
jueves, 13 de octubre de 2011
LA CRISIS DE LA PALABRA
Un amigo y profesor del CURSA ( UASD ), hace tres años, me motiva para que inicie un proyecto de investigación, y hasta me ofrece sus servicios gratuitos para orientarme y colaborar en todo lo relativo a su desarrollo .Vía correo electrónico, un año después, le envío copia del contenido del anteproyecto . Como veo que pasan los días y no recibo respuestas, lo llamo y le pregunto si recibió el mensaje.
-“Sí, lo recibí – me contestó –. Tan pronto lo lea te llamo o te mando por e-mail mis observaciones” Todavía estoy esperando la llamada y las susodichas observaciones.
Otro amigo llama un viernes cualquiera y me dice:
-Espérame mañana sábado, a las 9 a.m. que urgentemente necesito consultarte algo. A pesar de que no podía esperarlo, por razones de compromisos laborales, lo esperé, dado el carácter “urgente” del problema que lo afectaba. Esperé, esperé y esperé, pero mi amigo nunca llegó.
Al día siguiente, domingo, me encuentro con él en una de las playas de la costa norte de nuestro país. Se bañaba junto a su entonces prometida en las turbulentas y siempre frescas aguas del Océano Atlántico. Tan pronto me vio se acercó a mí, me saludó con inigualable cortesía y afecto, y me habló de todo, menos del “plantón” que el día anterior me había dado. Ni una sola excusa, ni una sola palabra para justificar la falta cometida.
Al ver que no lo hizo, me ví obligado a recordarle o referirme a su acto de irresponsabilidad:
“Créeme – le dije con inocultable ironía - que te envidio y felicito de todo corazón. Los sinvergüenzas y charlatanes como tú, no mueren del corazón…”
Casos como los antes citados se repiten diariamente, y los mismos ponen de manifiesto un hecho bastante preocupante: la palabra, en la República Dominicana, está muy, pero muy en crisis. Ya pocos sienten orgullo o se interesan por cumplirla. La crisis de valores barrió con ella. Quedar bien o mal da lo mismo. Cumplir es lo mismo que incumplir. El culto a la palabra empeñada, que con tanta vehemencia nos enseñaron los mayores, hace tiempo se borró de nuestro universo mental. Hay que “salir del paso”. Hay que allantar. “Hay que vivir la vida”. Hay que “evitar la fatiga”. Hay que evitar, como recomiendan los estoicos, todo lo que nos provoque intranquilidad y desasosiego.
El sentimiento de solidaridad hace años murió. Ya nadie siente placer por servirle a nadie que no sean los parientes más cercanos. Nadie se siente comprometido a servirle a nadie que no sea su propio yo. Cuando solicitas un servicio, por más sencillo que este sea, con mucho respeto y cortesía todos te dicen que sí; pero muy pocos convierten en realidad ese sí. Vivimos la Era del Yo. Nada que no afecte mi Yo tiene importancia. Hasta las excusas que antes suplían el vacío de las palabras incumplidas han desaparecido del repertorio léxico.
Cada día que amanece comenzamos a operar como si estuviéramos dirigido por un ser invisible que durante todo el día nos repite: “Si puedes cumplir con tus palabras, hazlo. De lo contrario, no te mueras por eso…”
“Todo está en la palabra”, escribió Pablo Neruda. Pero eso sería así en los tiempos del laureado chileno, poeta y Premio Nóbel de Literatura.
Hoy, en los tiempos de la globalización, postmodernos y del Hombre Light, el planteo nerudiano parece letras muertas.
Un amigo y profesor del CURSA ( UASD ), hace tres años, me motiva para que inicie un proyecto de investigación, y hasta me ofrece sus servicios gratuitos para orientarme y colaborar en todo lo relativo a su desarrollo .Vía correo electrónico, un año después, le envío copia del contenido del anteproyecto . Como veo que pasan los días y no recibo respuestas, lo llamo y le pregunto si recibió el mensaje.
-“Sí, lo recibí – me contestó –. Tan pronto lo lea te llamo o te mando por e-mail mis observaciones” Todavía estoy esperando la llamada y las susodichas observaciones.
Otro amigo llama un viernes cualquiera y me dice:
-Espérame mañana sábado, a las 9 a.m. que urgentemente necesito consultarte algo. A pesar de que no podía esperarlo, por razones de compromisos laborales, lo esperé, dado el carácter “urgente” del problema que lo afectaba. Esperé, esperé y esperé, pero mi amigo nunca llegó.
Al día siguiente, domingo, me encuentro con él en una de las playas de la costa norte de nuestro país. Se bañaba junto a su entonces prometida en las turbulentas y siempre frescas aguas del Océano Atlántico. Tan pronto me vio se acercó a mí, me saludó con inigualable cortesía y afecto, y me habló de todo, menos del “plantón” que el día anterior me había dado. Ni una sola excusa, ni una sola palabra para justificar la falta cometida.
Al ver que no lo hizo, me ví obligado a recordarle o referirme a su acto de irresponsabilidad:
“Créeme – le dije con inocultable ironía - que te envidio y felicito de todo corazón. Los sinvergüenzas y charlatanes como tú, no mueren del corazón…”
Casos como los antes citados se repiten diariamente, y los mismos ponen de manifiesto un hecho bastante preocupante: la palabra, en la República Dominicana, está muy, pero muy en crisis. Ya pocos sienten orgullo o se interesan por cumplirla. La crisis de valores barrió con ella. Quedar bien o mal da lo mismo. Cumplir es lo mismo que incumplir. El culto a la palabra empeñada, que con tanta vehemencia nos enseñaron los mayores, hace tiempo se borró de nuestro universo mental. Hay que “salir del paso”. Hay que allantar. “Hay que vivir la vida”. Hay que “evitar la fatiga”. Hay que evitar, como recomiendan los estoicos, todo lo que nos provoque intranquilidad y desasosiego.
El sentimiento de solidaridad hace años murió. Ya nadie siente placer por servirle a nadie que no sean los parientes más cercanos. Nadie se siente comprometido a servirle a nadie que no sea su propio yo. Cuando solicitas un servicio, por más sencillo que este sea, con mucho respeto y cortesía todos te dicen que sí; pero muy pocos convierten en realidad ese sí. Vivimos la Era del Yo. Nada que no afecte mi Yo tiene importancia. Hasta las excusas que antes suplían el vacío de las palabras incumplidas han desaparecido del repertorio léxico.
Cada día que amanece comenzamos a operar como si estuviéramos dirigido por un ser invisible que durante todo el día nos repite: “Si puedes cumplir con tus palabras, hazlo. De lo contrario, no te mueras por eso…”
“Todo está en la palabra”, escribió Pablo Neruda. Pero eso sería así en los tiempos del laureado chileno, poeta y Premio Nóbel de Literatura.
