domingo, 26 de enero de 2025

JUAN RINCÓN, EL PASTOR VÍCTOR KERY Y LA JUSTICIA DE SANTO DOMINGO


Por: Domingo Caba Ramos.

La historia de Juan Rincón aparece magistralmente relatada por el eximio escritor tradicionalista, César Nicolás Penson (1855 – 1901), en “La muerte del padre Canales”, una de las diez tradiciones que conforman su emblemática obra Cosas añejas (1891). Constituye dicho relato el más fiel retrato de las debilidades o podredumbre ético - moral que históricamente han afectado al sistema judicial de la República Dominicana. Y revela la magistral y muy aleccionadora narración que la justicia dominicana siempre ha sido la misma: la piedra angular o el brazo poderoso que ha servido de soporte al régimen de impunidad que durante los últimos años tanto se ha criticado y combatido.

El protagonista de la historia es Juan Rincón, un matón compulsivo, especialista en asesinar mujeres; pero que, debido al peso de un tío socialmente influyente, casi siempre lograba evadir la justicia o quedar libre del castigo de la ley. Descrito por el narrador como “un ente raro”, “un monstruo” que “acaso padeció lo que llama manía de sangre”, y cuyo origen arrancaba “de familias muy distinguidas, las primeras de esta capital…”, Rincón asesinó a su primera esposa encinta; pero «Esta primera hazaña quedó impune, merced acaso a lo distinguido de su familia y a las influencias que hizo o no hizo valer en su favor su tío el Deán… Ya antes dizque había metido a una hija suya en un sótano»

Después de cometer estos hechos, pudo libremente huir hacia Puerto Rico, país donde no tardó en contraer nupcias por segunda vez. Con la nueva esposa, una noche, sostuvo una discusión y la amenazó con hacerle lo mismo que a la primera. La mujer procedió “a denunciar al lobo”. Las autoridades boricuas entran en acción y Juan Rincón es apresado y despachado a su patria; pero al llegar aquí, lo dejaron libre, “¿cómo no?, por respetos de su tío el Deán”. Y una vez aquí, su insaciable sed de sangre lo impulsó a elaborar una lista con los nombres de las personas (treinta en total), a las que habría de matar en el futuro, encabezada por el padre Juan José Canales, el cual, antes de ser sacerdote, había ejercido como abogado contrario a los intereses del matón.

El crimen contra el sacerdote se perpetró como estaba planificado y  Juan Rincón, ¡por fin!, es sometido a la justicia. Cuando el juez del crimen le preguntó al prevenido:

 «— ¿Quién mató al padre Canales?», acto seguido el monstruo asesino, impasible y con tono fiero respondió:

« —¡La justicia de Santo Domingo!»

 Sorprendido el magistrado, procedió, esta vez con voz severa, a preguntarle de nuevo al imputado:

«— Conteste usted, con respeto a la justicia, ¿quién mató al padre Canales?»

 «— He dicho - insistió el asesino - que la justicia de Santo Domingo, porque si cuando yo, agregó con tono sentencioso e insolente, maté a mi primera mujer embarazada, me hubieran quitado la vida, no habría podido matar al padre Canales»

Merced a tan contundente respuesta, el narrador introduce una crítica reflexión que no podía ser más aleccionadora en un momento, como el actual , en el que la justicia dominicana adolece de las mismas fallas y debilidades que la justicia de los tiempos de Juan Rincón:

«Jamás inculpación más grave ni más sangrienta se arrojó a la faz de los hombres de la ley. Era un cargo que contra sí Rincón hacía, pero con el fin de apostrofar a la justicia humana por su culpable lenidad dejando impune un crimen atroz por atender a mezquinas consideraciones sociales y a influencias malsanas de valedores poderosos, que lograron hacer irrisoriamente nula la acción de la ley. ¡Lección tremenda para quienes pierden el respeto a esta y a la sociedad, vulnerando los fueros de la una y burlando a la otra para burlar a entrambas, haciéndose realmente con semejante lenidad más criminales que el criminal que pretenden sustraer a la acción reparadora de la justicia!»

 En pocas palabras, ese es el contenido profundo del famoso relato histórico de nuestro afamado tradicionalista y fundador del primer diario dominicano. Un relato, que como ya se expuso al principio del presente texto, nos presenta la más fiel radiografía del sistema judicial dominicano durante la segunda mitad del siglo XIX. Una historia que muy poco ha cambiado y que nos  resulta bastante parecida a la protagonizada recientemente por el pastor evangélico Víctor Kery en el municipio de Higuey.

