Por: Salomé Ureña de Henríquez
Salomé Ureña de Henríquez
“Y el grito de Victoria,
se extendió por el valle y la montaña,
y en vano, en vano España,
sofocarlo intentó con su bravura:
que Quisqueya en los campos de la gloria,
a su orgullo cavó tumba segura.
Y cual ejemplo fiero,
y escarmiento talvez de otras naciones,
por tierra los pendones,
confusas, destrozadas y vencidas,
vuelta la faz al aterrado ibero,
devolviéndole sus huestes aguerridas.
¡Honor, eterna gloria,
de Agosto a los gigantes adalides,
que en desiguales lides,
luchando con la fe del patriotismo,
la grandeza volvieron a su historia,
dando ruda lección al patriotismo!
De lauros hoy ceñida,
hoy la Patria alza la frente,
y con afán ardiente,
bañada por el sol de la esperanza,
en pos de nueva luz, de nueva vida,
al porvenir intrépida se lanza”
(1874)
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