Hoy, en los tiempos de la globalización, postmodernos y del Hombre Light, el planteo nerudiano parece letras muertas.
miércoles, 24 de agosto de 2011
POLITICA, POLITICOS Y CARGOS PUBLICOS EN LA REPUBLICA DOMINICANA
Indudablemente que en términos de oportunidades políticas, la República Dominicana es todo un paraíso.
Si bien Aristóteles proclamó que el hombre es un animal político, la realidad nacional nos ha enseñado que el dominicano parece ser el más político de todos los animales.
En esta encantadora tierra de Duarte, Sánchez, Mella, Caamaño y Luperón, todos desean y se creen aptos para ser líderes de un partido político. Todos aspiran a desempeñar un cargo en el gobierno. Y a cualquier individuo se le otorga dicho cargo.
No importa que apenas sepa leer o escribir. No importa que su moral esté por el suelo. Lo importante es lograr el objetivo. Lo demás se resuelve sobre la marcha. Si ansía el puesto, al puesto irá. Las trabas o restricciones para llegar hasta él son mínimas.
La propia Constitución de la República es bastante permisiva en ese sentido. Según esta, todo ciudadano dominicano, sin importar que sea analfabeto, ciego, loco, mudo, alcohólico, sordo, anciano, narcotraficante, drogadicto, violador, sinverguenza y delincuente, goza del sagrado derecho de optar por un cargo a diputado, síndico, senador, regidor o presidente del país; esto es, no contempla limitaciones al respecto.
Y como bien lo aclara el mismo texto constitucional: “A nadie se le puede obligar a hacer lo que la ley no manda ni impedírsele lo que ley no prohíbe".
¿Cuáles son los verdaderos propósitos que animan a muchos compatriotas cuando deciden incursionar en el mundo contradictorio de la política o lanzarse tras la búsqueda de una función representativa en la administración pública?
Dejemos que sea uno de los más preclaros representantes del pensamiento social de principios del siglo XX quien dé respuestas a tan importante interrogante. Nos referimos al doctor Francisco Eugenio Moscoso Puello (1885 - 1959), médico, novelista, ensayista, y quien en sus famosas Cartas a Evelina (1935) nos presenta un cuadro general acerca de las debilidades ideológicas de los grupos gobernantes y económicamente poderosos de la época :
“Un hombre sin cargo público en este país - explica Moscoso Puello en la carta número siete (7) de la citada obra (Página 42) - no es un hombre completo. Un cargo público es indispensable para cumplir con los fines de la vida. La vida es algo, pero el cargo es casi todo. Un hombre sin cargo público es una cosa, un artefacto, no se le toma en cuenta nunca, ni siquiera se le mira”. (Pág. 42).
Fácilmente se advierte que el autor, con magistral ironía, desea transmitir al lector la idea de que es costumbre en la política criolla la práctica de utilizar las posiciones gubernamentales como medio de proyección y/o protección individual, y no como vías para resolver problemas colectivos. Tal idea aparece más explícitamente expresada cuando afirma que:
“Así pues, para salir del montón anónimo en este país, hay que tener un cargo, no importa cual, el asunto es que no le llamen a uno por su nombre, esto es muy vulgar y no tiene significación. No es lo mismo Don Pancho a secas que Don Pancho el Alguacil” (Pág. 43).
¿Qué es la política para Moscoso Puello?
“Es la ciencia de hacer la felicidad de las comunidades por medio de la Ley” (Pág. 42). De esta manera, el autor muestra una clara y definida conciencia acerca de cuáles son los verdaderos propósitos que deben inspirar toda acción política. Más, sin embargo, el autor de la novela ”Cañas y bueyes” ( 1936) está convencido de que para la gran mayoría de dominicanos, la política es otra cosa:
"Es el arte de vivir del Estado y este no viene a ser en definitiva más que una Sociedad de Socorro Mutuo, una especie de Monte Pío, en el cual se reciben todo género de servicios a determinado tipo de interés, y los cuales pueden variar, desde la delación hasta el acto de heroísmo más escandaloso…" ( Pág. 18)
Pero no solo eso. Para el conocido narrador e investigador de nuestro mundo natural, la política es, además, " la ciencia de los audaces, la ciencia de los cínicos, lo cual he estado a punto de creer muchas veces, debido a la rareza con que los hombres dignos son escogidos para conducir los pueblos” (Pág. 44).
Y en lo que atañe a su punto de vista sobre lo que para él son los políticos, el juicio al respecto no pudo resultar menos placentero:
“Los políticos constituyen una casta especial de hombres, infeccionados de un egoísmo morboso, devorados por las más bajas pasiones que usted pueda imaginarse y que aman apasionadamente la Hacienda Pública. La verdadera calamidad del trópico, son estos señores políticos, los mosquitos, los huracanes y el paludismo” (Pág. 45).
Para nadie es un secreto que en nuestro país un buen número de funcionarios, pertenecientes a todos los partidos, llegan a las oficinas públicas en estado de absoluta miseria, y salen de allí ricos y poderosos. En otras palabras, se aprovechan de sus funciones para hacerse millonarios. En sintonía con estos planteamientos, el escritor que nos ocupa comenta lo siguiente:
“Los cargos públicos constituyen un medio de vida, el único medio de vida, cuando se aspira a una vida cómoda y desahogada” (Pág. 45).
Pero no sólo adquirir riquezas. Un cargo público representa la vía más idónea para preservar intereses y garantizar privilegios. Al decir de Moscoso Puello, un cargo público:
“Es además una posición de defensa. Si no se tiene un cargo se está expuesto a muchas contingencias. Por el contrario, cuando se tiene alguno, se goza de consideraciones. Qué es él? Es una pregunta que nos hacemos los dominicanos a menudo, para saber a que atenernos. Y cuando “El” es algo, cualquier cosa, procedemos con más cautela. Porque lo que inspira respeto es el cargo, no es el individuo. Puede este ser un sirvengüenza, pero si tiene un cargo, ya está limpio de todo y se le considera y se le estima” (Pág. 45).
Esas, y no otras, son las verdaderas razones, muy personalistas por ciento, que inducen a un elevado número de dominicanos a integrarse al debate político, a aceptar su inclusión en una boleta electoral o a demandar que se les designe al frente de uno de los departamentos que forman parte de la administración pública.
jueves, 18 de agosto de 2011
CONCORDANCIAS Y DISCORDANCIAS EN LA RELACION INTERNA DE LAS PALABRAS
Las palabras, en ocasiones, se parecen mucho a las personas. Así como muchos seres humanos generan situaciones conflictivas cuando entran en contacto con otros, las palabras también entran en conflicto o pierden la armonía que con otras deberían mantener cuando internamente se relacionan entre sí, esto es, se comportan discordantemente.
La concordancia consiste en la correspondencia gramatical o en la igualdad de género y número que existe entre sustantivos y adjetivos, y en la igualdad de número y persona entre el verbo y el sujeto. Esto quiere decir que el sustantivo concuerda con el adjetivo en género y número, y el sujeto concerta con el verbo en número y persona.