Este “predicador”, en el mes de diciembre del año 2021, fue declarado culpable y condenado a cinco años de prisión suspendida por un tribunal perteneciente al distrito judicial de la provincia La Altagracia, por el delito de abuso sexual en contra de un menor. Como su nombre lo indica, “prisión suspendida”, fue condenado a prisión; pero sin prisión, o permaneciendo libre. Esto quiere decir que la condena se le impuso, pero no su ejecución fue suspendida, en virtud de lo que establece la ley. Y esto significa que en virtud de la suspensión o no ejecución de dicha pena, el agresor sexual, Víctor Kery, continuó realizando su vida normal: predicando como siempre y hasta reuniéndose con niños como siempre. Y todo por la benignidad de una sentencia o la extraña decisión de un tribunal complaciente.

Hace una semana el pastor Víctor Kery fue de nuevo sometido a la justicia, esta vez acusado de violar sexualmente a varios adolescentes, igualmente residentes en  Higuey. En tal virtud, la Oficina Judicial de Atención Permanente de la provincia La Altagracia le impuso el pasado jueves un año de prisión preventiva y en adición a esta medida, declaró el caso complejo.

Vistas las dos hechos antes relatados, estoy  más que seguro de que cuando se conozca el fondo del caso y un juez le pregunte a Víctor Kery: «Quién violó a estos adolescentes?, la respuesta del religioso no se hará esperar:

«— La justicia de Higuey, porque si cuando yo abusé del primer niño en el año 2018 me hubieran enviado a la cárcel, años después no habría podido violar a todos estos adolescentes»

 PUBLICADO EN DIARIO LIBRE : 17/7/2024

 


¡BIEN!, POR EL MINISTERIO DE CULTURA


Por: Domingo Caba Ramos

«Los medios de comunicación social, públicos y privados, deben contribuir a la formación ciudadana…»

( Constitución República Dominicana, Art. 63)

Hace apenas días, el Ministerio de Cultura emitió una resolución, mediante la cual se persigue regular el uso de la lengua en los medios de comunicación, durante la transmisión de espectáculos públicos, radiales o televisivos.

Fundamentada en varios artículos de nuestra la Constitución, la referida disposición tiene por finalidad reforzar la formación ciudadana y proteger la dignidad humana ; regular el funcionamiento y las responsabilidades de los medios de comunicación; prohibir el uso del lenguaje explícito y cualquier influencia malsana que perturbe el desarrollo armónico de la niñez y la juventud dominicana ; y fomentar, en las transmisiones,  las buenas costumbres cívicas y ciudadanas, el respeto a la moral social, la dignidad humana y los vínculos familiares.

Valoro y apoyo en todas sus partes el contenido de esta medida, por cuanto entiendo que la lengua debe utilizarse para iluminar, edificar, elevar y forjar conciencia y valores positivos, especialmente en niños, jóvenes y adolescente.

Porque los medios de comunicación social, “mas media” o medios de información, como sería lo más apropiado denominarlos, se sitúan dentro de lo que la teoría pedagógica llama «Poderes educativos «, entendiéndose como tales, todas aquellas instituciones u organismos que ejercen influencia educativa en el individuo. O, como bien los define Francisco Larroyo, son las “Agencias que más activamente influyen en la formación de las nuevas generaciones”.

Aporo la medida, porque la prensa, la radio y la televisión deben tener siempre como propósitos fundamentales, en sus agendas programáticas, orientar, formar, educar, fomentan verdaderos valores y no incentivar contravalores en las mentes a veces ingenuas del público preceptor.

Porque no es posible que sigamos escuchando la desastrosa pronunciación, vulgaridades, exabruptos, procacidades, “malas palabras” o inmundicias verbales emitidos por muchos de los que se dedican a comentar noticias a través de la radio, la televisión y los canales de YouTube. Es tal la gravedad del caso, que lo que una vez se consideraban vulgaridades o “malas palabras”, hoy han pasado a formar parte del léxico común, vale decir, se han “lexicalizados”.

Porque la depravación léxica en los medios de comunicación de la República Dominicana, si no extinguirla, hay que reducir o controlar el progresivo ritmo ascendente que ha alcanzado en los últimos años. Meced a este juicio, afirmaba yo, hace dos años en unos de mis artículos publicados en este mismo medio, lo siguiente:

«Contrario a lo que debería ser su verdadera función, en el uso cotidiano de la lengua en nuestros medios de comunicación se leen y escuchan las más sorprendentes y hasta jocosas irregularidades léxicas, fonéticas, semánticas, sintácticas y morfológicas. Imperan en ellos los vulgarismos, novismos, el estilo coloquial y frases que se apartan por completo del registro estándar de la lengua. Medios en los que a la hora de informar se prestigia el contenido y descuida la forma, creando así las condiciones para que los hablantes copien e integren a su caudal lingüístico los   frecuentes desatinos que a través de ellos leemos y escuchamos… De ahí que en las cabinas de radio y televisión se hable como si se estuviera en el banco del parque, en las gradas del estadio o en la esquina del barrio…» ( 5/11/2022)

Por eso celebro celebro y apoyo de manera decidida la medida tomada por el Ministerio de cultura. Y por eso entiendo que todos los sectores de la sociedad dominicana, comprometidos con la educación, la cultura, la moral y las buenas costumbres, deben también sumarse a ese apoyo.

