Por: Domingo Caba Ramos
En el
español dominicano y demás zonas del mundo hispanohablante, el término influencer se pone de moda (segunda del
siglo XXI) con la explosión de la internet y la masificación de las redes
sociales. Cuando lo escuché por primera vez, quizás por su configuración
morfológica, supuse que su significado se correspondía con el de otras voces
castellanas, tales como influyente, influente,
influidor e influenciador. Y así fue.
De acuerdo
al criterio académico, influencer es el hombre o la mujer ‘que influye’
o ‘que goza de mucha influencia’. Es, según
la RAE (Real Academia Española), «un
anglicismo usado en referencia a una persona con capacidad para influir sobre
otras, principalmente a través de las redes sociales»
Merced al susodicho valor semántico,
en el momento en que el término que nos ocupa comenzó a popularizarse, pensé que
un influencer sería toda persona
amparada de la autoridad y el prestigio requeridos para ejercer influencias siempre positivas a través de las redes
sociales; pero no resultó así. Un simple vistazo y seguimiento a las prácticas
comunicativas que en dichas redes desarrollan los llamados influencers de la República Dominicana es más que suficiente para
convencernos de que estos, realmente influyen en la conducta, gustos y forma de
pensar de sus miles de seguidores; pero casi siempre de manera negativa o
letal.
En esas redes
se ve y oye de todo: pleitos y golpes entre compañeros, desnudez, sexo sin
tabú, insultos, palabras soeces o groserías verbales de todo tipo, injurias,
mentiras, en fin, todo lo que tipifica una dañina o nociva comunicación. Y
mientras más depravado sea el comportamiento exhibido por esos
seudoinfluyentes, mayores serán los niveles de ingresos alcanzados y mucho más
altos, los niveles de aprobación social.
Y es que en una
sociedad, como la dominicana, en la que los valores se invierten cada día más,
razón por la cual lo que antes valía ya no vale y viceversa, no resulta
extraño, pues, ver a un grupo social llamado Asociación de Cronistas de Arte
(ACROARTE) premiar a muchos de los influencers
que más se han destacado por la degenerada y depravada conducta lingüística que
diariamente exhiben a través de los modernos medios de comunicación llamados
redes sociales