Se define también la concordancia como la conformidad o igualdad de accidentes gramaticales que existe entre dos o más palabras variables en la oración. Implica esta relación de igualdad, una acomodación de una palabra a otra dentro de la oración, la cual está regida por las llamadas reglas generales y especiales de concordancia.
A la falta de concordancia se le llama discordancia.
Aunque son diversos los casos de concordancia, esta vez solamente serán considerados aquellos que más dudas, vacilación y errores generan, tanto en la lengua oral como escrita.
CASOS
1. Cuando el adjetivo se refiere a varios sustantivos singulares del mismo género, va en plural y en dicho género:
a) El nieto y su abuelo están enfermos.
b) Ciencia y tecnología americanas.
Pero si los sustantivos son de distintos géneros, el adjetivo irá en masculino plural:
b) El niño y la niña son muy graciosos.
c) Actores y bailarinas dominicanos.
d) Pantalón y camisa oscuros.
2. Cuando un adjetivo se pospone o va detrás de dos o más sustantivos, concierta con ellos en plural:
a) Habló con claridad y erudición admirables. ( Es admirable tanto la claridad como la erudición )
b) Lengua y literatura españolas. (Es española tanto la lengua como la literatura).
Si en cambio se pretende calificar solo al sustantivo más cercano, el adjetivo pospuesto irá en singular:
a) Habló con claridad y erudición admirable. (Solo la erudición es admirable)
b) Lengua y literatura española. (Solo la literatura es española).
Cuando se antepone, el adjetivo concierta con el sustantivo más próximo:
a) El público lo recibió con entusiasta admiración y aplauso. (Solo la admiración es entusiasta).
b) Realizó un intrépido operativo y rescate. (Solo el operativo es intrépido).
Concertará con todos los sustantivos, si se trata de nombres propios o nombres comunes de personas:
a) Las cariñosas madre y abuela.
b) Los valientes Pedro y Juan.
3. Cuando una persona aparece ocasionalmente designada con un sustantivo de género distinto al de su sexo, los adjetivos pueden concertar con este: a) A mi vecino le nació una criatura deformado, extraño y bastante feo. (La criatura pertenece al sexo masculino)
4. Las palabras medio, demasiado y bastante sólo concuerdan en género y número con el sustantivo cuando funcionan como adjetivos:
a) Media libra
b) Demasiadas personas
c) Bastantes juguetes.
Pero cuando funcionan como adverbios se mantienen invariables, vale decir, conservan su género y su número, aunque estén colocadas delante de un nombre o adjetivo de género femenino y número plural:
a) Bastante cariñosos. (No bastantes cariñosos)
b) Medio enferma. (No media enferma)
c) Demasiado traviesa. (No demasiada traviesa)
5. Cuando un sustantivo está seguido de un modificador encabezado por “con”, “como”, y las construcciones “así como”, y “tanto como”, requiere el verbo en plural”:
a) El general, con su ejército, fueron indultados.
b) El presidente, así como su asistente especial, no quisieron ofrecer declaraciones a la prensa.
6. Dos o más demostrativos neutros son equivalentes, para la concordancia, a uno solo en singular:
a) Todo esto y algo más motivó mi nerviosismo.
b) Aquello y lo que se temía del presidente precipitó el golpe de estado.
7. Dos o más sustantivos neutros, o dos más infinitivos, llevan el verbo en singular:
a) Lo difícil y lo temible de su plan era su falta de precisión.
b) Cantar y bailar es mi placer.
5 .El posesivo concuerda con lo poseído, no con el nombre del poseedor. En el empleo del “su posesivo” (3ra. Persona), deben evitarse las confusiones utilizando los pronombres demostrativos este, esta, aquel o aquella según la distancia a que se encuentren del sustantivo:
“El diputado agasajó al senador en compañía de su familia.” ¿De quién es la familia, convendría preguntarse, del diputado o del senador?
MEJOR:
1. “El diputado agasajó al senador en compañía de la familia de este (Familia del senador)
2. “El diputado agasajó al senador en compañía de la familia de aquel (Familia del diputado)
11. Dos o más sustantivos singulares relacionados por las conjunciones ni u o llevan el verbo tanto en singular como en plural: a) Ni la lluvia, ni el frío impedía (o impedían) la manifestación del pueblo.
CONCORDANCIA DE LOS COLECTIVOS.
1 .Los colectivos como multitud, infinidad, caterva, gente, muchedumbre, número, vecindario, pueblo, a causa de la idea de pluralidad que encierran cuando están en singular, pueden concertar con un adjetivo o verbo en plural: a) La gente, a una señal convenida de su jefe, se amotinaron.
2. Cuando el colectivo va modificado por la preposición de seguida por las personas o seres de que consta el conjunto, designadas en plural, vale la concordancia tanto en plural como en singular. Se establece la misma con el complemento en plural (concordancia gramatical) o con el colectivo en singular (concordancia de sentido):
a) Guardaba (o guardaban) el paso una multitud de hombres armados.
b) Un tropel de visitantes se ha (o han) reunido a la puerta del despacho.
3. Los sustantivos mitad, parte, resto y otros semejantes, aplicados a un conjunto de individuos, pueden concertar en singular o plural:
a) La mitad de los náufragos se salvaron (o salvó)
b) Una parte de los soldados venía (o venían) sin armas.
Si en cambio acompañan al colectivo adjetivos o frases complementarias que refuercen la singularidad gramatical o disminuyan la idea de pluralidad, la concordancia en plural resulta imposible:
a) El vecindario, conmovido por sus elocuentes palabras, aplaudió delirantemente.
b) Aquel grupo, entre todos los estudiantes, brilló de manera espectacular.
4. Favorece la concordancia en plural de los colectivos singulares, las distancia a que se encuentren del verbo o adjetivo con que deben concordar. Cuando las palabras interpuestas son muchas, se recomienda la concordancia en plural:
a) El público, después de tan ruidosa propaganda en periódico y en carteles, se agolparon en las taquillas del teatro.
b) La gente, al notar la presencia de los agentes policiales, huyeron aterrorizada.
Si son pocas las palabras interpuestas, o si los elementos concertados se suceden de inmediato, la concordancia gramatical se impone por la proximidad:
a) El público se agolpó en las taquillas del teatro...
b) La gente huyó aterrorizada.
DISCORDANCIA DELIBERADA.
A veces nos dirigimos a un sujeto singular con el verbo en plural con la intención de lograr un efecto estilístico deliberado, bien para participar amablemente en la actividad o estado de nuestros interlocutores, bien con intención irónica. Preguntamos a un enfermo, por ejemplo, ¿Cómo estamos? ¿Qué tal vamos?
