viernes, 17 de agosto de 2018

DE LA «CASA DE JUERGA» A «CORROBORO, CORROBORO»

 Los legisladores, en todo tiempo y lugar, parecen ser los mismos. Así se pone de manifiesto, entre otras composiciones literarias, en la escena primera del cuadro segundo del sainete “La casa de la juerga” (1906), del destacado dramaturgo español, de origen andaluz, Pedro Muñoz Seca (1879/1936), quien fuera llamado el Lope de Vega o «Fénix de los Ingenios» del siglo XX.

El autor pone en boca de Antoñito, personaje central, el siguiente parlamento, el cual, con inocultable ironía, entraña una contundente crítica a la incompetencia o carencia de formación académica mostrada por sus compatriotas diputados de la época en que vivió.

¿No es ese diputado igual al que nos describe Juan Antonio Alix en sus famosas décimas «Corroboro, corroboro» y a la mayoría de los que hoy, en la República Dominicana, van y se sientan todas las semanas en el Congreso Nacional?

LA CASA DE JUERGA (1906) 

«Tengo un borrico canelo,
 más sabio que un profesó,
 con orejas de ministro 
y ojos de gobernaó. 

Rebusna como si fuera,
 diputao ministerial ,
y se come hasta el pesebre ,
como cualquier consejal. 

Yo quisiera que a mi burro,
 lo sacaran diputao, 
porque otros siendo más burros,
 a ese puesto ya han llegao. 

Pero temo que de serlo,
 vaya a quedarme sin él, 
porque como allí habrá tantos,
 no lo voy a conocer»

lunes, 13 de agosto de 2018

¿DÓNDE ENCONTRAR LA VERDADERA POESÍA?


 No se crea que solo hay poesía en la secuencia de versos que forman un poema. Auténtica poesía podemos también encontrarla en las más diversas manifestaciones de nuestro mundo natural.

Auténtica poesía podemos encontrarla en la  risa y sonrisa de un bebé, en la lluvia con su armónico sonido e impresionante descenso hacia la Tierra, en las ramas de los árboles cuando ejecutan su baile al ser mecidas por el viento, en el sinfónico canto del ruiseñor, en las olas que como veloces e impetuosas sierpes de desplazan por nuestros mares tropicales, en los sonidos que cual polifonía cuasi divina emiten invisibles pajaritos en nuestras noches campestres.

Hay auténtica poesía en una puesta de sol, en un bello atardecer, en una noche de luna llena, en el alba que anuncia un nuevo día, en el murmullo de las olas o el estruendo por estas emitido al estrellarse contra las rocas.

Hay, finalmente, verdadera poesía, en la sonrisa incierta del anciano y en la madre que tierna y amorosamente amamanta a su criatura.