sábado, 24 de mayo de 2014
¿QUÉ ES LA MADRE?
Por : Domingo Caba Ramos
(A mi fenecida madre, doña Librada Ramos Vda. Caba)
Doña Librada Ramos Vda. Caba ( Q.E.P.D.)
Desde el punto de vista semántico madre es un término que entraña múltiples connotaciones o valores significativos. Se trata de una voz que hasta cierto grado se torna un tanto indefinible. Y es que madre no es simplemente la “hembra que ha parido”, como apunta el diccionario académico. Ni tampoco, la mujer que nos ha dado el ser, como diría el hombre del pueblo.
La madre es mucho más que eso:
Es la luz en medio de la tiniebla.
El alivio en medio del dolor.
La calma en medio de la tormenta.
La paz en medio de la guerra.
La esperanza en medio de la angustia.
La alegría en medio de la tristeza
La sonrisa en medio del llanto.
La seguridad en medio del peligro.
La fe en medio de la incertidumbre.
El agua en medio de la sequía.
Madre es la brújula que orienta el norte al capitán del barco que ha perdido el rumbo.
La madre es un ser que en lugar de “Día” debería tener “días”.
Un ser a quien le pertenecen todos los domingos del mes y todos los días del año.
La madre es, en fin, amor, ternura, entrega y sacrificio.
(Artículo publicado en el Listín Diario, el 30 de mayo de 1991, seis años antes de la muerte del noble ser a quien en esa fecha fue dedicado)
martes, 20 de mayo de 2014
EN TORNO AL TÉRMINO PRORRUSO.
En torno al término "prorruso"
(A mi dilecto amigo y experimentado narrador deportivo Luis Ramón Polanco)
Por: Domingo Caba Ramos.
La palabra prorruso, contrario a lo que se pueda pensar, está correctamente empleada.
¿Por qué razón?
Según la Ortografía de la lengua española (2010), « En español, el fonema /rr/ puede aparecer gráficamente representado de dos formas: con la letra r o con el dígrafo* o secuencia de letras rr…» (Pág. 118).
¿Cuándo se emplea una y otro según el texto académico?
Todo dependerá del contexto o de la posición que ocupe dicho fonema, /rr/, dentro de la palabra. Se empleará la letra r, en representación del fonema /rr/, siempre que aparezca en posición inicial de palabra: Rusia, rector, remolacha, rueda, Ramón, etc.
El dígrafo rr, en representación del fonema/rr/, deberá utilizarse en posición intervocálica, vale decir, en medio de vocales: arruga, barrio, terrible, etc. De ahí que en las voces prefijadas o compuestas, formadas por un prefijo más la palabra base, debe escribirse rr si el fonema /rr/ está colocado en medio de vocales, aunque en la palabra simple ese mismo fonema esté representado con r por ir en posición inicial. Así deberá escribirse antirrobo (de anti + robo), vicerrector (de vice + rector), prerromántico (de pre + romántico), guardarropa (de guarda + ropa) y, por supuesto, prorruso (de pro + ruso).
Vale aclarar que el prefijo pro significa en favor de… o en beneficio de alguien o algo. En virtud de este valor semántico, prorruso significa en favor o en beneficio del pueblo ruso.
( *) - Dígrafo: unión de dos letras o grafemas que representan un solo fonema.
LOS ATARDECERES NOSTALGICOS DE HUGO MATA.
Por: Domingo Caba Ramos.
“La tarde se diluye en el ocaso, envuelta entre girones de púrpura y anaranjados, mientras en cirros de airosos y ocre, el horizonte se envuelve en sombra rojiza dejando pasar los tibios rayos del sol que ya sólo iluminan el sendero de vuelta a casa del hombre laborioso que en el lomo de su fiel compañero de trabajo han puesto fin a la jornada del día....”
(Del texto “Memoria del paisaje dominicano”, pág. 11)
.