En ciertas ocasiones se intenta disminuir la responsabilidad diluyéndola en una pluralidad ficticia. Se dice, en tal sentido, “Lo hemos estropeado”, no habiendo más culpable que uno mismo. La misma discordancia tiene lugar con el llamado plural de modestia, que hace hablar a un autor u orador de sí mismo en primera persona del plural (vimos, creemos, pensamos); o con el plural mayestático representado por el pronombre nosotros: a)” Nosotros trabajaremos por el pueblo”, dice el orador en la tribuna.
Paralelamente al nosotros de modestia, ha tenido y tiene todavía mucho uso el posesivo “nuestro” con el mismo sentido. Una modesta forma pronominal cuyo uso precisa de prudencia y/o racionalidad, por cuanto su alta frecuencia en el acto comunicativo, además de restarle elegancia al discurso, pone de manifiesto la inmodestia que con ella se pretende ocultar.
viernes, 12 de agosto de 2011
LOS RUIDOS EN EL PROCESO DE LA COMUNICACION.
“El concepto de ruido no se refiere simplemente a un problema acústico, sino a cualquiera interferencia. Un chicharreo en un radio es ruido, pero una página mal impresa también es ruido, así como imagen borrosa en la televisión”
(Armando Cassigoli)
En el proceso de la comunicación lingüística intervienen, entre otros factores, el emisor, el receptor y el mensaje.
El emisor es quien codifica, emite o transmite el mensaje, ya sea en forma oral o escrita. Es quien habla o escribe. Es el hablante o escritor.
El mensaje es la idea o sentido que el emisor comunica al receptor por medio de un código común.
El receptor es quien recibe, descodifica o interpreta el mensaje. Es quien lee y escucha. Es el oyente o lector.
Para que la comunicación se produzca o resulte efectiva, el mensaje emitido por el emisor debe ser comprendido o debidamente interpretado por el receptor; pero desafortunadamente no siempre sucede así. El receptor, ya sea por ignorancia (inintencional) o por un interés marcado (intencional) suele distorsionar la esencia de la idea, amplificando, restringiendo o modificando el mensaje percibido.
Se originan de esa manera lo que en la teoría de la comunicación técnicamente se conoce con el nombre de ruidos, los cuales se definen como todos aquellos obstáculos, barreras o interferencia que impiden la debida interpretación del mensaje.
En la comunicación lingüística, los ruidos se producen cuando el emisor no se da a entender (no se expresa con claridad), o cuando el receptor no sabe entender, interpretar o desentrañar el sentido profundo del mensaje percibido (no sabe leer ni escuchar). De ahí que en ocasiones, un mismo mensaje, sin ser poético, reciba las más diversas interpretaciones por parte de intérpretes distintos. Como sucedió en la historia que se transcribe a continuación:
LO QUE SE CUENTA SUCEDIÓ EN UN CUARTEL CON MOTIVO DE UN ECLIPSE DE SOL.
DEL CORONEL AL COMANDANTE DE BATALLON.- Como usted sabe, tendremos mañana eclipse de sol, cosa que no ocurre todos los días. Haga salir a los hombres en traje de campaña a la Plaza de Armas para que puedan ver ese raro fenómeno. Ya les daré las explicaciones necesarias. En caso de lluvia, no podremos ver nada. Entonces haga pasar los hombres al gimnasio.
DEL COMANDANTE DE BATALLON AL CAPITAN DE LA COMPAÑÍA.- Por disposición del señor coronel, mañana, a las 9 horas, habrá eclipse de sol, con instrucciones dadas por el señor coronel en persona, lo que no ocurre todos los días. Si el tiempo está lluvioso, no será posible ver nada al aire libre; pero entonces, en traje de campaña, el eclipse tendrá lugar en el gimnasio.
DEL CAPITAN DE LA COMPAÑÍA AL OFICIAL DE SERVICIO.- Por disposición del señor coronel, mañana, a las 9 hora, en traje de campaña, inauguración del eclipse de sol. El coronel dará en el gimnasio las órdenes oportunas en caso de que debiera llover, cosa que no ocurre todos los días.
DEL OFICIAL DE SERVICIO AL SARGENTO DE LA SEMANA.- Mañana, a las 9 horas, el señor coronel, en traje de campaña, hará eclipsar el sol con instrucciones si hace buen tiempo. Si llueve, no habrá eclipse, si bien esto no ocurre todos los días.
DEL SARGENTO DE LA SEMANA AL CABO DEL CUARTEL.- Mañana, a las 9 horas, tendrá lugar el eclipse del coronel en traje de campaña por efectos del sol. Si hace buen tiempo y llueve en el gimnasio se irá a la Plaza de Armas como demostración, porque esto no ocurre todos los días.
LOS SOLDADOS ENTRE SI.- Mañana, a las 9 horas, parece que el sol, en traje de campaña, hará eclipsar al coronel como demostración. ¡Qué lástima que esto no ocurra todos los días!
En el hecho narrado se aprecia, inequívocamente, que la escucha activa no se produjo, esto es, los interlocutores no supieron escuchar de manera eficaz, y por esa razón, la idea original fue distorsionándose en la medida en que iba pasando de un interlocutor a otro.
Escuchar de manera activa o con eficacia es un arte. Un arte que, desafortunadamente, no todos los hablantes poseen, y de ahí las fallas que se producen en el acto comunicativo, o las que Azorín llama “ mañas en escuchar”
¿Por qué se originan esos problemas?
Sencillamente, porque no prestamos atención a quien nos habla, dedicamos poco tiempo a escuchar con empatía y profundidad, en la conversación no esperamos que el otro termine de hablar, vale decir, lo interrumpimos constantemente para terminar lo que nuestro interlocutor está diciendo o para expresar una idea brillante que se nos ha ocurrido acerca del tema tratado.
En otras palabras, porque muchas personas solo transmiten o hablan más que lo que oyen.