Se trata de una medida que mucho antes debió tomarse para que el mal no alcanzara los elevados niveles en los que actualmente se encuentra; pero que quizás por miedo o razones políticas no se tomó. Fue lo que sucedió, por ejemplo, con un veterano comunicador y comentarista de un famoso programa de opinión que se transmite todas las mañana en una emisora de la capital, quien a pesar de ser el pionero y principal propulsor de las vulgaridades en la radio, el Ministerio de Cultura, a través de la Comisión de Espectáculos Públicos nunca se atrevió a sancionarlo de manera ejemplar; porque, al parecer, a dicho comunicador, fallecido hace diez meses,  las autoridades y los políticos le temían “como a Satanás”

Por último, debo reiterar que celebro la resolución emitida por el Ministerio de Cultura, porque como también lo he manifestado en otra oportunidad:

«La lengua jamás debe utilizarse para ofender, golpear, humillar, denigrar, destruir o lacerar dignidades ajenas. Nunca olvidar, apropósito, las sabias palabras de la insigne poetisa, maestra y Premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral (1889 -1957): “Todo puede decirse; pero hay que dar con la forma. La más acre reprimenda puede hacerse sin deprimir ni envenenar un alma”. La lengua, en fin, debe emplearse para estrechar las relaciones humanas y contribuir al desenvolvimiento o desarrollo de un mundo cada vez mejor» (

PUBLICADO EN DIARIO LIBRE, 11/7/2024)

 

 

 

DIÁLOGO ENTRE DOS GRANDES DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA


Por: Domingo Caba Ramos

El 5 de septiembre de 1967, la Universidad Nacional de Ingeniería, Lima, Perú, realizó un acto excepcional que consistió en un diálogo o interrogatorio público entre dos de los más encumbrados representantes de la novela hispanoamericana: Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Dicho diálogo perseguía revelar aspectos desconocidos de la creación novelística, de la personalidad, de la experiencia privada, etc., de ambos escritores, posteriormente galardonados con el Premio Nobel de Literatura. El contenido de tan trascendente encuentro fue recogido en un texto con el título de La novela en América Latina: Diálogo, y una versión bastante reducida de este, son las preguntas y respuestas que a continuación se transcriben:

 Vargas Llosa -: «A los escritores les ocurre algo que — me parece — no les ocurre jamás a los ingenieros y a los arquitectos. Muchas veces la gente se pregunta: ¿para qué sirven? La gente sabe para qué sirve un ingeniero, para qué sirve un arquitecto, para qué sirve un médico; pero cuando se trata de un escritor, la gente tiene dudas. Incluso la gente que piensa que sirve para algo, no sabe exactamente para qué. La primera pregunta que quiero hacerle yo a Gabriel es, precisamente sobre esto, que les aclare a ustedes el problema y me lo aclare a mí también, pues también tengo dudas al respecto: ¿Para qué crees que sirve tú como escritor?»

García Márquez -: «Yo tengo la impresión de que empecé a ser escritor cuando me di cuenta de que no servía para nada. Mi papá tenía una farmacia y, naturalmente, quería que yo fuera farmacéutico para que lo reemplazara. Yo tenía una vocación totalmente distinta: quería ser abogado, porque en las películas los abogados se llevaban las palmas en los juzgados defendiendo las causas perdidas. Sin embargo, ya en la universidad, me encontré con que tampoco iba a servir para abogado. Empecé a escribir los primeros cuentos y, en ese momento, no tenía noción de para qué servía escribir. Al principio me gustaba escribir porque me publicaban las cosas, y descubrí lo que después he declarado varias veces y que tiene mucho de cierto: escribo para que mis amigos me quieran más.

Pero después, analizando el oficio del escritor, pienso que la literatura y, sobre todo, la novela, tiene una función, creo que una función subversiva, en el sentido de que no conozco ninguna buena literatura que sirva para exaltar valores establecidos. Siempre, en la buena literatura, encuentro la tendencia a destruir lo establecido, lo ya impuesto, y a contribuir a la creación de nuevas formas de vida, de nuevas sociedades, en fin, a mejorar la vida de los hombres. Me resulta un poco difícil explicar esto, porque en realidad yo funciono muy poco en la teoría. Es decir, no sé muy bien por qué pasan estas cosas. Ahora, lo cierto es que el hecho de escribir obedece a una vocación apremiante, que el que tiene la vocación de escribir tiene que escribir pues solo así logra quitarse sus dolores de cabeza y su mala digestión»

Vargas Llosa - : «O sea, ¿que tú piensas que la literatura es una actividad que, desde el punto de vista social, es eminentemente subversiva?»

