viernes, 2 de noviembre de 2012

DON ALFREDO RAMOS : UN CANTOR POPULAR PERDIDO EN LAS MARAÑAS DEL ANONIMATO.
 
(In Memoriam)

Por : Domingo Caba Ramos.

El 9 de mayo de 1991 murió en la comunidad de don Pedro, Tamboril, a la edad de 83 años, el destacado poeta popular Alfredo Ramos y Ramos.

Músico, poeta, agricultor, ejemplar padre de familia y poseedor de un jovial y alegre espíritu, don Alfredo poseía un talento poético natural y un dominio asombroso del arte de la versificación. Como buen cultor de la poesía popular descolló en la décima que, como todos sabemos, es la estrofa por excelencia de este tipo de expresión poética.

Al decir de uno de sus hijos, el profesor Máximo Ramos, don Alfredo escribió “montones de décimas”, pudiéndose apreciar en una gran parte de ellas, afirmamos nosotros, una clara influencia de ese genio del verso popular que se llamó Juan Antonio Alix y un apego fiel a los cánones o principios que norman la versificación tradicional española. Poseía igualmente el talento repentista o don de la improvisación del Maestro Mónica (Meso Mónica), otro de los grandes bardos populares dominicanos de todos los tiempos.

A don Alfredo Ramos apenas si lo conocí. Solo en una sola oportunidad tuve el honor de conversar con él. Por la investigación, supe que había ganado más de un concurso de décimas, entre ellos, el Concurso Tierra y Alma, organizado en 1980 por los ministerios de Educación y Agricultura, así como otros de los tantos organizados por Radio Santa María. Que era un asiduo lector, y que sólo cursó el cuarto año del nivel básico. Mas le sobró talento para crear bellas espinelas como por ejemplo esta, de inconfundible tono humorístico y en la que el autor destaca la gran sagacidad mostrada por los ladrones en el momento de realizar sus pillas acciones:

“A un señor por desventura
lo mataron sin piedad
para con facilidad
robarle la dentadura
pues como el ladrón procura
trabajar curiosamente
en un acto sorprendente
según lo menciona el caso
le dieron cuatro balazos
y le llevaron los dientes.”

O como en las que siguen, compuestas en 1984 y dedicadas al magisterio en lucha:

“Les inculco no reduzcan,
ni se cansen de luchar,
que así podrán alcanzar,
lo que en tantos años buscan,
sus avances no los truncan,
pues ya muy claro se ve,
que esos malvados tupés,
que en nada son competentes,
lo que buscan brutalmente,
es destruir la A.D.P."

Su bajo nivel académico o falta de formación teórica contrasta notablemente con su capacidad para hilvanar versos. El bien pudo haber expresado con las palabras del gaucho Martín Fierro:

Yo no soy cantor letrao,
más si me pongo a cantar,
no tengo cuando acabar,
y me envejezco cantando:
las coplas me van brotando
como agua del manantial”.

Los historiadores literarios dominicanos, lamentablemente, toman muy poco en cuanta a estos fieles representantes del folklore poético nacional. El más claro ejemplo de este planteo lo constituye el caso del poeta santiaguero Luis Camejo, quien no obstante ser uno de nuestros más brillantes epigramistas, apenas conocemos su producción quienes de una u otra forma estamos vinculados al fabuloso mundo de la literatura. En los programas escolares y libros de textos su nombre brilla por su ausencia.

Creemos, sin embargo, que es justo reconocer el don creativo de todos aquellos vates populares que a través de la historia se han encargado de brindarnos la sabia de su arte en nuestros campos, aldeas, villas y ciudades. Como el destacado decimero tamborileño, don Alfredo Ramos y Ramos, quien en vida se distinguió como:

UN INGENIOSO CANTOR POPULAR PERDIDO EN LAS MARAÑAS DEL ANONIMATO.