José Martínez Ruiz, Azorín, (1873 – 1967), el célebre escritor español , miembro prominente de la Generación del 98 y uno de los más finos prosistas de la lengua española, en su muy citado libro “El político” ( 1946 ), sostiene al respecto lo siguiente:
“Una de las artes más difíciles es saber escuchar. Cuesta mucho hablar bien; pero cuesta tanto el escuchar con discreción. Entre todos los que conversan, unos conversan, es decir, se lo hablan ellos todo; toman la palabra desde que os saludan y no la dejan; otros, si la dejan, os acometen con sus frases apenas habéis articulado una sílaba, os atropellan, no os dejan acabar el concepto; finalmente, unos terceros, si callan, están inquietos, nerviosos, sin escuchar lo que decís y atentos sólo a lo que van ellos a replicar cuando calléis" ( Edición Especial, pág. 43, 1997)
Para superar tales “mañas”, Azorín recomienda que:
"Cuando se hable en corro o frente a frente, a solas con un amigo, dejemos que nuestro interlocutor exponga su pensamiento; estemos atento a todas las particularidades; no hagamos con nuestros gestos que apresure o compendie la narración. Luego, cuando calle, contestemos acorde a lo manifestado, sin los saltos e incongruencia de los que no han escuchado bien. Si es persona de calidad a quien nosotros queremos agradar aquella con quien hablamos, demostrémosle que tomamos grande gusto en lo que ella nos va diciendo"( Ob. Cit., págs.43/44)
En el proceso de la comunicación oral, si pretendemos que esta resulte efectiva, hablar lo necesario y escuchar con atención constituyen la clave del éxito. Merced a este planteo, conviene entonces tener siempre presente lo que a alguien se le ocurrió decir alguna vez:
“DIOS NOS DIO DOS OIDOS Y UNA BOCA POR UNA BUENA RAZON: DEBEMOS ESCUCHAR EL DOBLE DE LO QUE HABLAMOS”
viernes, 5 de agosto de 2011
LECTURA Y ORTOGRAFIA
Cuando ejercía como Encargado de Recursos Humanos en un prestigioso grupo empresarial de Santiago, un ingeniero industrial me remitió vía correo electrónico una breve comunicación parte de cuyo texto decía así:
« La reunión se llebara a cabo a la sinco de la tarde en el salon de conferencia y en ella trataremos asunto muy inportante para la compañía y para todo los empleado…»
Al saber que un profesional graduado en una de las más prestigiosas universidades del país era el autor de un texto con tantas faltas ortográficas, una pregunta afloró casi de manera inconsciente a mis labios: ¿Cómo es posible que una persona provista de un título universitario pueda incurrir en tan elementales desaciertos ortográficos?
Y aunque me imaginaba la respuesta, no tardé mucho en confirmarla: el susodicho ingeniero es uno de los tantos dominicanos que sufren de “lecturofobia”, de los muchos que pesan los libros antes de leerlos, o los cierran para siempre si estos son muy voluminosos. Cuando estudiante lo obligaron a leer tres obras literarias, las únicas que ha leído en su vida. En los periódicos quizás mensualmente suele leer una que otra nota deportiva y, como si todo eso esto fuera poco, parece disfrutar cuando afirma que “las librerías conmigo difícilmente progresen”
En el 2000, por ejemplo, le envié a mi apreciado y siempre recordado amigo un ejemplar del libro que en octubre de ese año puse en circulación. Seis meses después nos encontramos y le pregunté sobre la impresión que el texto le había causado. “Creo que leí el índice” – me contestó con el más frío desparpajo y sorprendente naturalidad.
“Si yo logré que tú leyeras aunque fuera el índice de mi libro, entonces valió la pena publicarlo” – le respondí en forma irónica y con el mismo desparpajo.
Pedagógicamente está más que comprobado que el poco hábito de lectura constituye una de las principales causas que originan las faltas ortográficas. Que a escribir correctamente aprendemos cuando internalizamos en nuestros cerebros o nos familiarizamos con la imagen gráfica de esos dibujitos llamados letras. Y ese proceso de familiarización o fijación de los rasgos físicos de las palabras sólo es posible lograrlo a través de la lectura constante. O, lo que es lo mismo, a mayor actividad lectora, mayor calidad de la escritura.
Por eso no resulta extraño que personas con muy bajo nivel de instrucción, pero muy dedicadas a la práctica de la lectura, muestren un dominio ortográfico, cuando no perfecto, aceptable. Y por eso no tiene nada de extraño que profesionales como el ingeniero precitado escriban tal y como aparece en la nota más arriba transcrita. Porque como muy acertadamente afirma el lingüista y profesor universitario, Santiago Cabanes:
« La lengua hablada entra por el oído y sale por la boca; los mudos los son por sordos. Pero la lengua escrita entra por los ojos y sale por la punta del lapicero o por la pantalla de la computadora; y todo por la magia de la lectura. Por lo tanto: buena escritura = mucha y buena lectura»
Cuando ejercía como Encargado de Recursos Humanos en un prestigioso grupo empresarial de Santiago, un ingeniero industrial me remitió vía correo electrónico una breve comunicación parte de cuyo texto decía así:
« La reunión se llebara a cabo a la sinco de la tarde en el salon de conferencia y en ella trataremos asunto muy inportante para la compañía y para todo los empleado…»
Al saber que un profesional graduado en una de las más prestigiosas universidades del país era el autor de un texto con tantas faltas ortográficas, una pregunta afloró casi de manera inconsciente a mis labios: ¿Cómo es posible que una persona provista de un título universitario pueda incurrir en tan elementales desaciertos ortográficos?
Y aunque me imaginaba la respuesta, no tardé mucho en confirmarla: el susodicho ingeniero es uno de los tantos dominicanos que sufren de “lecturofobia”, de los muchos que pesan los libros antes de leerlos, o los cierran para siempre si estos son muy voluminosos. Cuando estudiante lo obligaron a leer tres obras literarias, las únicas que ha leído en su vida. En los periódicos quizás mensualmente suele leer una que otra nota deportiva y, como si todo eso esto fuera poco, parece disfrutar cuando afirma que “las librerías conmigo difícilmente progresen”
En el 2000, por ejemplo, le envié a mi apreciado y siempre recordado amigo un ejemplar del libro que en octubre de ese año puse en circulación. Seis meses después nos encontramos y le pregunté sobre la impresión que el texto le había causado. “Creo que leí el índice” – me contestó con el más frío desparpajo y sorprendente naturalidad.
“Si yo logré que tú leyeras aunque fuera el índice de mi libro, entonces valió la pena publicarlo” – le respondí en forma irónica y con el mismo desparpajo.
Pedagógicamente está más que comprobado que el poco hábito de lectura constituye una de las principales causas que originan las faltas ortográficas. Que a escribir correctamente aprendemos cuando internalizamos en nuestros cerebros o nos familiarizamos con la imagen gráfica de esos dibujitos llamados letras. Y ese proceso de familiarización o fijación de los rasgos físicos de las palabras sólo es posible lograrlo a través de la lectura constante. O, lo que es lo mismo, a mayor actividad lectora, mayor calidad de la escritura.
Por eso no resulta extraño que personas con muy bajo nivel de instrucción, pero muy dedicadas a la práctica de la lectura, muestren un dominio ortográfico, cuando no perfecto, aceptable. Y por eso no tiene nada de extraño que profesionales como el ingeniero precitado escriban tal y como aparece en la nota más arriba transcrita. Porque como muy acertadamente afirma el lingüista y profesor universitario, Santiago Cabanes:
« La lengua hablada entra por el oído y sale por la boca; los mudos los son por sordos. Pero la lengua escrita entra por los ojos y sale por la punta del lapicero o por la pantalla de la computadora; y todo por la magia de la lectura. Por lo tanto: buena escritura = mucha y buena lectura»
viernes, 29 de julio de 2011
LOS PADRES NO TIENEN QUIEN LES ESCRIBA
“Dime papá, ¿por qué se secan las flores?,
¿de dónde vienen las lluvias?,
y ¿por qué sale la luna?,
cuando me voy a acostar…”
(Manuel Alejandro)
¿Conoce usted, amigo lector, un himno a los padres? ¿Conoce usted aunque sea un solo poema dedicado a los padres?