Es notoria su emoción cuando lo escuchamos hablar acerca del mundo natural (la flora y la fauna). Pienso que más que pintor, su deseo fue ser biólogo, zoólogo, botánico o agrónomo, y que al no poder consumar dicha ilusión, optó por plasmar muchos de los elementos que conforman el paisaje dominicano en bellos e impresionantes cuadros que han recorrido el país y más allá de la frontera.
Sus primeras manifestaciones artísticas, consistentes en modelados de figuras de barro, datan de cuando apenas había cumplido cuatro años de edad. De ahí pasó a trabajar en las diferentes facetas de las manualidades. Luego empezó a pintar sobre bateítas, jícara de coco, cuchara de higüero, concha de carey e hicotea. Y en esa misma e inicial trayectoria pictórica terminó pintando sobre troncos de roble cortados transversalmente, los cuales generaron todo un comercio turístico, por cuanto eran vendidos en hoteles de Puerto Plata, La Romana, Santo Domingo y Samaná.
De los troncos de roble dio el salto triunfante a la pintura en lienzo, fase esta que indudablemente marcó el repunte de su proyección artística hasta convertirlo hasta el día de hoy en uno los más afamados y cotizados paisajistas de la República Dominicana.
Nos referimos, obviamente, al destacado pintor dominicano, nativo de San Víctor, Moca, Hugo Antonio Mata Ureña.
Sus primeras manifestaciones artísticas, consistentes en modelados de figuras de barro, datan de cuando apenas había cumplido cuatro años de edad. De ahí pasó a trabajar en las diferentes facetas de las manualidades. Luego empezó a pintar sobre bateítas, jícara de coco, cuchara de higüero, concha de carey e hicotea. Y en esa misma e inicial trayectoria pictórica terminó pintando sobre troncos de roble cortados transversalmente, los cuales generaron todo un comercio turístico, por cuanto eran vendidos en hoteles de Puerto Plata, La Romana, Santo Domingo y Samaná.
De los troncos de roble dio el salto triunfante a la pintura en lienzo, fase esta que indudablemente marcó el repunte de su proyección artística hasta convertirlo hasta el día de hoy en uno los más afamados y cotizados paisajistas de la República Dominicana.
Nos referimos, obviamente, al destacado pintor dominicano, nativo de San Víctor, Moca, Hugo Antonio Mata Ureña.
“Como no conocí materiales – afirma con sincera humildad – los pinceles los fabricaba yo mismo con fibras de cabuya y crin de caballo, y en lugar de pinceles los llamaba escobillas”.
Acerca de su incansable trabajo pictórico, el conocido poeta, ensayista y escritor criollo, Cándido Gerón, afirma el siguiente:
“En ese aspecto, el artista costumbrista, nacido en San Víctor, Moca, imprime a sus paisajes un auténtico sentimiento de acrisolada humanidad poética... La reputación y el buen nombre de Hugo Mata se deben a su extraordinaria capacidad artística. Pintor que honra el oficio con su dignidad elevada, su anhelo únicamente es servir a su arte y a su país. Hugo Mata, desde muy joven, mostró una excepcional afición por la pintura. Esta innata pasión por el gusto artístico, a lo largo de su carrera, ha recibido el mayor estímulo de la crítica de arte dominicana. En sus paisajes – continúa Gerón – podemos apreciar las sutilezas y los ritmos de sus imágenes y el público celebra con entusiasmo la novedad y frescura de los mismos; al mismo tiempo, el grado de seducción de sus estampas penetradas de una poesía rica en agudeza y pulcritud. Artista de la expresión y la imagen claras y cuya vida rezuma un espíritu allegado a la alegría y el gusto por la vida. En ese contexto, Hugo Mata ha rebasado su época, y como pintor agudísimo nos ofrece en sus pinturas una fervorosa vocación que pone de relieve sus admirables metáforas visuales…” (Del prólogo al texto “Memoria del paisaje dominicano “Editora de Colores, 2003 ) .