García Márquez - : «Creo que el escritor está siempre en conflicto con la sociedad; más aún, tengo la impresión de que se escribe como una forma de resolver es conflicto personal del escritor con su medio. Cuando yo me siento a escribir un libro es porque interesa contar una buena historia. Una historia que guste. Lo que sucede es que yo también tengo una formación ideológica; creo que el escritor, todo escritor, tiene una formación ideológica, y si esa formación es firme, y si el escritor es sincero en el momento de contar su historia, esta posición ideológica se verá en su historia, y es a partir de este momento que esa historia puede tener esa fuerza subversiva de que hablo»

 Vargas Llosa - : «Entonces, en ese caso, el factor puramente racional no es preponderante en la creación literaria. ¿Qué otros factores serían los preponderantes, qué elementos determinarían la calidad de la obra literaria?

García Márquez - : « A mí lo único que me interesa en el momento de escribir una historia es si la idea de esa historia pueda gustar al lector y que yo esté totalmente de acuerdo con esa historia. Yo no podría escribir una historia que no sea basada exclusivamente en experiencias personales. Precisamente estoy ahora preparando la historia de un dictador imaginario, es decir, la historia de un dictador que se supone es latinoamericana, por el ambiente. Este dictador que tiene 182 años de edad, que tiene tanto tiempo de estar en el poder que ya no recuerda cuándo llegó a él, que no necesita mandar, está completamente solo en un enorme palacio, por cuyos salones se pasean las vacas y se comen los retratos, los grandes óleos de los arzobispados, etc. Entonces, lo que resulta curioso es que, de alguna manera, esta historia está basada en experiencias personales. Es decir, son elaboraciones poéticas de experiencias personales mías que me sirven para expresar lo que quiero en este caso, que es la inmensa soledad del poder; y creo que para expresar la soledad del poder no hay ningún arquetipo mejor que el del dictador latinoamericano que es el gran monstruo mitológico de nuestra historia»

Vargas Llosa - : « Una cosa que a mí me sorprendió en tus libros es el hecho de que casi todos los personajes de “Cien años de soledad” tuvieron los mismos nombres y que todos estos nombres se repitieran. Los hombres se llaman José Arcadio o Aureliano y las mujeres se llama Úrsula. ¿A qué se debe esto? ¿Esto fue planeado o fue espontáneo?»

 García Márquez - : « ¿Hay alguien aquí que no se llame como su papá?

Vargas Llosa - : «Bueno, yo te digo esto porque a mí me sorprendió mucho cuando tú me presentaste a tu hermano menor, que también se llama Gabriel, como tú»

García Márquez - : « Mira, lo que sucede es que yo era el mayor de doce hermanos, y que me fui de mi casa a los doce años, y volví cuando estaba en la universidad. Nació entonces mi hermano, y mi madre decía: “Bueno, al primer Gabriel lo perdimos, pero yo quiero tener un Gabriel en la casa…” Yo podría seguir explicando indefinidamente todas las cosas que parecen misteriosas y extraordinarias en “Cien años de soledad”, y que siempre tienen una explicación totalmente realista, como que mi último hermano se llame Gabriel, también»

García Márquez-: Cambiando bruscamente de nivel, quisiera hacerte una pregunta más personal, porque al hablar de la soledad, yo recordaba que es un tema constante en todos tus libros; incluso el último se llama Cien años de Soledad. En muchos reportajes que has respondido, he observado que te refieres siempre a un familiar tuyo que te contó muchas historias cuando era niño. Incluso, recuerdo un reportaje en que decías que la muerte de ese familiar, cuando tenía ocho años, fue el último acontecimiento importante de tu vida. Entonces tal vez sería interesante me dijeras en qué medida este personaje pudo haber servido de estímulo, pudo haber dado materiales para tus libros, es decir, ¿quién es este personaje?

García Márquez.: «Voy a dar una vuelta antes de llegar a la respuesta. En realidad, no conozco a nadie que en cierta medida no se sienta solo. Temo que esto sea metafísico y que sea reaccionario, y que parezca todo lo contario de lo que yo soy, de lo que yo quiero ser en realidad, pero creo que el hombre está completamente solo»

Vargas Llosa. :
¿ Tú crees que es una característica del hombre?

García Márquez-: «Yo creo que es parte esencial de la naturaleza humana»


(PUBLICADO EN DIARIO LIBRE  :  3/7/2024