A parte del ya clásico “Viejo, mi querido viejo”, popularizada por Piero, y “Pregunta a pregunta”, compuesta por Manuel Alejandro y Ana Magdalena, e interpretada magistralmente por Rafael de España, ¿conoce usted, amigo lector, otra canción inspirada en el padre?
Indiscutiblemente que en el ámbito de la creación literaria, el padre, contrario a los que ocurre con la madre, históricamente ha sido el gran olvidado, el gran excluido.
Quizás se deba tal marginación a la conducta irresponsable mostrada por muchos malos padres en el cumplimiento de sus deberes paternos. Probablemente tenga que ver con la imagen rígida, fuerte y correctiva como tradicionalmente ha sido concebido el padre, percepción que podría convertirlo en una figura poco inspirable. O talvez se deba a que su desempeño, por más eficiente que resulte, siempre será opacado por el amor, ternura, entrega y papel trascendental desempeñado por la madre.
Vale aclarar, sin embargo, que esa imagen patriarcal, represiva y autoritaria que antes teníamos del padre, ha cambiado sustancialmente en los nuevos tiempos. Hoy ya nos encontramos con un padre más amoroso, tierno y mucho más consciente de sus responsabilidades familiares. Padres que en ocasiones desempeñan también el papel de las madres. Esos padres merecen que exista alguien que les escriba.
Desafortunadamente tenemos que reconocer que en la acera opuesta están los otros: los padres charlatanes e irresponsables, especie de briosos sementales, varracos o machos cabríos destinados exclusivamente a engendrar, “pintar” o lanzar muchachos al mundo a sufrir o padecer todo tipos de calamidades. Esos no merecen que nadie les escriba.
Uno de los pocos poetas dominicanos que ha sabido recrear o expresar en versos el amor, nobleza y ternura del padre, fue nuestra gran Salomé Ureña. De ella trascribimos y dedicamos a los auténticos padres, su ternísimo y nostálgico poema “Tristezas” (1888), el cual refiere cómo sufría el entonces niño Pedro Henríquez Ureña ante la ausencia de su progenitor, el médico, poeta y escritor, Francisco Henríquez y Carvajal, en el momento en que este se encontraba en París cursando una especialidad relativa a su carrera :
TRISTEZAS.
Nuestro dulce primogénito,
que sabe sentir y amar,
con tu recuerdo perenne,
viene mi pena a aumentar.
Fija en ti su pensamiento,
no te abandona jamás,
sueña contigo, y despierto,
habla de ti nada más.
Anoche cuando de hinojos,
con su voz angelical,
dijo las santas palabras,
de su oración nocturnal.
Cuando allí junto a su lecho,
sentéme amante a velar,
esperando que sus ojos,
viniese el sueño a cerrar.
Incorporándose inquieto,
cual presa de intenso afán,
con ese acento que al labio,
las penas tan sólo dan.
Exclamó como inspirado,
“¿Tú no te acuerdas mamá?
El sol ¡que bonito era,
cuando estaba aquí papá!
“Dime papá, ¿por qué se secan las flores?,
¿de dónde vienen las lluvias?,
y ¿por qué sale la luna?,
cuando me voy a acostar…”
(Manuel Alejandro)
¿Conoce usted, amigo lector, un himno a los padres? ¿Conoce usted aunque sea un solo poema dedicado a los padres?
A parte del ya clásico “Viejo, mi querido viejo”, popularizada por Piero, y “Pregunta a pregunta”, compuesta por Manuel Alejandro y Ana Magdalena, e interpretada magistralmente por Rafael de España, ¿conoce usted, amigo lector, otra canción inspirada en el padre?
Indiscutiblemente que en el ámbito de la creación literaria, el padre, contrario a los que ocurre con la madre, históricamente ha sido el gran olvidado, el gran excluido.
Quizás se deba tal marginación a la conducta irresponsable mostrada por muchos malos padres en el cumplimiento de sus deberes paternos. Probablemente tenga que ver con la imagen rígida, fuerte y correctiva como tradicionalmente ha sido concebido el padre, percepción que podría convertirlo en una figura poco inspirable. O talvez se deba a que su desempeño, por más eficiente que resulte, siempre será opacado por el amor, ternura, entrega y papel trascendental desempeñado por la madre.
Vale aclarar, sin embargo, que esa imagen patriarcal, represiva y autoritaria que antes teníamos del padre, ha cambiado sustancialmente en los nuevos tiempos. Hoy ya nos encontramos con un padre más amoroso, tierno y mucho más consciente de sus responsabilidades familiares. Padres que en ocasiones desempeñan también el papel de las madres. Esos padres merecen que exista alguien que les escriba.
Desafortunadamente tenemos que reconocer que en la acera opuesta están los otros: los padres charlatanes e irresponsables, especie de briosos sementales, varracos o machos cabríos destinados exclusivamente a engendrar, “pintar” o lanzar muchachos al mundo a sufrir o padecer todo tipos de calamidades. Esos no merecen que nadie les escriba.
Uno de los pocos poetas dominicanos que ha sabido recrear o expresar en versos el amor, nobleza y ternura del padre, fue nuestra gran Salomé Ureña. De ella trascribimos y dedicamos a los auténticos padres, su ternísimo y nostálgico poema “Tristezas” (1888), el cual refiere cómo sufría el entonces niño Pedro Henríquez Ureña ante la ausencia de su progenitor, el médico, poeta y escritor, Francisco Henríquez y Carvajal, en el momento en que este se encontraba en París cursando una especialidad relativa a su carrera :
TRISTEZAS.
Nuestro dulce primogénito,
que sabe sentir y amar,
con tu recuerdo perenne,
viene mi pena a aumentar.
Fija en ti su pensamiento,
no te abandona jamás,
sueña contigo, y despierto,
habla de ti nada más.
Anoche cuando de hinojos,
con su voz angelical,
dijo las santas palabras,
de su oración nocturnal.
Cuando allí junto a su lecho,
sentéme amante a velar,
esperando que sus ojos,
viniese el sueño a cerrar.
Incorporándose inquieto,
cual presa de intenso afán,
con ese acento que al labio,
las penas tan sólo dan.
Exclamó como inspirado,
“¿Tú no te acuerdas mamá?
El sol ¡que bonito era,
cuando estaba aquí papá!
jueves, 14 de julio de 2011
TODAVIA TE RECUERDO, FACUNDO.
Por : Domingo Caba Ramos
(Con motivo de su trágico fallecimiento en Guatemala, el 9 de julio del 2011)
"Mi abuela siempre decía que había que acabar con los uniformes que le dan autoridad a cualquiera, porque ¿qué carajo es un general desnudo?”
(Facundo Cabral)
Como la de José Asunción Silva, Horacio Quiroga, Juana de Ibarborou, Alfonsina Storni y otros grandes de la literatura hispanoamericana, la vida de Facundo Cabral (1937 – 2011) estuvo marcada por el dolor, el suplicio, la angustia y la tragedia. Su infancia fue dura, triste y tormentosa.