Del paisaje local, su pasión se inclina por esa parte del día en que los rayos del sol comienzan a declinar: los atardeceres. “Los atardeceres me embriagan, me emocionan, me impactan. No sé qué me pasa con los atardeceres” – ha dicho el pintor.
Y sobre los atardeceres escribió el poeta tamborileño Tomás Hernández Franco:
“El crepúsculo vierte su divina tristeza
en el bello paisaje. Una franja grisácea
es un río que canta, con su eterna pereza,
arrullando la muerte de la tarde violácea”.
(“La paz del crepúsculo” de su libro “Rezos bohemios”).
Todo atardecer es por naturaleza nostálgico y por nostálgico, siempre romántico. Y si del mundo rural se trata, mayor es ese sentimiento: las ramas de los árboles apenas se mueven, el sol, dejando a su paso una impresionante luz anaranjada entierra su rostro de fuego en el horizonte sombrío, las garzas, con su acérica puntualidad, emprenden su acostumbrado viaje de regreso. Las aves silvestres se refugian en sus nidos, las gallinas saltan desesperadas a la rama que les sirve de lecho, el labriego abandona los sembrados y se dirige a la casa a reencontrarse con su familia, las amapolas, los robles, los flamboyanes y los grandes árboles, imponentes y silenciosos, se erigen, cual celoso centinela, como los guardianes nocturnos de la pradera. En toda la aldea se percibe un ambiente general de paz, quietud o tranquilidad, y desde un lugar no definido, una banda de grillos cantores comienza a esparcir las muy armónicas y melancólicas notas de sus nocturnos conciertos por todos los senderos del paisaje campestre.
Se trata de una realidad que muchas sensaciones y sentimientos despierta en las almas con fina sensibilidad artística, y que Hugo Mata, entre otros temas, ha sabido plasmar en unos cuadros que bien han sido enjuiciados y que tantas demandas tienen dentro y fuera del país.
De ahí que el historiador y profesor universitario, doctor Carlos Dobal lo haya calificado con sobradas razones, como “EL POETA DE LOS ATARDECERES”
Y sobre los atardeceres escribió el poeta tamborileño Tomás Hernández Franco:
“El crepúsculo vierte su divina tristeza
en el bello paisaje. Una franja grisácea
es un río que canta, con su eterna pereza,
arrullando la muerte de la tarde violácea”.
(“La paz del crepúsculo” de su libro “Rezos bohemios”).
Todo atardecer es por naturaleza nostálgico y por nostálgico, siempre romántico. Y si del mundo rural se trata, mayor es ese sentimiento: las ramas de los árboles apenas se mueven, el sol, dejando a su paso una impresionante luz anaranjada entierra su rostro de fuego en el horizonte sombrío, las garzas, con su acérica puntualidad, emprenden su acostumbrado viaje de regreso. Las aves silvestres se refugian en sus nidos, las gallinas saltan desesperadas a la rama que les sirve de lecho, el labriego abandona los sembrados y se dirige a la casa a reencontrarse con su familia, las amapolas, los robles, los flamboyanes y los grandes árboles, imponentes y silenciosos, se erigen, cual celoso centinela, como los guardianes nocturnos de la pradera. En toda la aldea se percibe un ambiente general de paz, quietud o tranquilidad, y desde un lugar no definido, una banda de grillos cantores comienza a esparcir las muy armónicas y melancólicas notas de sus nocturnos conciertos por todos los senderos del paisaje campestre.
Se trata de una realidad que muchas sensaciones y sentimientos despierta en las almas con fina sensibilidad artística, y que Hugo Mata, entre otros temas, ha sabido plasmar en unos cuadros que bien han sido enjuiciados y que tantas demandas tienen dentro y fuera del país.
De ahí que el historiador y profesor universitario, doctor Carlos Dobal lo haya calificado con sobradas razones, como “EL POETA DE LOS ATARDECERES”
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