Abandonado por su padre cuando aún no había nacido, mudo hasta los nueve años, alcohólico antes de los diez, analfabeto a los catorce y preso antes de los quince, por su problemática e irregular conducta, enviudó a los cuarenta años, debido la muerte trágica de su esposa, y conoció a su progenitor a los cuarenta y seis. Sin embargo, supo superar las adversidades que bordearon su existencia y levantarse del fango hasta convertirse en un verdadero ícono y en uno de los cantautores de mayor renombre, no solo de Hispanoamérica, sino del mundo.
Por eso hoy, ante su trágica y muy sentida muerte, todavía recuerdo al inigualable poeta cantor y genio indiscutible del arte popular
Sí, Facundo, todavía te recuerdo.
Todavía recuerdo tus soliloquios, reflexiones espirituales y anécdotas personales.
Todavía recuerdo tu participación (1999) en el concierto “Lo Cortez no quita lo Cabral” realizado junto a tu compatriota Alberto Cortez en el “Gran Teatro del Cibao”, Santiago, República Dominicana, en el cual estuve presente.
Nunca, Facundo, me había encontrado con dos estrellas proyectando el fulgor de sus rayos resplandecientes en un mismo escenario artístico.
Todavía te recuerdo, Facundo , apoyado en tu rebelde y alegre guitarra, negra chaqueta y tus eternas gafas oscuras, orlando o cubriendo tu siempre barbudo rostro.
Recuerdo tus canciones, tus diálogos con Cortez, preñados de picardía y profunda sabiduría.
Recuerdo tus declamaciones, tu picante humorismo, tu ingenioso repentismo, tus versos pletóricos de humano y filosófico sentido.
Recuerdo al Gran Teatro lleno, a toda capacidad, por un público atrapado en las redes embrujantes de una histérica emoción.
Por eso, Facundo, cuando supe sobre tu muerte, no tuve más que repetir las mismas palabras que pronunciara Rubén Darío al enterarse del fallecimiento del poeta José Martí:
"¡MAESTRO, ¿QUÉ HAS HECHO?!”
jueves, 7 de julio de 2011
LA " BODEGUITA DEL MEDIO " Y EL POETA ORLANDO LAGUARDIA.
(A mi amigo y periodista, Félix Jacinto Bretón)
Todo parece indicar que en cada país existe un lugar que por su particular interés se convierte en un punto de visita obligada para el turista. En tal virtud, recuerdo la recomendación que más de un amigo me hicieron , antes de partir a realizar un curso en la capital mexicana : " No dejes de visitar la Plaza Garibaldi o el Castillo de Chapultepec "
Parecida recomendación salió a flote, dos años después, días antes de mi viaje a La Habana, Cuba: " No dejes de ir a La Bodeguita del Medio"
La Bodeguita del Medio, ayer bodega, es hoy un archi concurrido restauran ubicado en la llamada Habana Vieja, a escasos metros del Malecón habanero, y famoso por la gran cantidad de turistas que lo visitan, entre estos personalidades que se han destacado en el mundo de la política, las letras y las artes. Como muestras de esto último, se conservan allí fotos de Cantinflas, García Márquez, así como del ex presidente dominicano Juan Bosch y el actual presidente, Leonel Fernández y del nicaragüense Daniel Ortega.
Todo el que allí se da cita goza de la plena libertad de estampar su firma en las paredes interiores del folklórico establecimiento, y es esa la razón por lo que en dichas paredes apenas si sobra un espacio para una firma más. En fin, estar en Cuba y no pasar por la Bodeguita del Medio a tomarse una cerveza Cristal, saborear un rico filete de cerdo o escuchar los acordes de un alegre son cubano, es lo mismo que si usted no hubiera pisado la tierra del gran patriota y poeta José Martí.
Y al servicio de la Bodeguita, un poeta: don Orlando Laguardia, mejor conocido con el apodo de Chino, brillante repentista o poseedor de una asombrosa capacidad para la improvisación.
Autor del libro " Versos de Cuba para Canarias”, don Orlando constituye la más auténtica expresión del folclor poético cubano.
Sentado ante una de las mesas del restauran me encontraba junto a otros dos dominicanos y compañeros de viaje, cuando se acercó a nosotros un señor de unos sesenta y cinco años de edad, espigada estatura, impecablemente vestido de blanco y en cuya canosa cabeza descansaba un blanco sobrero de alas anchas, bajo el cual resaltaban unos lentes de oscuros cristales y una sonrisa que apenas se apartaba de sus labios.
- " ¿Dominicanos, verdad?" -nos preguntó.
- Así es - le respondimos.
-" Cubanos y dominicanos, Martí y Máximo Gómez: todos somos unos " - afir-
mó, mientras se dirigía a la acera frente al negocio, en donde yacía sentado en una silla colocada ante una pequeña mesa y una antaña máquina de escribir.
Diez minutos talvez habían transcurrido, cuando una vez más hizo acto de presencia el señor Laguardia, portando un texto poético que acto seguido puso en nuestras manos. Se trataba de una décima, “ Tres Amigos”, que el afamado bardo popular, con la misma genialidad que el Meso Mónica nuestro, había compuesto en honor a los tres dominicanos que en el lugar nos encontrábamos presentes, y la que pone de manifiesto los históricos lazos de amistad y mutua colaboración que siempre han existido entre Cuba y República Dominicana. Y el contenido es el siguiente:
Tres amigos.
“Tres amigos almorzando
prueban a esta humanidad,
que la palabra amistad
sigue en el mundo imperando,
¡dominicanos mostrando!
corazones de Quisqueya
y el Chino viejo descuella
diciendo como fortuna,
no hay diferencia ninguna
de Cuba a la Tierra aquella"
jueves, 30 de junio de 2011
UNA BREVE OJEADA A NUESTRA ESCUELA ANTIGUA
Así como mayo es el mes de las madres, junio es el mes del maestro dominicano, y con tal motivo intentaremos presentar un fiel retrato del maestro del ayer, de aquel viejo profesor, protagonista de nuestra escuela antigua, la escuela de nuestros mayores. Muchos de los dominicanos que hoy superan los sesenta años quizás la recuerden con romántica nostalgia. Otros, a lo peor, la recuerden con rencor. Y no faltarán quienes la evoquen con orgullo inocultable.
La más pintoresca pintura de aquella vieja escuela nos la presenta el conocido poeta, maestro y folklorista dominicano, Ramón Emilio Emilio Jiménez en su libro “Al amor del bohío” (1927)
1. Castigos y medidas disciplinarias.
En el capítulo dedicado al tema disciplinario, el autor transcribe la confesión aportada por “uno de los más típicos representantes de la escuela antigua”:
“En mi tiempo no había quién se moviera ni chistara, y como lo hiciera, buen azote se llevaba. Antes – continúa – había más respeto; pero desde que el fuete fue proscrito del aula, suprimido el calabozo, el guayo y la palmeta, con los castigos desterrados huyó la disciplina de la escuela, y el niño aprende mal porque amor pide rigor y la letra entra con sangre”
Era la época en que reinaba y se repetía con extraña satisfacción la bárbara sentencia de que “con el golpe se abre el entendimiento”, sentencia erigida en principio pedagógico por los rígidos cultivadores de la enseñanza arcaica.
Los castigos eran crueles, bestiales y rayaban en lo inhumano:
« Las primeras impresiones que surgen en los albores de la razón dejan huellas profundas en el cerebro, y no podemos olvidar los crueles castigos que soportábamos una vez arrodillados con los brazos en cruz, con una piedra en cada mano. En esa actitud éramos la figura de una balanza humana, pesando la barbarie de nuestros inhumanos preceptores”»
Cuando un estudiante hablaba mucho en el aula, la sanción no podía ser más humillante: se le condenaba al suplicio de permanecer con la boca llena de agua durante quince minutos, y en tan fea actitud lo situaban frente a la calle, expuesto a las burlas de los transeúntes que se detenían “para reírse a su sabor al vernos compungidos con los mofletes casi al nivel de la nariz”
A otros los golpeaban con la “palmeta” o los arrodillaban encima de un guayo, “crueldad que venía a completar “la madrina”, correa de dura suela dividida en tres flecos para martirio de pantorrillas despojadas previamente de sus medias, o del músculo glúteo cuando, tendido de bruces sobre la pierna del maestro, nos daba buena tunda”
2. Metodología de enseñanza.
« Pero el mayor tormento – apunta el autor de “La Patria en la canción” – eran las lecciones aprendidas de memoria. Al entrar en la escuela había que llevar un madero provisto de mango, denominado “tableta”, en el que se pegaba el abecedario denominado “Jesú”, porque comenzaba con una cruz y las iniciales de Nuestro Señor Jesucristo» No saberse ni el “Jesú”, equivalía a estar dotado de la más completa ignorancia. Y si un estudiante confundía los nombres de sus letras, sus orejas pagaban el error»
« La enseñanza de la lectura y escritura – amplía nuestro autor – era un proceso largo y tedioso. El funesto “Be a ba” costaba muchas lágrimas a los pobres alumnos, y en la escritura al dictado, no eran pocos los golpes que soportaban por el cambio arbitrario de la “v de vaca y b de burro” y viceversa, expresión muy usual en boca del antiguo maestro»
Así era nuestro maestro antiguo. O, lo que es lo mismo, así era nuestra escuela antigua. Sus principios metodológicos se resumían en dos máximas pedagógicas: “La letra entra con sangre” y “Con el golpe se abre el entendimiento”
¿Hemos los dominicanos superados esa arcaica institución docente o se mantienen sus huellas todavía vigentes en el Sistema Educativo Dominicano?
Así como mayo es el mes de las madres, junio es el mes del maestro dominicano, y con tal motivo intentaremos presentar un fiel retrato del maestro del ayer, de aquel viejo profesor, protagonista de nuestra escuela antigua, la escuela de nuestros mayores. Muchos de los dominicanos que hoy superan los sesenta años quizás la recuerden con romántica nostalgia. Otros, a lo peor, la recuerden con rencor. Y no faltarán quienes la evoquen con orgullo inocultable.
La más pintoresca pintura de aquella vieja escuela nos la presenta el conocido poeta, maestro y folklorista dominicano, Ramón Emilio Emilio Jiménez en su libro “Al amor del bohío” (1927)
1. Castigos y medidas disciplinarias.
En el capítulo dedicado al tema disciplinario, el autor transcribe la confesión aportada por “uno de los más típicos representantes de la escuela antigua”:
“En mi tiempo no había quién se moviera ni chistara, y como lo hiciera, buen azote se llevaba. Antes – continúa – había más respeto; pero desde que el fuete fue proscrito del aula, suprimido el calabozo, el guayo y la palmeta, con los castigos desterrados huyó la disciplina de la escuela, y el niño aprende mal porque amor pide rigor y la letra entra con sangre”
Era la época en que reinaba y se repetía con extraña satisfacción la bárbara sentencia de que “con el golpe se abre el entendimiento”, sentencia erigida en principio pedagógico por los rígidos cultivadores de la enseñanza arcaica.
Los castigos eran crueles, bestiales y rayaban en lo inhumano:
« Las primeras impresiones que surgen en los albores de la razón dejan huellas profundas en el cerebro, y no podemos olvidar los crueles castigos que soportábamos una vez arrodillados con los brazos en cruz, con una piedra en cada mano. En esa actitud éramos la figura de una balanza humana, pesando la barbarie de nuestros inhumanos preceptores”»
Cuando un estudiante hablaba mucho en el aula, la sanción no podía ser más humillante: se le condenaba al suplicio de permanecer con la boca llena de agua durante quince minutos, y en tan fea actitud lo situaban frente a la calle, expuesto a las burlas de los transeúntes que se detenían “para reírse a su sabor al vernos compungidos con los mofletes casi al nivel de la nariz”
A otros los golpeaban con la “palmeta” o los arrodillaban encima de un guayo, “crueldad que venía a completar “la madrina”, correa de dura suela dividida en tres flecos para martirio de pantorrillas despojadas previamente de sus medias, o del músculo glúteo cuando, tendido de bruces sobre la pierna del maestro, nos daba buena tunda”
2. Metodología de enseñanza.
« Pero el mayor tormento – apunta el autor de “La Patria en la canción” – eran las lecciones aprendidas de memoria. Al entrar en la escuela había que llevar un madero provisto de mango, denominado “tableta”, en el que se pegaba el abecedario denominado “Jesú”, porque comenzaba con una cruz y las iniciales de Nuestro Señor Jesucristo» No saberse ni el “Jesú”, equivalía a estar dotado de la más completa ignorancia. Y si un estudiante confundía los nombres de sus letras, sus orejas pagaban el error»
Si en las primeras lecciones de Aritmética a un alumno se le ocurría contar con los dedos, recibía un violento coscorronazo.
« La enseñanza de la lectura y escritura – amplía nuestro autor – era un proceso largo y tedioso. El funesto “Be a ba” costaba muchas lágrimas a los pobres alumnos, y en la escritura al dictado, no eran pocos los golpes que soportaban por el cambio arbitrario de la “v de vaca y b de burro” y viceversa, expresión muy usual en boca del antiguo maestro»
Así era nuestro maestro antiguo. O, lo que es lo mismo, así era nuestra escuela antigua. Sus principios metodológicos se resumían en dos máximas pedagógicas: “La letra entra con sangre” y “Con el golpe se abre el entendimiento”
¿Hemos los dominicanos superados esa arcaica institución docente o se mantienen sus huellas todavía vigentes en el Sistema Educativo Dominicano?
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